INTERNACIONAL

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Estados Unidos no ha importado ni un solo barril de petróleo procedente de Venezuela durante las últimas tres semanas.
Se trata de un dato relevante si se considera que el país sudamericano tiene las mayores reservas de petróleo del mundo y que durante décadas ha estado entre los principales proveedores de crudo de la mayor potencia del mundo.
No hace mucho, apenas a inicios de este año, la petrolera estatal venezolana, Pdvsa, enviaba más de medio millón de barriles diarios a EE. UU.
Esa cifra ya reflejaba un gran descenso en comparación con los años de mayor producción petrolera de Venezuela, a finales de la década de 1990, cuando las ventas de crudo a Estados Unidos llegaron a rozar los 2 millones de barriles diarios, según datos de la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA, por sus siglas en inglés).
Matt Smith, director de investigación de materias primas de ClipperData, una empresa especializada en seguimiento al transporte global de petróleo por vía marítima, señala que tras las sanciones a Venezuela, los crudos pesados procedentes de América Latina han sido la fuente obvia para sustituir el crudo venezolano, dada la cercanía geográfica.
«Vimos una respuesta inmediata en un repunte de las exportaciones de México en febrero y, en los últimos meses, hemos observado mayores volúmenes procedentes de lugares como Brasil, Ecuador y Colombia. Incluso hemos visto crudo pesado llegando de lugares más lejanos como Rusia, Kazajistán y Reino Unido», señala Smith.
