G7, G20, G2, G0

OPINIÓN

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Foto: G20 Argentina

Por Hugo Flombaum, analista político. Especial para lacity.com.ar

 

 

 

Finalizó la reunión del G20 en Buenos Aires, mucho se ha escrito al respecto, su desarrollo y sus conclusiones ocultan una compleja realidad.

El G20 es una derivación del G7, organismo que se diluyó por su total ineficacia. Crearon este organismo ampliado y se resaltó esa misma ineficacia.

El periodismo intentó buscar en la reunión de los presidentes de EE. UU. y China una nueva expresión del poder internacional y le puso G2.
Ese organismo duró 24 hs.

Mientras transcurría la presidencia de Macri del G20 sucedían en la realidad cotidiana acontecimientos que afirmaban claramente la consolidación del nacimiento del verdadero y poderoso nuevo organismo el G0 (cero).

En esa semana nos enteramos de varios y diversos acontecimientos que nada tienen que ver uno con otro pero que nos demuestran el verdadero campo de batalla por el poder mundial.

Huawei, empresa tecnológica china, anuncia que se desprenderá del sistema operativo Android, es decir que intenta avanzar sobre el pingüe negocio de las patentes de software de la cual se alimenta el estado de los EE. UU.

La hija y directora financiera del fundador y presidente de Huawei es detenida en Candadá y puesta a disposición de la justicia de los EE. UU.

Un investigador chino, seguramente amparado por el estado, pero en su laboratorio anuncia que ha fecundado embriones genéticamente modificados, sumando a la práctica, en Brasil, del trasplante de útero fecundado de un cadáver a un ser vivo.

Si unimos estos sucesos con la ley ya promulgada por el gobierno chino de establecer un régimen de meritocracia medido por un scoring, como sistema de nuevo reparto de rentas, nos daremos cuenta de que el mundo recorre un camino nuevo, apasionante y sumamente peligroso.

Los nuevos actores de la lucha por el poder ya no serán ni los partidos políticos, ni los sindicatos de trabajadores, ni los estados nacionales, por consiguiente, ninguno de los organismos multilaterales que estos han conformado, son de verdadera gravitación.

La propiedad intelectual como base de un activo infinito en el tiempo se acaba.

Los tiempos para el análisis de bonanza de una empresa, una nación o un producto se acortan y se transforman en momentos.

Al desaparecer la guerra entre potencias como posibilidad, por la equivalencia en el poder destructivo de las armas atómicas, la orgánica de las naciones se modifican.

También el enfrentamiento ideológico desapareció con la caída del comunismo.

Las naciones del mundo occidental cuya unidad se dio en torno a hipótesis de conflicto y la defensa que de ellas se derivaron, estallan.

China, Rusia, India, Israel y los países árabes se consolidan alrededor de una fuerte unidad cultural y/o religiosa.

Europa, EE. UU. y sus patios traseros del cual formamos parte nos resumimos en luchas intestinas de carácter esencial, en búsqueda de una nueva unidad cultural, religiosa y de pertenencia.

Nuestras fronteras se diluyen, las nuevas generaciones incorporadas a la naciente cultura global, que avanza irremediablemente, incorporan una nueva grieta de carácter definitiva entre los jóvenes y las generaciones mayores.

Esos jóvenes también avanzan en los países orientales, pero se encuentran con el límite de estados fuertes y autocráticos, el desarrollo en esos países de esta nueva batalla cultural es incierto. Pero en el occidente se convierte en el ariete de la nueva esperanza.

Esa nueva cultura global da por el piso con la propiedad intelectual, comparten sus conocimientos, abren los códigos de sus creaciones para que otros las enriquezcan y las mejoren. Socavan las bases del capitalismo occidental, la propiedad y la teoría del valor.

Este supuesto desorden, pero de una libertad sin límites se convierte en la esperanza de nuestra región para enfrentar en la lucha por el poder con las naciones autoritarias, planificadas y con sociedades pautadas a un límite que cuestiona la esencia del ser humano.

El G0 (cero) representa justamente esta lucha basada en la caída de las fronteras, en la naciente economía basada en compartir el conocimiento sin límites y en lo efímero del valor que dura lo que una nueva y mejorada creación reemplaza la anterior.

Mientras esta nueva economía colaborativa se imponga, sufriremos la crisis de los viejos estados occidentales, el costo de esa crisis será menor en aquellos países que logren ser administrados por líderes que puedan conducir el proceso de transformación de la manera menos cruenta posible.

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