INTERNACIONAL

Lectura: 7 minutos
Hace seis semanas, casi todos los ministros del Interior de la UE calificaron de «histórico» su acuerdo en torno a la reforma de las leyes de inmigración y los procedimientos de asilo, aunque este no contó con los votos de Polonia y Hungría. Ambos países dejaron claro que no pagarían las compensaciones que tendrían que entregar a un fondo de la UE los Estados que se nieguen a acoger solidariamente a migrantes llegados a Italia, Grecia y otros vecinos del sur.
Ahora está en peligro todo el paquete de seis leyes. Los ministros, reunidos en Logroño, no lograron ponerse de acuerdo en un detalle que faltaba. Se trata de una normativa de emergencia, para el caso de que haya una afluencia inesperadamente grande de migrantes a los países del sur de la UE (Grecia, Italia, España, Malta y Chipre). Según los ministros, el mecanismo debería estipular que, en dicho caso, los migrantes puedan ser enviados hacia países del norte, sin examen previo de sus situaciones. Además, en tales momentos de crisis, no se debería devolver a esas personas a los países del sur, que son, en realidad, los que deberían hacerse cargo, según el acuerdo de Dublín.
La ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, rechazó el mecanismo de emergencia propuesto. En Alemania, principal meta de los migrantes, se presentaron en 2022 cerca de 250.000 solicitudes de asilo. La intención de Faeser es reducir las cifras de llegada a Alemania. La idea es que los migrantes sean evaluados, en lo posible, en los países por los que entran en la UE. Por eso se había acordado realizar «procedimientos fronterizos» expeditos, en campamentos en los límites exteriores de la UE, para poder deportar con rapidez a quienes no tuvieran posibilidades de obtener asilo. Con el fin de aliviar la carga de esos países de la frontera externa, el paquete de leyes previsto contempla la distribución de algunas decenas de miles de personas que tienen perspectivas de obtener asilo entre los demás Estados de la UE. Aquellos que se nieguen a recibir a quienes les hayan sido asignados, deberían pagar una compensación de 20.000 euros por persona.
Paralelamente a la reforma de las reglas, la UE apuesta por más acuerdos con los países de tránsito y de origen de los migrantes. La ministra de Migración sueca, Malmer Stenegard, alabó en Logroño la declaración de intenciones acordada con Túnez, que en principio prevé ayuda económica a cambio de que se retenga a migrantes allí. Pero los críticos tienen una visión diferente. Más de un centenar de organizaciones humanitarias europeas argumentan que la UE traslada el problema a terceros países, sin importarle si están gobernados por autócratas, como es el caso de Túnez.
La comisaria europea de Política Interior, Ylva Johansson, rechazó tales críticas. Afirmó que es necesario evitar la pérdida de vidas humanas, y por eso resulta imprescindible cooperar con países socios. Y agregó que se ayudará a Túnez a mejorar la protección de sus fronteras, a combatir el tráfico de personas y a llevar de regreso a la gente, de forma voluntaria, a sus lugares de origen.
En Europa se han escuchado los reportes de que cientos de personas han sido abandonadas por las fuerzas de seguridad tunecinas en el desierto, sin agua. Pero no se han formulado críticas directas a Túnez. La comisaria Ylva Johansson dijo que tal cosa es inaceptable, pero no criticó al gobierno tunecino, sino que anunció más ayuda económica.
Entretanto, las negociaciones continuarán en Bruselas, a nivel de embajadores de la UE.
El llamado «Equipo Europa», compuesto por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el premier holandés, Mark Rutte, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Túnez para reunirse con el presidente de ese país mediterráneo, Kais Saied, en busca de una mayor cooperación.
La UE y Túnez quieren combatir mejor a los traficantes de personas y garantizar que menos migrantes crucen el Mediterráneo en viajes que ponen en peligro sus vidas.
La cuestión migratoria eclipsa a todas las demás. «La UE contempla cada vez más su relación con Túnez y otros países del sur del Mediterráneo a través del prisma de la migración», afirma Anna Knoll, experta en migración del grupo de análisis ECDPM, de Bruselas.
La jefa de gobierno italiana Giorgia Meloni viene ejerciendo presión sobre los demás países de la UE. Hasta julio de 2023 desembarcaron en Italia más inmigrantes y refugiados que en años anteriores.
Varios países presionan a Bruselas para que introduzca un nuevo pacto sobre asilo y migración. Túnez ha aceptado acoger a ciudadanos tunecinos en caso de que sean devueltos desde países de la UE si no tienen derecho de asilo. Pero, Túnez no acepta acoger a personas de otros Estados que sean deportadas de países de la UE, como personas del África subsahariana, «a pesar de las presiones europeas», según Anthony Dworkin, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores,
Mientras que el acuerdo con de Turquía con Túnez se centra en varios ámbitos, como la cooperación en energías renovables, Turquía acepta acoger también a personas de otras nacionalidades, especialmente de Siria. «Ahora se trata más de impedir que la gente salga de Túnez, y no tanto de devolverla», afirma el investigador Anthony Dworkin.
Según Dworkin, hay otro punto importante para los Estados de la UE en el acuerdo actual. «Hay mucha preocupación en Europa por un posible colapso económico en Túnez». Y efectivamente, el país está en crisis, primero por los atentados terroristas, luego por la pandemia, y ahora por la guerra de agresión rusa en Ucrania. «Si Túnez se derrumba económica y socialmente», dijo el enviado de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, en marzo de este año, «aún más gente vendría a Europa».
Bruselas es consciente de que el presidente tunecino Kais Saied viola los derechos humanos. No sólo se lo considera cada vez más autoritario; también ha hecho comentarios racistas sobre la población del África subsahariana. Y la oenegé Human Rights Watch (HRW), por ejemplo, acusa a las fuerzas de seguridad tunecinas de abandonar a cientos de personas, entre ellas mujeres y niños, en el desierto entre Libia y Túnez.
Otro artículo de interés: Baja déficit público en eurozona
