OPINIÓN

Por Alieto Aldo Guadagni, ex embajador en Brasil, economista, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente. Colaboración especial para Lacity.com.ar
Ya están deliberando 200 países, convocados por Naciones Unidas, en Katowice (Polonia) en la reunión anual denominada COP-24, con el propósito de avanzar en la aplicación del Acuerdo de París celebrado en el año 2015. Esta reunión en Polonia es muy importante, ya que el futuro del planeta depende hoy de la capacidad de la humanidad para diseñar sin demoras nuevas instituciones y reglas de carácter mundial, que apunten a reducir drásticamente las emisiones contaminantes de CO2.
Las evidencias científicas son contundentes, ya no hay dudas que las emisiones contaminantes están contribuyendo al aumento de la temperatura en todo el planeta. Estas emisiones son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), más algunas prácticas agropecuarias y la deforestación. No es sorpresa que estos fenómenos están ocurriendo, basta señalar que durante el siglo XX el PBI mundial se multiplico nada menos que 19 veces.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó, que más allá de las dudas del pasado, las emisiones son ya el principal causante de los desastres ambientales que vienen aumentado en todo el planeta. Estos crecientes daños ambientales, como incendios, temporales, inundaciones y sequías, cada vez son más frecuentes incluso en nuestro país, afectando a las personas y la actividad económica, especialmente la agropecuaria. La NASA define a la Tierra como nuestra nave en un viaje espacial largo, por eso es grave que el CO2 acumulado en la atmósfera que rodea nuestro planeta ya llego a 410 ppm, es decir un 28 por ciento mayor al nivel de mediados el siglo XX, acercándonos así a la magnitud de 450 ppm, barrera crítica que no debe ser cruzada si queremos evitar un peligroso calentamiento de nuestra Tierra. Al actual ritmo de aumento en los gases acumulados en la atmósfera cruzaríamos esta barrera crítica en 20 años. Para tener una idea de la gravedad de las emisiones anuales basta decir que hoy son un 130 por ciento mayores a las del año 1971.
Las proyecciones energéticas, basadas en un análisis de las decisiones estratégicas en curso en el escenario mundial, indican que dentro de 25 años los humanos estaríamos emitiendo anualmente un 10-15 por ciento más de gases contaminantes que hoy. El crecimiento del consumo energético previsto en las próximas dos décadas, está explicado por el aumento en la población, 1500 millones más de habitantes, y la duplicación del PBI mundial. Este incremento previsto en las emisiones contaminantes pone en riesgo las condiciones climáticas del planeta, ya que si queremos no cruzar la barrera crítica de un aumento de la temperatura que supere los 2 grados centígrados, las emisiones contaminantes deberían caer en las próximas dos décadas un 30 por ciento, no seguir aumentando como ahora estiman la Agencia Internacional de Energía y el Departamento de Energía de los Estados Unidos.
Es preocupante la negativa actitud de los Estados Unidos, recordemos que cuando asumió Bush la presidencia en el año 2001, inmediatamente negó la ratificación del Protocolo de Kioto, lo mismo acaba de ocurrir ahora con Trump, quien decidió el retiro de los compromisos de París y además anular importantes medidas adoptadas por Obama; tener en cuenta que Estados Unidos es el segundo contaminador mundial, superado únicamente por China.
Para que los acuerdos logrados en Katowice preserven nuestro planeta deberemos tener respuesta clara a dos interrogantes clave: (i) ¿Los países respetaran sus metas de reducción de emisiones prometidas en sus propuestas? (ii) ¿Los países estarán también dispuestos a mejorar estas metas prometidas ya que son claramente insuficientes?
Esperemos que la voluntad política de cuidar la Tierra para nuestros hijos, quienes nos las han dado en préstamo, pueda expresarse en un gran acuerdo internacional en Katowice que supere las naturales diferencias políticas, ya que todos vivimos en la misma Casa Común. En la encíclica Laudato Si el Papa Francisco nos recuerda el mandato bíblico “Labrar y cuidar el Jardín del mundo”, se trata de “cuidar” no de degradar nuestro planeta.
