OPINIÓN

Por Pascual Albanese, periodista, vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y cofundador del centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario.
*Especial para lacity.com.ar
La trágica muerte de José Manuel De la Sota volvió a poner en el centro de la escena la cuestión de las candidaturas del peronismo para 2019, en un escenario signado por un doble fenómeno: el fuerte descenso de la imagen presidencial, como resultado de la crisis económica, y el creciente aislamiento político de Cristina Kirchner, por el avance de las investigaciones judiciales sobre hechos de corrupción durante su gestión gubernamental.
Todos los estudios de opinión pública consignan que existe un espacio cada vez más amplio para una alternativa electoral que escape a la polarización entre el oficialismo y el “kirchnerismo”. Ese espacio virtual tropieza empero con la ausencia de un “colectivo” político que lo encarne. La parálisis del Partido Justicialista, convertido desde hace quince años en una “cáscara vacía”, para emplear la feliz expresión acuñada por Hugo Moyano ya en diciembre de 2011, le quita al peronismo su forma natural de expresión y tiende a dividirlo en una multitud de tribus pequeñas y medianas (ninguna lo suficientemente grande como para erigirse en un polo de atracción), nucleadas detrás de eventuales precandidatos o de clásicos liderazgos territoriales.
En este contexto, antes que la definición de una candidatura presidencial, que en las estas condiciones corre el peligro de parecerse a más a una aventura individual que a un proyecto de conjunto, importa una construcción política capaz de articular un sujeto colectivo susceptible de ser visualizado como una alternativa de gobierno por la sociedad.
En las actuales condiciones, esta posibilidad sólo puede materializarse a través de un trípode de poder configurado, a partir de círculos concéntricos, por la confluencia entre los liderazgos territoriales (en primer lugar los gobernadores y los intendentes del conurbano bonaerense), los bloques parlamentarios de ambas cámaras del Congreso Nacional y las organizaciones sindicales, nucleadas básicamente en la CGT.
La profundización de la crisis y la aproximación del calendario electoral aceleran los tiempos para la concreción de este desafío.
