OPINIÓN

Por Lora Chkoniya, graduada en programa de políticas de la UE en la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales del Estado de Moscú (MGIMO), asesor de la Sociedad de Estudiantes Académicos de MGIMO. Especial para lacity.com.ar.
Algunos están dispuestos a empezar a señalar con el dedo, mientras que otros están sospechosamente callados. Con dos versiones contradictorias de la misma historia y un Consejo de Seguridad de la ONU que parece estar eligiendo bandos, la cuestión de por qué exactamente todo esto está sucediendo está eclipsando a quién tiene la culpa.
Rusia dice que sus fronteras fueron violadas, Ucrania dice que sus barcos estaban en camino desde Odessa a Mariupol durante una transición programada, la UE y Estados Unidos piden bajar la tensión y al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas parece no importarle. El 25 de noviembre, tres buques de guerra ucranianos entraron en el territorio de la Federación Rusa, para ser exactos, el Estrecho de Kerch, y Rusia disparó y se apoderó de los buques. Al día siguiente, se apoyó la moción del presidente de Ucrania para imponer la ley marcial en el país durante los próximos 30 días, mientras que la moción de Rusia para discutir el tema durante la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo tanto, no lo fue.
El principal argumento de Ucrania es que los buques viajaban en un paso de rutina a través del estrecho, que está abierto para la circulación y al que tienen derecho de acuerdo con un tratado bilateral. Y, sin embargo, el argumento no menciona el hecho de que los buques no cumplieron con su obligación, según el tratado mencionado anteriormente, de notificar a la administración del puerto de Kerch su ruta al menos con 24 horas de anticipación. Todos los barcos, incluidos los buques rusos, se inspeccionan al entrar en el estrecho de Kerch, algo que los buques ucranianos le han negado a la administración.
Existen dos hipótesis actualmente sobre por qué Ucrania podría haber orquestado una provocación semejante, ya sea, por las próximas elecciones presidenciales de marzo de 2019 o un impulso para más sanciones de la UE y EE. UU. Si el objetivo era de hecho este último, Ucrania se llevará una sorpresa desagradable. En este punto, los líderes europeos han puesto de manifiesto la importancia de abstenerse de tomar medidas hasta que se haya realizado una amplia investigación, muy diferente a su reacción tras el incidente de envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal y su hija en Salisbury.
El 28 de noviembre, durante una conferencia de prensa, el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, declaró que los documentos que demuestran que el incidente fue planeado como una provocación, se encontraron a bordo de los buques ucranianos. Contenían información probando que el escándalo orquestado tenía como objetivo promover los intereses del gobierno y los objetivos nacionales antes de la próxima jornada de elecciones.
Los que los medios de comunicación occidentales no están dispuestos a hablar es sobre las consecuencias de declarar la ley marcial en el país, que, según el decreto presidencial del 26 de noviembre, garantiza que no se lleven a cabo elecciones durante ese estado, y para ser exactos, sobre el transcurso de los próximos 30 días. Casualmente, las elecciones que se iban a celebrar el 23 de diciembre en 10 regiones del país han sido canceladas temporalmente hasta que la ley haya sido levantada, sin embargo no hay garantía de que el presidente ucraniano no prolongue ese estado.
Lo que quizás sea aún más importante es una mirada compleja hacia las regiones en las que se declaró la ley marcial, ciertos acontecimientos que ocurrieron antes del incidente y el momento oportuno del conflicto. Entre las 10 regiones en las que la ley marcial está ahora activa, varias de ellas se destacan por ser regularmente mencionadas en la prensa por movimientos «separatistas» y opiniones pro-rusas, siendo la más frecuentes Lugansk, Donesk, Odessa y Kharkov. Las próximas elecciones locales en esas regiones ahora están canceladas y la amenaza de que políticos pro-rusos lleguen al poder ha sido evitada, convenientemente para el presidente Poroshenko.
En este punto, parece ser que hay dos aspectos clave del problema que deben abordarse. En primer lugar, el papel del «provocador» ha sido históricamente mal visto y despreciado, entonces ¿qué ha cambiado exactamente en nosotros que esta vez no veamos al agresor como el malo? Y en segundo lugar, ¿qué sentido tiene tener fronteras territoriales si cualquiera puede cruzarlas sin permiso? ¿Y qué se debe hacer en tales casos cuando las partes que cruzan nuestras fronteras están armadas? ¿Debería uno esperar la aprobación o desaprobación de la comunidad internacional, o debería actuar? Entonces, para concluir, planteo esta pregunta: ¿qué harías si un grupo de hombres armados se presentara a tu puerta algún día? Quizás responder honestamente a esa pregunta, sin prejuicios, ofrezca una nueva perspectiva sobre los eventos del 25 de noviembre.
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