INTERNACIONAL

La decisión del presidente Donald Trump de retirar las fuerzas armadas de Siria es un error. Pero si insiste en seguir adelante con esto, la mejor opción para Estados Unidos es hacer lo que pueda para garantizar que Moscú, no Ankara o Teherán, lo reemplace y negocie un acuerdo político que impida un nuevo conflicto en el este de Siria.
La retirada de las fuerzas estadounidenses del este de Siria tiene el potencial de crear un vacío de seguridad en el cual ISIS podría renacer, especialmente si la lucha se vuelve a encender. Estados Unidos abandonará a su mejor socio local en la campaña contra ISIS: las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), al cual los comandantes norteamericanos suponían que iban a lograr estabilizar el este de Siria después de la derrota de ISIS. Irán probablemente aprovechará la oportunidad para apuntalar sus líneas de suministro a través del Levante y reforzar las reservas de misiles que está construyendo en el oeste de Siria. Al alejarse de una región que constituye casi un tercio del país, incluidos algunos de sus recursos más importantes de producción de electricidad y sus reservas más importantes de agua, petróleo y trigo, Estados Unidos renunciará a ventaja en cualquier negociación sobre la disposición final del país.
La orden fue un cambio sorprendente en la política de los EE. UU. Y suscitó la preocupación entre los profesionales de la seguridad nacional de Washington de que los kurdos, que han servido como aliados de los EE. UU. en la lucha contra el Estado Islámico o ISIS, sufrirán pérdidas, mientras que el régimen de Assad, Rusia. y Turquía ganan lugar. Este fin de semana, el asesor de seguridad nacional del presidente, John Bolton, aparentemente cambió de rumbo nuevamente, anunciando que las fuerzas de los Estados Unidos permanecerían en Siria hasta que el ISIS fuera derrotado y los turcos ofrecieran garantías de que no golpearían a los kurdos.
El actor que tal vez se beneficia por encima de todos los demás de la administración de Siria en Siria es Irán. Una retirada estadounidense proporcionaría a los iraníes el espacio operativo para expandir su creciente red de combatientes extranjeros chiítas, que pueden ser movilizados y movidos por todo el Medio Oriente. Los anuncios recientes envían a Teherán el mensaje de que Washington ya no será un obstáculo en el camino de estos diseños. De hecho, según Bolton, las condiciones previas para el retiro del gobierno tienen que ver con los kurdos y el ISIS: el asesor de seguridad nacional no mencionó la presencia o expansión de las milicias chiítas entrenadas y equipadas por Irán.
Incluso si Trump cambia de opinión o ralentiza la retirada, el daño a la posición de los Estados Unidos en Siria ya estará hecho. Los diversos actores regionales, incluidos los socios árabes más cercanos de los Estados Unidos, ya se están comportando como si los estadounidenses se hubieran ido. Dada esta realidad, la única pregunta pendiente es cómo proteger mejor los intereses de los Estados Unidos.
