ESPAÑA

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Referéndum y amnistía para procesados por intento secesionista del 2017 son dos de las peticiones del partido independentista catalán JuntsxCat para permitir que el bloque de izquierda gobierne España.
El Partido Socialista (PSOE) negociará con «discreción» una investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español con aquellas formaciones a favor de la «mayoría social» de España, dijo la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, quien rechazó la celebración de un referéndum sobre la independencia en Cataluña.
El referéndum y una amnistía para los procesados por el intento secesionista del 2017 en esa región española son dos de las peticiones del partido independentista catalán JuntsxCat para permitir que el bloque de izquierda pueda gobernar en España.
Los socialistas obtuvieron 122 escaños en las elecciones generales del pasado domingo (23.07.2023) y necesitan los diputados de otras formaciones de izquierdas para alcanzar la mayoría de 176 necesaria para poder formar Gobierno, para lo cual el partido liderado por el líder independentista catalán Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia española en Bruselas, será fundamental.
«El PSOE siempre ha sido muy claro con esta cuestión. Somos un partido constitucionalista, cualquier cuestión que abordemos tiene que estar en ese marco constitucional», dijo en una entrevista en la radio Montero.
Señaló también que ahora la prioridad es la constitución del Congreso y el Senado el 17 de agosto, y confirmó la voluntad del PSOE de negociar una investidura de Sánchez, para lo que pidió «discreción».
«Seguiremos hablando como siempre con todos aquellos que quieran seguir desarrollando un proyecto de país donde prime la mayoría social, el interés general», declaró.
Montero incidió en la necesidad de articular «un acuerdo y consenso» para que siga habiendo un gobierno «progresista» en España, «a pesar de la discrepancia que pueda haber a priori entre los sentidos ideológicos de cada formación», y se mostró convencida de que se lograr
Los resultados de las elecciones del pasado 23 de julio en España dejan, una vez más, incertidumbres sobre la composición de gobierno. Su complejo sistema de representación parlamentaria difiere mucho de los presidencialistas que predominan en América Latina. En España, según su Constitución de 1978, no necesariamente gobierna el partido que obtenga más votos, sino el que logre obtener una mayoría parlamentaria. Y el pasado domingo no lo lograron ni el Partido Popular (PP) ni el gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Tampoco los partidos candidatos a una coalición lograron los votos necesarios para cogobernar: ni la derechista VOX ni el de izquierdas Sumar.
Si el presidente (en funciones) del Gobierno de España, Pedro Sánchez, no logra una aprobación de los partidos independistas, entonces «es muy probable que el resultado y la fragmentación parlamentaria nos lleven a una repetición electoral que arroje resultados más clarificadores para alguno de los dos bloques», explica a DW el politólogo Álvaro Sánchez García, que investiga en la Universidad de Salamanca sobre el voto a partidos radicales y populistas en España, pero también en Portugal, Italia y Grecia.
«En España no solo se elige entre blanco o negro, entre rojo o azul, entre el PP y el PSOE. También los demás partidos son importantes. Por lo que puede pasar que la llave para el gobierno de España la tenga ahora Junts per Catalunya, un partido que apenas ha obtenido menos de 1 millón de votos», explica el politólogo Sánchez García.
En todo caso, el más importante mensaje de la elección del 23J parece ser el aparente freno a la derecha en España, sobre todo por la influencia que pueda ganar en América Latina.
«Para nosotros, los latinoamericanos cercanos a la socialdemocracia, el freno al auge de fuerzas de derecha enemigas de la migración y que recortan derechos constitucionales, es importante y va a tener efectos en la política latinoamericana», vaticina a DW el ex candidato a la presidencia de Colombia, Jorge Humberto de la Calle, senador independiente del partido Alianza Verde Centro Esperanza.
«Me opongo a brotes y manifestaciones autoritarios que ponen al Estado a tomar decisiones sobre la vida íntima de las personas, que quieren resolver desde el poder cuestiones de carácter moral que corresponden al libre desarrollo de la personalidad», dice el senador De la Calle, que, refiréndose a VOX, apunta que «se trata de fuerzas que buscan la intervención estatal para impedir la lucha contra la inequidad, que en Colombia es tremenda», agrega.
Para este renombrado jurista, el rechazo de VOX a la política de equiparación y reconocimiento de derechos, estigmatizada como supuesta «ideología de género», es más de lo mismo que ya ha vivido América Latina. «En Colombia tenemos un caso concreto y extraordinariamente grave», narra el constitucionalista: «Al Acuerdo de Paz (con la exguerrila de las Farc) le dimos un enfoque de género por una razón: las minorías, y en particular la mujer ha sido especialmente victimizada en el conflicto, no solo como madre, hija y esposa, sino como objeto de violencia sexual. Pero fuerzas de derecha, de manera maliciosa, dijeron que eso no era enfoque, sino «ideología de género», que nosotros lo que queríamos era acabar con la familia. Fue una situación tan dañina y de tan mala fe que tuvo efectos en el plebiscito que se perdió por escasa votación».
A pesar de ello, políticos mexicanos, colombianos y chilenos se ufanan de los contactos y periódicas visitas e invitaciones a la sede de VOX en España. La derecha de habla hispana estrecha lazos.
Las actividades de VOX, del partido Centro Democrático de Colombia, de Bukele, del Partido Republicano de Chile y de Viktor Orbán en Hungría preocupan a la politóloga Elisabeth Ungar Bleier, quien fuera directora de Transparencia Internacional capítulo Colombia.
«Yo no creo que eso sea un fenómeno aislado, ni de España ni de Chile o Colombia. Creo más bien que es un fenómeno que se está generalizando y que conlleva enormes riesgos; no solamente para los temas de género, como el aborto, por ejemplo, sino también para el Estado de derecho», dice a DW la académica, desde Buenos Aires.
En todo caso, VOX apuntó a explotar la frustración de algunos votantes de origen latinoamericano descontentos con los regímenes de izquierda que arruinaron la economía de sus países, generando altos grados de corrupción como en Argentina, creando la leyenda de que en España pasaría lo mismo.
«Hemos visto campañas un poco clonadas al estilo Trump como Latinos por Abascal (Santiago Abascal, líder de VOX) que, a pesar de hablar de hermanos de la iberosfera no han tenido mucho éxito», concluye el estudioso de partidos populistas Álvaro Sánchez García. Agrega que, aunque «todavía no tenemos la encuesta postelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas, sí vemos resultados a nivel agregado, tomando Madrid como ejemplo: en distritos donde más personas latinoamericanas residen ─Centro, Usera y Carabanchel─, en los principales bastiones de electores latinoamericanos, ha habido una victoria incontestable de la izquierda».
Si bien no se puede asumir que los latinoamericanos solo votaron por el bloque de la izquierda, el caso de los barrios de Madrid parece indicar que en muchos migrantes latinoamericanos caló más la aspiración al reconocimiento de sus derechos que el miedo. Y ésta es también una lección.
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