Trump suspende retenciones a productos chinos para beneficiar comercio minorista

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La medida del presidente mejora el animo de los comerciantes que preparan stock para enfrentar las compras de Navidad. La medida fue adoptada por la Casa Blanca en momento de temores en el mercado por una probable recesión que anuncian algunas consultoras.

El promedio industrial Dow Jones se desplomó 800 puntos el miércoles luego de que el mercado de bonos de Estados Unidos emitió una señal de alerta sobre una posible recesión por primera vez desde 2007.

El rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años cayó brevemente por debajo del rendimiento a dos años, una señal inquietante que ha predicho recesiones anteriores. Cerró con rendimiento de 1,58%, comparado con 1,68% de la víspera, lo que representa un movimiento fuerte.

Los inversionistas han estado invirtiendo dinero en los bonos del gobierno a largo plazo durante meses, enviando los rendimientos a niveles muy bajos, debido a que pronostican un crecimiento económico más lento.

Macy’s se hundió 13% luego de recortar sus previsiones de ganancias para todo el año.

Una campana de alarma económica sonó en Estados Unidos el miércoles al emitir señales de una posible recesión en el futuro próximo: se invirtió la curva de rendimiento de los bonos del Tesoro a 2 y 10 años.

Este fenómeno muestra que los inversores quieren obtener más rendimientos por los bonos a corto plazo que por los de a largo plazo.

Es la primera vez que sucede desde la Gran Recesión e indica una falta de confianza de los inversionistas en la solidez de la economía.

Lo que aparentaba ser un leve deshielo en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China que había provocado un fuerte aumento de las acciones el jueves quedó rápidamente en el olvido.

En la apertura de la Bolsa de Nueva York, el índice Dow Jones cayó 400 puntos.

Previo del inicio de operaciones, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años era de 1,622%, mientras que el del bono a 2 años alcanzó 1,634%. La última inversión de la curva de rendimiento se registró en diciembre de 2005, dos años antes de la crisis económica mundial.

Una inversión como la del miércoles ha precedido las últimas nueve recesiones a partir de 1955. Sin embargo, esto no significa que una recesión sea inminente. No hubo recesión en 1966 aunque ese año se produjo una inversión de la curva.

La inversión de la curva afectó los mercados accionarios de Estados Unidos antes de la apertura.

El Dow Jones bajaba 1,4%, lo mismo que el S&P 500. La caída del Nasdaq fue aún mayor. El precio del oro, considerado un refugio para los inversionistas, superaba los 1.500 dólares la onza y seguía aumentando.

Al agudizarse los temores de una desaceleración económica global, el precio del petróleo, que había caído 10% en los últimos tres meses, bajó 3%.

Hay un indicador económico que ha anticipado las últimas siete recesiones en Estados Unidos: la curva de yield (o curva de rendimiento) invertida.

Esta curva refleja la diferencia entre las tasas de interés a corto y largo plazo.

En el mercado financiero, se refiere específicamente a las tasas de interés de los bonos del Estado, es decir, la deuda que emite un país.

Cuando las tasas a corto plazo son más bajas que las de largo, la curva sube y no pasa nada, eso significa que las cosas van bien y la economía crece.

Pero cuando al contrario, son las tasas a corto las que pagan más, eso quiere decir que los inversores no confían en la situación de la economía.

Con todo, no hay consenso entre los analistas de que se aproxime una recesión.

Y es que el desempleo en EE. UU. está en mínimos históricos y la economía crece pujante.

Pese a ello, otros expertos plantean que, si la guerra comercial entre Estados Unidos y China continúa y los conflictos geopolíticos a gran escala generan demasiada incertidumbre, los mercados comenzarán a dar señales más claras de que el pesimismo está ganando terreno entre los inversores.

Frente a las exigencias de empresas y a los temores de que una guerra comercial esté amenazando la economía de Estados Unidos, el gobierno del presidente Donald Trump aplazó el martes la aplicación de la mayoría de los aranceles que tenía previsto imponer a productos chinos y canceló otros.

El anuncio hecho por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos tranquilizó a Wall Street y las tiendas minoristas, cuyos temores habían aumentado ante la posibilidad de que los nuevos aranceles les estropearan sus ventas de fin de año.

El gobierno estadounidense asegura que aún tiene previsto aplicar aranceles de 10% a importaciones chinas por 300.000 millones de dólares, ampliando los impuestos a casi todas las mercancías enviadas por China a Estados Unidos, en una disputa derivada de las políticas comerciales intimidatorias de Beijing.

Sin embargo, ante las exigencias de los minoristas y otras empresas, la oficina comercial del presidente Donald Trump dijo que aplazaría hasta el 15 de diciembre la aplicación de los aranceles a casi 60% de las importaciones señaladas, prevista para iniciar el 1 de septiembre. Entre las mercancías que se benefician de este aplazamiento de tres meses y medio se cuentan artículos de alto consumo como celulares, computadoras portátiles, consolas de videojuegos, algunos juguetes, monitores para computadora, zapatos y ropa.

Asimismo, el gobierno retiró otras mercancías de la lista de productos a los que se aplicarían aranceles, en una decisión basada en lo que describió como «factores de salud, seguridad, seguridad nacional y otros».

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