Inmigración altera relaciones entre Italia y Francia

INTERNACIONAL

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Primera ministra italiana, Giorgia Meloni / Foto: Valsts kanceleja/State Chancellery

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunieron en Roma para hablar de la crisis migratoria en el Mediterráneo, un intento de acercamiento entre ambos países tras las últimas tensiones por esta cuestión.

El encuentro se produce después de la visita a París este lunes del jefe de la diplomacia italiana, Antonio Tajani, que el jueves viajará a Berlín, con quien Roma también mantiene desavenencias por la gestión del flujo migratorio, con duras críticas por parte de representantes de la coalición gubernamental italiana.

Meloni recibió en el romano Palacio Chigi a Macron, que acudió a la capital italiana para asistir al funeral del expresidente italiano Giorgio Napolitano.

En el encuentro, calificado de «largo y cordial» por fuentes del Ejecutivo italiano, los dos líderes hablaron de «los principales temáticas internacionales con particular atención al fenómeno migratorio» con vistas a la cumbre «Med 9» del viernes en Malta y al Consejo Europeo informal de la próxima semana en Granada.

Las relaciones en el eje franco-italiano se habían tensado en los últimos días por el aumento del control fronterizo de las autoridades galas, bloqueando a los inmigrantes en la ciudad italiana de Ventimiglia (noroeste), una situación que se suma a la oleada migratoria desde el Mediterráneo central, especialmente dura en la isla de Lampedusa.

No obstante, Macron tendió el domingo una mano a Italia animando a la Unión Europea (UE) a ayudar a Roma en la gestión migratoria y proponiendo condicionar la ayuda al desarrollo a los países africanos que colaboren a frenar la inmigración irregular.

Inmediatamente Meloni reconoció que había acogido las palabras del mandatario francés con «gran interés».

«Es evidente» que Italia, Francia y la UE «deben actuar juntas en el apoyo a los países del origen de los migrantes y para ayudar a los países de tránsito a desmantelar las redes criminales de los traficantes de seres humanos», dijo la primera ministra.

Paralelamente, el Gobierno italiano ha criticado duramente al de Alemania por la supuesta financiación que Berlín destina a las organizaciones humanitarias que rescatan inmigrantes en el mar y que Roma hostiga por culparlas de un ─discutido─ «efecto llamada».

Meloni de hecho escribió este lunes al canciller alemán Olaf Scholz: «Me ha sorprendido saber que su Gobierno habría decidido apoyar con importantes fondos a las organizaciones no gubernamentales implicadas en la acogida de inmigrantes irregulares en territorio italiano y en los rescates en el mar Mediterráneo», le reprochó.

La postura alemana ha enfurecido dentro de la coalición gubernamental de Meloni, que integra a sus Hermanos de Italia, a la ultraderechista Liga del vicepresidente Matteo Salvini y la conservadora Forza Italia de Tajani, que viajará a Berlín el jueves a pedir «explicaciones».

El ataque más sonoro lo pronunció hoy el vicesecretario de la Liga, Andrea Crippa, que sospechó que Alemania «está tratando de desestabilizar el Gobierno mediante la financiación de ONG para ─dijo─ llenarnos de clandestinos».

«Hace ochenta años el Gobierno alemán decidió invadir países con el ejército y le fue mal. Ahora financian la invasión de clandestinos para desestabilizar los Gobiernos que no gustan a los socialdemócratas», afirmó.

La ministra del Interior británica, Suella Braverman, abogó este martes por reformar el sistema de asilo global, basado en la Convención sobre el estatuto de los refugiados de la ONU elaborada tras la II Guerra Mundial, que a sus ojos «crea enormes incentivos para la inmigración ilegal».

El tratado de la ONU, que define el término «refugiado» y establece las obligaciones de los Estados con esas personas, «fue un logro increíble en su época, pero más de 70 años después vivimos en una época completamente diferente», dijo Braverman en el laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute, en Washington.

La antigua abogada general para Inglaterra y Gales argumentó que, en la práctica, la interpretación de la convención en los tribunales de justicia ha ido «expandiendo el número de personas que pueden solicitar asilo y rebajando los requisitos para hacerlo».

«No es lo mismo buscar asilo que buscar mejores perspectivas económicas. No es lo mismo pedir asilo en el primer país seguro que dar vueltas buscando el destino preferido», afirmó Braverman, que criticó asimismo las disposiciones de la Convención Europea de Derechos Humanos.

En ese contexto, la ministra británica señaló que hay numerosos países donde «es extremadamente difícil ser gay o ser mujer».

«Cuando los individuos son perseguidos, es correcto que ofrezcamos refugio. Pero no podremos mantener un sistema de asilo en el que simplemente por ser gay o mujer, y temer ser discriminado en tu país de origen, sea suficiente para solicitar protección», agregó.

Braverman llamó a los políticos de todo el mundo a reflexionar sobre la reforma del sistema global de asilo y alertó del «profundo reto» que presenta el incremento de la inmigración.

Citó una encuesta publicada por el centro Gallup en 2021 que indica que cerca de 900 millones de personas abandonarían de manera permanente su país de origen si pudieran.

Dijo que al menos el 45 % de la demanda de nuevas viviendas en Inglaterra se debe a los inmigrantes y que «los elevados ratios de natalidad entre las madres nacidas en el extranjero» significa que las escuelas secundarias inglesas necesitarán «encontrar 213.000 plazas adicionales» en 2026, respecto a 2020.

Vinculó además la llegada de migrantes a un incremento de la delincuencia: «Los jefes de la policía en el Reino Unido me han advertido de la elevada criminalidad ligada a la llegada de pequeñas embarcaciones ─dijo─, particularmente en relación a delitos de drogas, explotación y prostitución».

«La inmigración descontrolada, la integración inadecuada y el dogma desviado del multiculturalismo han demostrado ser una combinación tóxica para Europa en las últimas décadas», declaró la ministra británica.

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