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El presidente francés, Emmanuel Macron, propuso este miércoles en su segundo día de visita oficial a Brasil, abrir una nueva página en la asociación estratégica y en la cooperación militar entre ambos países, que no se limite a la actual construcción de submarinos y helicópteros.
«Estoy aquí para celebrar 16 años de cooperación en la producción de submarinos y para decir que en las próximas décadas queremos ir más lejos y lanzar proyectos más ambiciosos», afirmó el mandatario francés junto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en la ceremonía de botadura al mar del tercer sumergible construido como parte de un programa de cooperación bilateral.
El contrato que Brasil firmó con los astilleros estatales franceses DCNS exigió una inversión de 40.000 millones de reales (unos 8.163 millones de dólares) y permitió la construcción de un moderno astillero para submarinos en el Complejo Naval de Itaguaí, en el litoral sur del estado de Río de Janeiro.
Macron dijo esperar que Brasil alcance el desarrollo de la tecnología de propulsión nuclear naval con «el respeto de todos los compromisos más exigentes de salvaguardas». «En ese escenario (de garantías de uso pacífico de la energía nuclear), Francia estará al lado de Brasil», dijo.
Afirmó que, además de los submarinos y de los helicópteros que Airbus produce en una planta en el estado de Minas Gerais, Francia quiere cooperar con Brasil en la producción de otros equipos militares «Queremos que Brasil y Francia sean grandes y poderosos porque la situación del mundo nos preocupa. Y esa preocupación también es pretexto para una ambición aún mayor (en la cooperación) en la que Francia y Brasil puedan cooperar al servicio del mundo», declaró.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su par francés, Emmanuel Macron, lanzaron el martes un plan para recaudar más de 1.000 millones de dólares para invertir en proyectos de economía sostenible en la Amazonía brasileña y francoguayanesa.
El anuncio ocurrió al inicio de una visita de tres días del presidente francés a Brasil, que en un gesto simbólico se encontró con Lula en Belém, la ciudad amazónica del norte del país que en 2025 acogerá la COP30 contra el cambio climático.
Ambos presidentes se subieron a una embarcación que los llevó hasta la cercana isla de Combu para visitar una microempresa de producción de cacao, un ejemplo de bioeconomía.
En una fotografía publicada por Lula en la red social X, los dos mandatarios, vestidos con camisa blanca, se estrechan la mano mientras cruzan el río, sonrientes y con la mirada en el horizonte.
Con el plan anunciado este martes, Francia y Brasil pretenden recaudar «1.000 millones de euros de inversión pública y privada durante los próximos cuatro años» (1.080 millones de dólares), según el documento de la hoja de ruta.
La idea es conjugar la «conservación y la gestión sostenible de los bosques» con la «valorización económica» de sus territorios, poniendo a los «pueblos indígenas y las comunidades locales en el centro de la toma de decisiones», añade el documento.
Lula ha hecho de la lucha contra la deforestación en la Amazonía una prioridad de su tercer mandato.
La destrucción de la selva brasileña disminuyó hasta la mitad en 2023 respecto al año anterior.
El mayor bosque tropical del mundo desempeña un papel clave en la lucha contra el cambio climático, al absorber emisiones de dióxido de carbono.
El 60% de la Amazonía se ubica en Brasil.
Además, la hoja de ruta propone el desarrollo de un «mercado de carbono que remunere a los países selváticos que inviertan en la recuperación de los sumideros naturales», los ecosistemas que capturan grandes volúmenes de emisiones de carbono.
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