OPINIÓN

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.
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Había un director técnico de fútbol que un poco en serio y un poco en broma le pedía a su arquero: «No te pido que atajes todas las pelotas que vienen al arco lo único que te pido es que las que van afuera no las metas adentro». El candidato del Partido Popular Alberto Núñez Feijóo hizo una mala elección presidencial en España por algo parecido. Metía
adentro las que iban afuera.
No sólo no ganó un voto de supuestos socialistas desencantados, ni de quienes se habían ido a VOX ni tampoco de supuestos neutrales. Sino que perdió lo que ya estaba votado: en
mayo de este año en las elecciones autonómicas, provinciales y municipales el PP había ganado en toda España y triunfado en 10 autonomías de 19 y el PSOE solo en tres. España se tiñó de azul, el color del PP. Negociando con VOX se apropiaron de la mayoría de
comunidades y municipios. ¿En dos meses se puede dar vuelta una elección? Imposible. Menos para Feijóo que perdió la posibilidad de gobernar España por cuatro años; y que pese a ganar las elecciones por muy pocos votos, por el sistema parlamentario el socialismo podrá gobernar unido a los otros partidos.
¿Qué pasó? Pasó que el Partido Popular estaba obligado a gobernar con VOX, el otro partido de derecha con el cual ganaban, según todas las encuestas, holgadamente las elecciones. Y VOX ya había manifestado que su principal objetivo era desalojar a Sánchez y su gobierno social comunista del poder. Pero no. Feijoo cambia el objetivo (desalojar al Partido Socialista del poder) y se las toma con VOX a cuenta de un futuro gobierno. Y cambia el eje de la elección: ya no es desalojar al PSOE del poder sino enfrentarse a VOX gritando a voces que quería gobernar solo sin VOX. Porque VOX era ultraderecha, machista, y así.
Llegó a decir Feijóo que prefería gobernar con el socialismo, con los separatistas vascos o con los comunistas de Podemos antes que con VOX. Me imagino que el ciudadano habrá pensado «si estos se pelean así antes de ganar mejor no los voto». Y no votaron ni al PP ni a VOX.
Feijóo no entendió, como antes Macri o Bolsonaro que el ciudadano vota y veta contra el poder que se ejerce en ese momento. No vota contra el sistema, ni por ideología, ni por grandes disquisiciones. Ni vota tampoco porque ese candidato ocasional sea un genio.
Pareciera que hay dos momentos en el pensamiento de la nueva ciudadanía, que los líderes de centro derecha no han entendido: Primero, tienes que esforzarte en ganar la elección para sacarme de encima a quién gobierna porque lo ha hecho mal. Segundo, debes gobernar distinto al que tenemos ahora. Todos estos líderes de derecha o centro derecha, pensando en el segundo momento (gobernar) descuidaron el primero (ganar la elección).
El mandato tácito de la ciudadanía en Argentina, Brasil y España era: dejemos atrás al kirchnerismo, al Partido Comunista de Lula, y al gobierno español (comunistas, separatistas, ETA) de Sánchez. No lo hicieron. Y así volvimos a Cristina Kirchner bis, Lula bis, Pedro Sánchez bis, etc. Que ellos sí hicieron lo que debían: ganar la elección.
¿Esto quiere decir que debamos pactar con el diablo si es preciso para ganar elecciones? No. Estos líderes perdidosos no siguieron el ejemplo de Giorgia Meloni (Fratelli d’Italia) que pactó, audazmente y aún con diferencias ideológicas, con Berlusconi (Forza Italia) y con Matteo Salvini de la Lega Nord (acusado de ultra derecha) y con partidos menores para ganar la elección. Y ganó. Y está haciendo un gobierno ejemplar.
El purismo ideológico, la irrealidad o la torpeza política de algunos dirigentes de derecha o centro derecha acaban frustrando a millones de ciudadanos.
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