Opositora iraní recibe Premio Nobel en prisión

INTERNACIONAL

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Activista iraní Narges Mohammadi / Foto: Trong Khiem Nguyen

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La activista iraní Narges Mohammadi, que está encarcelada en su país, iniciará una nueva huelga de hambre el domingo, día sumamente simbólico en que, en su ausencia, sus hijos recibirán su premio Nobel de la Paz en Oslo.

Mohammadi, que protesta contra el uso obligatorio del velo para las mujeres y la pena de muerte en Irán, llevará a cabo una huelga de hambre «en solidaridad con la minoría religiosa» bahaí, indicaron su hermano y su esposo durante una rueda de prensa el sábado, en la víspera de la ceremonia de los Premios Nobel, en Noruega.

«No está aquí con nosotros hoy, está en prisión y estará en huelga de hambre en solidaridad con una minoría religiosa», dijo su hermano menor, Hamidreza Mohammadi, en una breve declaración.

El esposo de la activista de 51 años, Taghi Rahmani, precisó después que este gesto iba dirigido a la minoría bahaí. Dos de sus principales figuras, Mahvash Sabet y Fariba Kamalabadi, también están en huelga de hambre.

«Me dijo «voy a empezar mi huelga de hambre el día que me concedan el premio, quizás así el mundo oiga hablar más de ello»», explicó Rahmani en la rueda de prensa.

La comunidad bahaí, la minoría religiosa más importante en Irán, es objeto de discriminaciones en varios ámbitos de la sociedad, según sus representantes.

Mohammadi, de salud frágil y detenida desde 2021 en la prisión de Evin en Teherán, estuvo en huelga de hambre unos días a principios de noviembre, y las autoridades penitenciarias no querían trasladarla al hospital por no querer cubrirse la cabeza con un velo.

Narges Mohammadi recibió en octubre el Nobel de la Paz «por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su combate por promover los derechos humanos y la libertad para todos».

«Este verano será la pesadilla de los mulás. Verán nuestra mejor cara», pronostica la joven Laria (nombre cambiado), en entrevista con DW. La estudiante de Teherán, de 19 años, se ríe y agrega: «El clima se está volviendo más cálido y queremos embellecer la ciudad con nuestra ropa colorida y hermosa». Desde hace algún tiempo, Laria ha dejado de cubrir su cabello en público con el velo islámico, igual que muchas otras mujeres, como ella misma subraya. La joven ha observado que el número de mujeres sin hiyab ha aumentado significativamente en los últimos meses.

Tras la brutal represión en todo el país de las protestas provocadas por la trágica muerte de Jina Mahsa Amini bajo custodia policial en 2022, las mujeres en Irán parecen haber recuperado el coraje y la resiliencia. Muchas se muestran en público no solo sin un pañuelo en la cabeza, sino también sin la obligatoria túnica o abrigo, apenas con una blusa y jeans o un vestido. Algo difícil imaginar hace un año, incluso para quienes llevan ya tiempo luchando contra el hiyab obligatorio, como la fotógrafa Ghazall Abdollahi, de 28 años.

Ghazall salió de Irán hace siete meses, cuando las protestas estaban en pleno apogeo. Había participado en una manifestación en la que arrestaron a amigos suyos. Ghazall pudo escapar de los oficiales e inicialmente se escondió donde conocidos. Como ya tenía una visa para Alemania, decidió irse del país. Pero todavía está en estrecho contacto con sus amigas en Irán. Le cuentan sus experiencias todos los días, dice Ghazall a DW.

«Por ejemplo, me cuentan lo extraño que se siente salir de casa sin un pañuelo en la cabeza y una túnica. A menudo describen sentirse como si estuvieran desnudas. Pero, al mismo tiempo, lo sienten ahora como algo natural y correcto. Me parece muy interesante que todas me cuenten que, incluso en los pueblos más pequeños y conservadores, casi nadie se queda mirándolas ya porque no usen pañuelos en la cabeza».

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