
Por Martín Simonetta, economista.
*Colaboración especial para lacity.com.ar
El presupuesto 2019 presentado por el Gobierno es poco realista. Uno de los puntos más llamativos es la previsión de un dólar de 40,10 para 2019. El fundamento es que el tipo de cambio actual es fruto de un «overshooting», es decir un precio por encima del precio de equilibrio y que tenderá a bajar, afirmación que -al menos- abre muchas preguntas.
Del mismo modo, una inflación del 23% para el próximo año parecería una cifra algo conservadora.
La economía del año próximo es clave y desde el oficialismo se apuesta -nuevamente- a un segundo semestre de recuperación lo cual sería clave desde el punto de vista electoral.
La pregunta clave es si la actual «calma» que vive la economía argentina luego de los terribles sacudones de las semanas pasadas -reflejada en una baja del riesgo país- es una situación definitiva o simplemente refleja un equilibrio transitorio.
La dependencia por parte del gobierno de financiamiento externo pone a la Argentina en una situación de gran vulnerabilidad fiscal, aunque la gran devaluación -que ha hecho que un argentino que ganaba 1000 dólares a inicio del corriente año, hoy gane menos de 500- podría tener un efecto sobre la mejora del «costo argentino», lo cual iremos viendo con la reacción de las exportaciones e importaciones, así como del turismo saliente y entrante.
Mientras tanto, las noticias vinculadas a la corrupción K intentan generar un apoyo social que muestre la otra cara de la crisis económica actual. Las próximas semanas nos mostrarán si el fin del «budismo macrista» manifestado en la mega devaluación -que muchos sostienen se debería haber realizado en los primeros 100 días- logra, aunque de la manera más salvaje e injusta, achicar el costo de un Estado argentino que parece inviable.
