Argentina elige presidente el domingo

ARGENTINA

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Foto: Secretaría de Comunicación/Gobierno de Entre Ríos

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«El destructor» se titula la nota del diario alemán Süddeutsche Zeitung: «De adolescente, Javier Milei soñaba con ser una estrella del rock. Ahora, a sus 52 años, sueña con volar el Banco Central y sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense. Muchos expertos financieros están horrorizados: el Estado perdería el control de la moneda, dicen, y al pasar del peso débil al dólar fuerte, se pulverizarían los ahorros de los pequeños inversionistas. Sin embargo, muchos argentinos están entusiasmados: adiós peso, adiós inflación. Esa es la esperanza».

«En las primarias de agosto, Milei fue de repente el candidato más votado, con casi el 30 por ciento. Y se le considera favorito para la elección del 22 de octubre. Incluso parece posible una victoria en la primera vuelta. Argentina, durante mucho tiempo uno de los países políticamente más progresistas de la región, tendría entonces como presidente a un antiabortista, partidario de Trump, que quiere relajar las leyes sobre armas y cree en una conspiración mundial marxista, pero no en el cambio climático provocado por el hombre. Milei también cree que el comercio de órganos es solo una forma más de mercado. Considera que los impuestos son un legado de la esclavitud y llama al papa Francisco «representante del mal en la tierra» porque propaga el comunismo. Milei es un enemigo declarado del Estado, y ahora quiere convertirse en presidente de la segunda democracia más grande de Sudamérica».

El diario suizo Neue Zürcher Zeitung subraya: «Con sus ideas radicales sobre quemar el Banco Central y dolarizar la economía, Milei gana puntos especialmente entre los jóvenes argentinos. El candidato antisistema también culpa a la «casta política», como él la llama, de todo lo que va mal en Argentina. Esto cae bien entre los argentinos frustrados por la política.

Porque la economía argentina es un caos, el dólar cuesta ahora tres veces más en el mercado negro que en el oficial. La inflación es de casi el 13 por ciento mensual, lo que equivale a cerca del 170 por ciento anual, y existe la amenaza de hiperinflación. [El ministro de Economía y candidato presidencial] Sergio Massa tiene tanta culpa de esto, con sus constantes nuevos gastos estatales, como Milei. En sus discursos, el libertario aconseja a los argentinos que se deshagan de sus pesos, calificándolos de «moneda de mierda» con la que ni siquiera se puede abonar bien. Milei parece empeñado en alimentar la hiperinflación para luego poder impulsar más fácilmente el cambio al dólar. Cuanto más alto esté el dólar, más fácil será, argumenta.

Pero la razón de la inminente hiperinflación es el déficit presupuestario del Estado, que el Banco Central financia con la imprenta. Argentina lleva décadas viviendo por encima de sus posibilidades. Pero la dolarización, tal y como quiere implantarla Milei, suscita ahora esperanzas entre los argentinos de poder liberarse de un plumazo de toda la miseria. Sin embargo, Milei, y los demás aspirantes a la presidencia, tendrían primero que recortar el gasto, es decir, eliminar el déficit, antes de poder introducir el dólar.

El diario alemán tageszeitung de Berlín apunta: «Una recesión económica sin fin, una inflación de tres dígitos, una pobreza creciente y el declive de la moneda nacional son el telón de fondo de las elecciones presidenciales y al Congreso».

«Si el domingo solo votaran los menores de 30 años, Milei ganaría en primera vuelta», afirma el encuestador Lucas Romero. Los jóvenes, que simplemente están hartos de oír que todos los políticos, independientemente de su color, son los mismos podridos fracasados, y la profunda frustración de los mayores se convierten en la motivación para votar a alguien que promete acabar con todo eso. Paradójicamente, son precisamente quienes dependen de un Estado fuerte para el bienestar social, la sanidad o la educación quienes votan a un candidato que quiere desmantelar radicalmente ese Estado.

La economía en prácticamente toda América Latina avanza en la senda de la recuperación. Tanto el FMI, a principios del verano, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL), en septiembre, mejoraron sus previsiones de crecimiento para la región, con Panamá y Paraguay a la cabeza, pero impulsada sobre todo por las dos mayores economías latinoamericanas, México y Brasil. Estos dos países han sabido seguir la estela del auge de Estados Unidos y de China, sus principales socios económicos, respectivamente.

En la otra punta de este panorama de moderado optimismo se encuentra Argentina, cuya economía se espera que se contraiga hasta un 3 por ciento este año. Es uno de los únicos dos países del continente ─junto con Chile, al que se le pronostica una leve caída del 0,3 por ciento─ que no van a crecer este año. La sequía que ha azotado este año el país, muy dependiente de las exportaciones agrícolas, es sin duda una de las causas. Pero no la única.

La economía es allí uno de los principales temas en la campaña electoral. Este domingo 1º de octubre, el candidato revelación Javier Milei, en un tono más moderado que el habitual, se presentó en el primer debate previo a las elecciones del próximo 22 de octubre como el único «en condiciones de terminar con la inflación y la inseguridad». Su fórmula: desregulación y privatizaciones; con las que, aseguró, en 20 años Argentina podría alcanzar el nivel de vida de Alemania.

Un reciente estudio de la Universidad de Buenos Aires (UBA) destacaba que, «por primera vez en treinta años, los principales rubros del índice de precios al consumidor (IPC) aumentaron por encima del 100 por ciento anual». Matías De Luca, del Centro RA de la Facultad de Economía de esta Universidad, destaca, junto al «pico de inflación», otros aspectos del «frágil escenario financiero» de Argentina: «el Banco Central se ha quedado sin reservas (de hecho son negativas), el sector agropecuario atravesó una de las sequías más agresivas en las últimas décadas (lo cual nos supuso 20.000 millones de dólares en exportaciones) y, en medio, elecciones presidenciales que inundan el escenario de incertidumbre, especialmente por lo opuestos que son los planes económicos según el candidato».

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