INTERNACIONAL

La locomotora económica de Europa emite señales preocupantes.
Aunque en diciembre, el banco central alemán, el Bundesbank, predijo un crecimiento del 1,6%, el pasado viernes, su presidente, Jens Weidmann, rebajó esas expectativas a menos del 1%.
Y este miércoles, aún se rebajó más la previsión de crecimiento: un 0,5%
Y este dato negativo no es aislado, sino que se suma a una tendencia iniciada el año anterior que preocupa a una de las principales economías del mundo.
En el último trimestre de 2018, el PIB (Producto Interno Bruto) alemán se contrajo un 0,2% y no recuperó el crecimiento en los tres primeros meses de 2019.
Datos que no son graves, pero que sí sorprenden y preocupan en el caso de Alemania.
Generalmente, se considera que una economía entra en recesión después de dos trimestres consecutivos de contracción. Esto significa que la mayor economía europea evitó por la mínima el caer en ese estado.
Una de las razones de este enfriamiento hay que buscarla en la caída de la producción industrial alemana en los últimos meses y en el colapso de los pedidos industriales.
Un estudio publicado a principios de abril mostraba que los pedidos y exportaciones «están cayendo a un ritmo no visto desde la última crisis financiera global».
La reducción de la demanda china, uno de los principales clientes de Alemania, es uno de los factores clave en esta tendencia.
