Sana envidia para políticos argentinos

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* Por Norberto Zingoni corresponsal de LaCity en Madrid

 

Felipe González y José María Aznar a cuarenta años de la Constitución española.

Hace muy pocos días el diario El País de España, en conmemoración de los 40 años de la Constitución española, reunió a los expresidentes Felipe González y José María Aznar, o lo que es lo mismo ¡20 años de historia española! entre las presidencias de ambos. “Nosotros hemos discutido en serio muchas veces pero no se nos ha ocurrido nunca romper las reglas del juego”, dijeron refiriéndose al problema de los independentistas que ambos identificaron como el mayor problema que aqueja a España. Habían lidiado duramente entre los finales de las presidencias de González y el inicio de las de Aznar. Pero, como dos viejos gladiadores se sentaron, entre bromas y loas a la Constitución de 1978 que aún los rige, a enseñarles a las nuevas generaciones de políticos cómo es este arte. Es que los grandes de la política, los hombres de estado, tienen siempre en mente el interés de su país. Y los políticos comunes (o peor los operadores de la política raza que abunda) solo tienen en mente el lograr, conservar y aumentar el poder. Un ejemplo sería que tanto en España como en el mundo desarrollado una vez cumplidos sus mandatos, o la misión para lo cual fueron elegidos…se van a su casa. No siguen y siguen, persiguiendo el poder “sine die” hasta cansar a propios y extraños.

Sana envidia argentina da (la verdad sea dicha) esta foto. De ver cómo expresidentes pueden sentarse a una mesa y recordar sus épocas.

Felipe González tuvo el gran mérito de renegar de muchas de los postulados socialistas (cuando no marxista leninista como había sido su postura en el exilio) y llevó a España a entrar en la OTAN, y ligarse con los grandes líderes socialdemócratas de la época: Olaf Palme, Miterrand, etc. O lo que es lo mismo metió a España en Europa. Aznar consolidó la economía y dio el salto definitivo para que España fuera tenida en cuenta en el tablero mundial. “Que cada uno haga bien su trabajo” decía Albert Camus. Y ambos completaron el trabajo maravilloso que había hecho la generación de la Constitución de 1978, la generación que hizo la Transición de la dictadura de Franco a la democracia.

Luego de ellos vinieron políticos mediocres y sin vuelo como Rodríguez Zapatero, Rajoy y el actual Sánchez. Pero ya España había consolidado 35 años de desarrollo sostenido que ni la tozudez y el fanatismo de los independentistas ni el enanismo político podrán romper.

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