Sociedades Deportivas, opinión de Norberto Zingoni

OPINIÓN

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Foto: pxhere.com

Por Norberto Zingoni*, escritor, abogado, exjuez, corresponsal de LaCity.com.ar en Europa.

Lectura: 4 minutos

La propuesta del presidente Milei de incorporar en el fútbol profesional a las Sociedades Anónimas Deportivas abrirá un duro debate (como muchas de las otras iniciativas políticas, económicas y culturales que propuso).

No sabemos si finalmente se aprobará, pero lo que sí sabemos es que va a tener una oposición feroz. En primer lugar, oposición de «a los que les va bien así cómo están las cosas»: barras bravas, intermediarios, empresas de medios monopólicas, etc.

Pero también saldrán las espadas de los «políticamente correctos», aquellos que dicen defender el «amateurismo», «la función social» y «los trapos». Conmovidos periodistas entre ellos. «Fútbol para todos» fue una iniciativa entre la AFA y el gobierno de entonces (2010/2015) para televisar los partidos de fútbol profesional. Según una denuncia (juzgado federal Dra. Capuccetti) el Estado perdió cerca de mil millones de dólares.

Siguiendo con la tradición de una Asociación del Fútbol Argentino rica con clubes pobres, el artículo 10 del estatuto de la AFA prohíbe hablar de Sociedades Anónimas Deportivas: los clubes «deberán revestir el carácter de asociaciones civiles sin fines de lucro», y el que hable de eso (se refiere a las Sociedades Anónimas deportivas) será condenado a perder «la calidad de miembro». Muy democrático todo…

Cuando River vende a Claudio Echeverri al Manchester City por 25 millones de dólares no está haciendo amateurismo. La venta de jugadores supone una cantidad de operaciones comerciales: cobra el club, el jugador, el intermediario, los abogados. De hecho, operan como una sociedad comercial. El régimen actual es una simulación, es como si una Sociedad de Fomento (Sociedad sin fines de lucro) tuviera un presupuesto anual de 23 millones de dólares, que es el presupuesto de River. Absurdo.

En América Latina ya han cambiado su régimen jurídico varios países, encabezados por Chile.

Y en Europa todos o casi todos. España tenía clubes endeudados, fútbol de baja calidad, corrupción. Esa era la crisis en la que estaba hundido el fútbol español. Y tuvieron una ley integral del deporte de 1990 que dio el puntapié (nunca mejor dicho) inicial para la reconstrucción. Luego fueron campeones de Europa y campeones mundiales, su liga fue por años una de las mejores del mundo en la cual se podía disfrutar de Messi, Cristiano Ronaldo, Redondo, Xavi, Inhiesta, etc. En Argentina casi no pudimos, ni podemos, disfrutar de nuestros grandes cracs, todos son vendidos casi sin poder disfrutarlos en nuestras canchas.

Todo comenzó en España con esa Ley Integral del Deporte profesional y la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas de 1990 (como abogado de la Secretaría de Deportes había ido a España y el Ministerio de Deportes me entregó una copia de la nueva ley que, ilusionado, le entregué a Julio Grondona. Recuerdo vagamente una sonrisa que, ahora veo, era de conmiseración hacia mi inocencia).

El estado se hizo cargo de las deudas, pero les descontaba a los clubes españoles de los derechos de televisión que percibían. Si se excedían en los gastos los dueños de la Sociedad Anónima Deportiva debían ¡avalar la deuda con sus bienes personales!

Y una serie de normas para que no volvieran a endeudarse y que ponía límites a las locuras de dirigentes que endeudan a lo loco a sus clubes. Y sin responsabilidad alguna; ellos se van pero la deuda queda.

En el tratamiento de la ley de SAD podría hacerse algo así como la ley española: aquellos clubes que están saneados y no tengan deuda podrán seguir sin incorporarse a las sociedades anónimas deportivas; fueron el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Bilbao y el Osasuna que siguieron siendo sociedades civiles dirigidas por sus socios.

Por el bien de nuestro amado fútbol sería conveniente una discusión seria del tema, sin golpes bajos ni demagogia. Ni aprietes de los barra brava.

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