OPINIÓN

Por Diego Dillenberger, periodista, editor de Imagen Magazine, especialista en comunicación y asuntos públicos. Especial para lacity.com.ar
Es evidente que luego de la derrota parcial en las elecciones de medio término, Donald Trump decidió radicalizar su gestión y estilo, y llevarlos aún más al extremismo con su ataque actuado contra un periodista de la CNN, una de las cadenas más críticas de su gestión.
La decisión no solo fue impulsiva, sino coherente con el accionar de este tipo de extremistas. En Argentina vivimos el recrudecimiento de los ataques de la expresidenta Cristina Kirchner contra Clarín justo luego de perder las elecciones de medio término de 2009. A partir de esa experiencia surgió la ley de medios, que gracias a un fallo de la corte no se pudo aplicar completamente. No obstante esos ataques que podían horrorizar a la clase media urbana liberal, Kirchner arrasó en las elecciones de 2011, en parte gracias al efecto «viudez» pero sobre todo por la recuperación económica de 2010.
Es evidente que la intensificación de su guerra contra los medios críticos es un reflejo condicionado de los autócratas, que funciona en tanto y en cuanto la economía ayude a tapar los abusos contra los derechos básicos y la libertad de prensa. Si la economía de EE. UU. sigue marchando viento en popa, no es descartable la idea de un segundo mandato «a pesar» de la radicalización con poco americanos ribetes autoritarios de Trump.
