OPINIÓN

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.
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El domingo comenzará a transitarse el final de un período electoral crucial, impredecible y muy importante para el futuro de nuestro país.
En esta oportunidad este aporte me tendrá como protagonista y no como analista.
Abandoné la política activa en 1996, en ese momento sentí que los negocios y los negociados iban apoderándose de una actividad que por esencia enfrenta y administra intereses.
El poder político es quizás el que más relación cotidiana tiene con intereses de todo tipo. Por eso aquellos que lo practican deben ser aquellos que tengan la aptitud y actitud que les permita administrar esa puja en beneficio del conjunto.
En aquellos años de fin del siglo pasado nuestro país con una democracia joven había nacido en 1983, no pudo, no quiso o no fue capaz de administrar esa puja de intereses y se enredó en ellos. Ese entretejido es el que me llevó a abandonar.
Me alejé, doce años, en 2008, desde otro espacio me involucré en el conflicto con el campo. Escribí en es momento mi primer aporte que hice llegar a amigos y conocidos.
Sentí que ese conflicto, claramente de intereses, representaba la rebelión de un sector social trascendente de nuestro país ante el atropello de un estado que pretendía secuestrar a la comunidad con el objeto de dominarlo, actitud absolutamente antidemocrática.
También en ese momento me sentí aun más convencido que la política en nuestro país estaba en manos de arrebatadores, de improvisados y de amorales. Razón por la cual afirmé mi decisión de mantenerme alejado.
Fue en junio del año pasado cuando invitado por un amigo apareció en mi vida un militante como los que había conocido de joven, que además había vivido en paralelo y en espacios absolutamente diferentes sensaciones muy parecidas a las mías. Y también fue el 2008 y el conflicto del campo lo que lo introdujo a la política.
Para mi representó la posibilidad de reencontrarme con una actividad que desde 1966 y hasta 1996 es decir 30 años había capturado mi vida. Lalo Creus que es de quien hablo despertó una vocación dormida.
Debo ser sincero, él como persona pero también el desafío de poder echar de Matanza a aquellos que representan lo peor de aquello que me había alejado de la política.
Si hay un municipio donde todo el mal se concentra para empobrecer y llevar a la indignidad al ser humano es La Matanza. Por eso hablo de Matanza como causa Nacional.
Al poco tiempo me di cuenta de que la importancia que le daba a esa causa era compartida por todos aquellos con los que le contaba de mi nuevo propósito de vida. Algunos para alentarme y muchos otros para advertirme que «con esa mafia no te metas».
Lo primero que percibí es que son las instituciones, comercios, industrias, gremios de Matanza a los que ese miedo los tienen paralizados, temerosos de recibir algún tipo de represalia si la mafia se entera de alguna participación en la oposición por parte de ellos.
Lo segundo es que el periodismo actúa de la misma manera. Temerosos son capaces de abrir la puerta a un personaje marginal que no puede cuestionar al poder de la mafia, como el Dipy, que a un dirigente vecinal con un trabajo social comprobable de 18 años como Lalo Creus.
La lucha por abarcar a una población de dos millones de habitantes sin medios propios de comunicación se hace una tarea ciclópea. Nótese que ciudades como Mar del Plata, Bahía Blanca, Olavarría y muchas más cuentan con canales propios de Tv, radios AM y FM de gran repercusión.
Este es un tema más que se agrega a muchos otros que hace que la política en el conurbano sea oscura, oculta y permita que personajes como Espinoza o Insaurralde y muchos otros puedan desarrollar sus redes en las que capturan a la comunidad y las convierten en rehenes.
Fuera de Matanza a los pocos que tengan un hilo de esperanza en la posibilidad de derrotar a los capos mafiosos apuestan a ello con una actitud exitista, si ven la posibilidad de éxito apuestan, si dudan miran para otro lado. Como si derrotar al poder establecido sea un tema externo a sus intereses.
Es ahí donde el grito de MATANZA CAUSA NACIONAL se ve ausente. No terminan de comprender que golpear ahí es golpear al corazón del sistema de atraso que nos agobia. Al símbolo de ese poder. El poder que ha tomado de rehén a la Argentina.
Tomar el territorio es clave, ahí es donde se desarrolla el poder del narcotráfico. Tener dirigencia activa que ilumine el territorio en todos los sentidos, dando poder a lo vecinos, permitiendo recuperar la calle con una presencia activa en los campos de la salud, educación, deporte, entretenimiento es clave para tomar el camino de la recuperación.
Estoy feliz de haber recuperado la mística que me permitió una pequeña participación en esta cruzada. Aprovecho esta vía de comunicación para alimentar la esperanza en que hay un futuro venturoso posible.
Gracias Lalo por la oportunidad, gracias al pueblo de Matanza que recibe día a día las propuestas de futuro que les habla de futuro y no de protestas.
A la comunidad de Argentina, un mensaje, hay una oportunidad. Las elecciones serán el próximo domingo y más allá del resultado estoy convencido de que seguiremos el camino hasta lograr el objetivo de recuperar ese bastión del mal con propuestas del bien.
Otro artículo escrito por Hugo Flombaum: «Viva la libertad, carajo»
