«Viva la libertad, carajo» por Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Candidato a la presidencia, Javier Milei / Foto: La Libertad Avanza

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

Una buena consigna y una actitud convincente que la respalde es la base para un lanzamiento exitoso, en cualquier emprendimiento. Marketing puro.

Recuerdo mi época de vendedor, siempre les decía a mis proveedores, yo puedo con mi habilidad, colocar la primera orden, lo que no puedo es asegurar la segunda compra si el producto no acompaña.

A los proveedores de Milei les digo, con su impronta y su consigna nos colocó la primera venta, ahora viene la segunda, ¿lo logrará?

Analicemos, como corresponde, de lo general a lo particular. El mundo vive, mal que le pese a muchos nostálgicos, el universalismo al palo. Deliberadamente no utilizo el desgastado término de globalización.

El universalismo no es algo que imponen ni los gobiernos, ni los organismos multilaterales, ni las empresas globales ni siquiera los capitales financieros. Es simplemente una consecuencia de que las distancias entre los humanos en todos los órdenes se han acortado de maneras increíbles.

Los que me siguen con estos desvaríos que escribo hace algunos años saben que no acostumbro a citar a nadie en mis afirmaciones, eso se debe a dos cosas, no tengo mucha memoria del origen de los conceptos que me apropio y además nunca creí en la propiedad intelectual.

Permítanme una excepción, Perón en los años 70 con la sola aparición de los transistores (que viejo estoy) y los, en aquellos años llamados aviones a chorro, los jet, nos advirtió que el universalismo era algo irreversible porque las comunicaciones nos acercaban sin freno alguno.

Desde ese momento hasta hoy los estados nacionales se desesperan por ponerle freno a un alud de libertad imparable. Ese alud es el que se expresa en la consigna que tan bien utilizó Milei en los últimos años. Yo grito también lo mismo, sáquenme de encima burocracias inútiles que defienden fronteras inexistentes.

Basta de estados que, con pretextos, como estado regulador, defensas de nuestro trabajo, intereses nacionales, etc. intentan ocultar intereses particulares de aquellos que no pueden ganar su sustento en un mundo interrelacionado en todos los órdenes.

Si un deportista quiere ser exitoso, lo debe demostrar en el mundo, un artista, un escritor, un empresario, un país lo mismo.

Para que no crean que hablo de argentina exclusivamente, creo que EE. UU. es el país menos productivo, menos competitivo y menos universal que he podido recorrer en los últimos años.

Es una nación vieja, que basó su unidad en sus fuerzas armadas, en creerse la policía democrática del mundo, pero que hoy necesita cobrarles a sus consumidores 4 dólares por un limón para proteger a sus «farmers» improductivos.

Estoy cansado de escuchar que los jóvenes emigran, esa apreciación es un gran error de los conservadores, los jóvenes viajan por el mundo que es donde viven.

Nuestros jugadores de fútbol, como los marroquíes, por dar dos ejemplos han dado un gran testimonio, de universalismo. Se desempeñan en el mundo, pero defienden los colores de su cultura. Ni siquiera, alguno de ellos, de sus lugares de nacimiento, sino de aquella cultura que los identifica.

Si los políticos de barrio, como el kirchnerismo, el radicalismo, las izquierdas nostálgicas y las derechas conservadoras, no se aggiornan, los jóvenes universales los pasarán por arriba.

Los viejos estados nacionales, que se ocupaban de consolidar fronteras han sido reemplazados por estados facilitadores que preparan (educan) y alientan a sus pueblos a competir en el universo.

Estados que cuidan la seguridad de sus vecinos atacados por la nueva hipótesis de conflicto. Que no son fronterizas ni ideológicas.

Son los negocios globales que utilizan la delincuencia para ganar sus mercados. El narcotráfico, la industria de los medicamentos y la industria de las armas. Esos y no otros son los karmas de esta etapa.

Estados modernos que potencian sus culturas para aportar lo mejor a la síntesis del hombre nuevo que se deberá defender de tecnologías que atacarán su esencia como tal.

Volvamos al comienzo. Un vivillo, impulsado por intereses inconfesables pero que de a poco salen a la luz, se apropió de un concepto vigente en todos los que estamos hartos de ser estafados por intermediarios, burócratas y vividores.

Colocó su primera venta, ahora el producto se debe defender solo. Si ese producto está atado a intereses de círculo, como parece, no sería muy posible que se repita la reposición.

La veloz visita a Nueva York del «libertario» me dejó un resabio de dudas.

El que pretenda ganar para transformar el presente deberá hacerse cargo de la necesidad de libertad expresada en la demanda de la sociedad. Encarar la próxima etapa de otra forma solo servirá para administrar un nuevo fracaso.

Es con la consigna de «viva la libertad carajo» como se enfrentará el futuro.

Libertad para hacer, para crear, para trabajar, para generar riqueza sin burocracia, para viajar, para llevar nuestra cultura al mundo.

Los gobiernos nacionales en el universalismo han cambiado de rol, los gastos se enfocan en cosas muy diferentes, hoy la educación, la salud pública entendida como la que evita llegar al hospital, la seguridad interior y una justicia eficaz sin burocracia son los objetivos primarios.

Luego el desarrollo, entendido como aquel que permita desarrollar todo el potencial humano y de recursos que nuestro pueblo y territorio nos da para ocupar el lugar que nos debemos en el universo.

Para eso les pagaremos las expensas que les permita cumplir con sus deberes.

Para que Milei no sea opción los reclamos de los que lo votaron deben ser canalizados. Basta de casta, basta de abusos de poder, estados serviciales y austeros, educación en serio, salud pública independiente de los laboratorios. Basta de prebendas.

No será con una Unión Democrática versión siglo XXI como impediremos la irrefrenable voluntad de una mayoría.

Viva la libertad.

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