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El Tribunal Golovinski de Moscú condenó a dos años y seis meses de cárcel a Oleg Orlov, que fue esposado en la misma sala y trasladado a prisión por agentes encapuchados.
El activista, de 70 años, fue condenado por el artículo «Querían fascismo, ya lo tienen» publicado en 2022 en la prensa francesa, donde, según sus palabras y a la vista de lo ocurrido en los últimos meses, incluida la reciente muerte en prisión del opositor Alexei Navalny, no exageró «ni un ápice».
La Fiscalía acusó a Orlov, que también se manifestó en la plaza Roja contra la guerra en Ucrania, de albergar odio contra el Ejército ruso y animadversión contra los principios morales tradicionales y los valores patrióticos que profesa el Kremlin.
Decenas de personas ─incluidos diplomáticos occidentales─ acudieron al tribunal para apoyar a Orlov, uno de los últimos críticos del Kremlin en libertad y en Rusia, ya que muchos han partido al exilio.
En su última intervención ante el tribunal, el lunes Orlov denunció «el estrangulamiento de la libertad» en Rusia y el envío de tropas rusas a Ucrania. «No me arrepiento de nada», aseguró.
Además, calificó de «asesinato» la muerte del opositor Alexei Navalny en una cárcel del Ártico, el 16 de febrero, y llamó a otros opositores a «no perder el coraje».
El fallo coincidió con el noveno aniversario del asesinato, cerca del Kremlin, del dirigente opositor y ex vice primer ministro ruso Boris Nemtsov.
Orlov fue declarado culpable en primera instancia en octubre de 2023 y fue condenado a una pequeña multa, una pena ligera comparada con las sentencias habituales contra otros críticos del Gobierno. Pero la justicia rusa entonces apelar a la sentencia y abrió un nuevo proceso contra él.
Orlov formó parte de la ONG Memorial, organización que ganó el premio Nobel de la Paz en 2022 por preservar la memoria de la represión durante la era Soviética y que fue disuelta por la justicia rusa.
«La sentencia de Orlov es un intento de silenciar la voz del movimiento de defensa de los derechos humanos en Rusia y cualquier crítica al Estado», denunció Memorial en un comunicado.
«En la Rusia actual todo está patas arriba: la guerra es paz y los llamamientos a la paz son un crimen», aseguró en Telegram. Y recordó que Orlov salvó la vida de muchos soldados y civiles rusos durante las dos guerras de Chechenia.
Orlov nunca quiso irse de Rusia. «Soy más útil aquí», dijo a la AFP en una entrevista concedida a mediados de febrero, en la que defendió que es «importante» que haya voces críticas que permanezcan en Rusia, pese a la sistemática represión.
Según el medio de investigación Proekt, la magnitud de la represión desde 2018 solo es superada por un dirigente soviético, Iósif Stalin, acusado por Memorial de ordenar el fusilamiento de cientos de miles de personas y enviar a varios millones más al GULAG.
Proekt cifra en 116.000 los represaliados desde 2018 ─cuando comenzó el cuarto mandato del actual jefe del Kremlin, Vladímir Putin─, de los que 11.442 lo fueron por causas penales.
Las autoridades rusas habrían procesado más personas por extremismo y críticas al poder (5.613) que las soviéticas por propaganda antisoviética durante los mandatos de Nikita Jruschov (4.883) o Leonid Brezhnev (3.234).
Además, según la investigación, a los tribunales llegaron casi 6.000 casos por delitos contra el Estado y por negarse a combatir en Ucrania.
En los últimos dos años de contienda, ya son casi 20.000 los detenidos, 900 los casos penales y unos 270 los condenados en el marco de la campaña de represión lanzada por las fuerzas de seguridad, muchos de ellos por controvertidas leyes de guerra, como desprestigiar las acciones del Ejército en Ucrania, informa por su parte la ONG OVD-Info.
Vladimir Kara-Murza, crítico del Gobierno ruso, fue condenado a 25 años de cárcel por presunta «alta traición» y «difusión de información falsa» sobre el Ejército ruso. Se trata de la pena más larga dictada hasta ahora contra un crítico del Kremlin. El historiador y experiodista es odiado desde hace tiempo por el régimen de Putin. Ya en 2015 y 2017 se derrumbó con síntomas de envenenamiento.
«En las condiciones que se encuentran los centros de detención preventiva del noroeste de Moscú, la enfermedad de Kara-Murza ha empeorado. Está claro que, dado su estado de salud, se trata básicamente de una sentencia de muerte», explicó el abogado Vadim Prokhorov. «Pero incluso dos o tres años de cárcel, en una prisión de máxima seguridad, podrían ser fatales para él».
Kara-Murza fue detenido en abril de 2022 tras criticar la invasión rusa a Ucrania. En una entrevista con la cadena estadounidense CNN, calificó las acciones de Rusia de agresión y al poder estatal ruso de régimen asesino.
Probablemente uno de los críticos del Kremlin más conocidos, Alexei Navalny es un activista opositor de 46 años, que sobrevivió en 2020 a un ataque mortal con el agente nervioso Novichok, del que se recuperó posteriormente en Alemania. En 2021, voló a Moscú, fue detenido en el aeropuerto y, aproximadamente un mes después, condenado a varios años de prisión por presunto fraude.
Yevgeny Roisman es considerado uno de los últimos críticos conocidos de Putin que se encuentra en libertad. En noviembre pasado, el activista de la oposición y exalcalde de Ekaterimburgo fue calificado por el Ministerio de Justicia como «agente extranjero», según la agencia Interfax. A mediados de marzo, fue condenado a 14 días de detención por presunta difusión de simbología extremista. Actualmente, está en curso otra causa contra él.
Ilya Yashin es uno de los últimos críticos que quedan en Rusia. Ni siquiera su detención le impidió criticar duramente a las autoridades y denunciar la intervención militar en Ucrania. En diciembre del año pasado, Yashin fue condenado a ocho años y medio de prisión. Según la sentencia, Yashin había denigrado a las fuerzas armadas rusas, tras denunciar el «asesinato de civiles» en la ciudad ucraniana de Bucha.
Pyotr Versilov también tuvo que pagar con su salud. El editor de la revista online Mediazona y miembro del grupo punk Pussy Riot se sintió repentinamente muy enfermo en otoño de 2018. Los médicos alemanes solo pudieron determinar que había sido envenenado, pero no con qué sustancia. Versílov cree que fue castigado por sus investigaciones sobre los asesinatos de tres periodistas rusos.
Boris Nemtsov había inspirado en su día a Kara-Murza. El crítico del Kremlin y exviceprimer ministro fue asesinado a tiros en 2015, mientras caminaba hacia su casa por un puente de Moscú cerca del Kremlin. Nemtsov, un carismático orador, había criticado la anexión de Crimea por parte de Putin en 2014 y participaba regularmente en protestas.
La reportera ruso-estadounidense de «Novaya Gazeta» Anna Politkovskaya también fue asesinada a tiros, el 7 de octubre de 2006, en el ascensor de su edificio. La periodista, que informaba sobre los crímenes de guerra cometidos por el Ejército ruso en Chechenia, ya había sido envenenada tres años antes de su muerte, cuando voló de Moscú a Beslán, el 2 de septiembre de 2004, para informar sobre la toma de rehenes en una escuela local por parte de terroristas.
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