OPINIÓN

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar
Año realmente difícil, con atenuantes, pero sin disculpas.
Sequía, “guerra comercial”, aumento de tasas, “proteccionismo” en EE. UU. Son los atenuantes esgrimidos por el Gobierno. Algunos ciertos, otros relativos.
Lo que no tiene disculpas es que ante una situación de crisis como la padecida no se haya hecho el intento de unir a los argentinos.
Hasta en familias con enfrentamientos ancestrales, en momentos difíciles se olvidan diferencias y se busca en el fondo de las raíces aquello que las una.
Todos los objetivos de actual gobierno fracasaron, todos. Aumentó la pobreza, la desunión entre los argentinos y la inflación, se desvalorizó la moneda, nuevamente, aumentó el mal gasto social, aunque necesario, en fin, un verdadero desastre.
Pero no todo fue malo, gracias a Bonadío, podemos rediscutir la recomposición de la clase empresarial. Un sector hegemonizado por sectores, prebendarios, evasores, contrabandistas y coimeros. Es imposible reformular nuestra economía con asociaciones empresarias dominadas por esos mal llamados industriales o empresarios “nacionales”.
Si queremos mirar con esperanza al futuro, no debemos distraernos en buscar nada en el pasado.
Aún la democracia le debe a la sociedad las reformas a un sistema corrupto e ineficiente heredado de la dictadura.
En estos 35 años parece que en términos económicos y sociales lo único que se logró es profundizar los males de la dictadura.
Miro con esperanza el futuro, basado en la crisis de nuestro sector dirigencial, que precipitará un cambio total y necesario. Y en la irrupción de los jóvenes sub-30 que traerán una bocanada de oxígeno a una sociedad ahogada en enfrentamientos estériles y debates sin sentido.
Si somos sinceros con nosotros mismos y miramos a nuestros vecinos, nos daremos cuenta que el loop de la decadencia nacional nos ha llevado a envidiar a países que hasta hace poco nos envidiaban a nosotros.
Gracias a Dios nos queda nuestra geografía y muchos de nuestros recursos a los que aún nuestros dirigentes no han podido rapiñar. Pero apuremos el paso, que la creatividad para hacer el mal es impredecible.
Como siempre, el campo argentino y sus labradores, algunas economías regionales, un interior despoblado, pero con valores éticos de antaño, jóvenes, libres, conectados con el mundo y ese ser argentino tan característico, conformado por el crisol de razas que habitan nuestro suelo, son un capital inestimable para emprender la reconstrucción.
Si nos detenemos en dos de muchas noticias de estos últimos días, nos daremos cuenta de lo que no debemos hacer nunca más.
Ante el aumento del riesgo país, índice bastante estúpido, dicho sea de paso, la dirigencia nacional debate sobre quien tiene la culpa, no sobre si hay o no riesgo ni como disminuirlo.
Ante la resolución judicial sobre un viejo expediente del actual intendente de Merlo, lo que se critica es que se haya desempolvado, nadie habla sobre la culpabilidad o inocencia del imputado.
Estas hipocresías demuestran que estamos en un pozo en el cual es muy difícil debatir sobre el futuro.
Como no podemos ni debemos acostumbrarnos a ver como nuestros hijos piensan en cómo abandonar este país que supo recibir a sus abuelos con tanta esperanza, solo deseo y propongo, ni un paso atrás.
Nada podemos mirar del pasado reciente que nos sea útil, salvo no olvidar para no repetir.
Hay un mundo apasionante frente a nuestra vista, con unas posibilidades inmensas, solo debemos recordar que la solución no está en dirimir viejas e inútiles antinomias.
Nuestros problemas no son ni el peronismo ni el anti-peronismo, ni el populismo vs el liberalismo, ni el estatismo o el anti-estatismo.
Nuestra solución está en el sentido común, en redefinir nuestra relación con el estado, en reprimir con el mayor castigo que la sociedad tiene que es el desprecio social a aquellos que roban, evaden, contrabandean, nombran empleados que pagamos todos sin motivo, paran la educación de los más pobres, mientras los ricos se educan y la lista sigue.
Nombres para pensar en un futuro promisorio.
Pichetto y Monzo, por sus servicios a la gobernabilidad y a la unidad nacional. Bonadío por sacar la mugre de debajo de la alfombra. María E. Vidal por demostrar que la política se hace en base a acuerdos. Muchos gobernadores como, Urtubey, Uñac, Cornejo, Schiaretti, Gutierrez y seguro por desconocimiento omito alguno más, que han sabido, a pesar de la crisis, sostener la producción en sus provincias.
Simple sentido común, cada argentino debe producir por lo menos lo que consume.
