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En sus primeros 13 meses de gestión el presidente Lula da Silva destruyó las finanzas públicas de Brasil, agotando así completamente el superávit que había dejado su predecesor Jair Bolsonaro.
Hacia el mes de enero de 2023 el resultado primario del Gobierno federal marcaba un superávit equivalente al 0,56% del PBI, mientras que el déficit financiero (contabilizando la carga por intereses) alcanzaba el 4,32% del producto respectivamente. Después de 13 meses de socialismo, el resultado primario marcó un rojo de hasta el 2,4% del PBI en enero de 2024, y el déficit financiero total se disparó al 7,5% del PBI.
Se trata de los desequilibrios fiscales más elevados desde agosto de 2021, cuando todavía restaba superar los efectos colaterales del stock provocado por la pandemia. Pero aún exceptuando al período de la pandemia, el déficit financiero del Gobierno brasileño ya es equivalente (en relación al PBI) al que había al comienzo de la gestión de Bolsonaro.
Todo esto ocurrió a pesar de que el oficialismo logró la sanción de numerosos proyectos para subir o crear nuevos impuestos desde enero del año pasado. Las principales medidas fiscales adoptadas fueron las siguientes:
La medida provisoria 1.163/2023 estableció un gravámen del 9,2% sobre la exportación de petróleo y minerales bituminosos, vigente entre marzo y junio del año pasado *Con la medida provisoria 1.184/2023 los fondos de tipo cerrado fueron alcanzados por el impuesto a la renta bajo el mismo régimen que los fondos abiertos, a pesar de que la naturaleza de ambos es distinta
El Decreto 11.764 comenzó a aplicar el Impuesto a los Productos Industrializados (IPI) para las armas de fuego
Las cargas sociales a cuenta de los trabajadores se incrementaron del 11% al 14% en el año fiscal 2023
Eliminación de las exenciones impositivas sobre la nafta y el diésel
Cuatro años de disciplina fiscal presente en el Gobierno anterior fueron rápidamente dilapidados por 13 meses de administración socialista. El Presidente Lula eliminó el techo legal para la expansión del gasto público, por lo que el período fiscal 2023 no se reglamentó bajo ninguna regla en particular.
Ocurrió desde agosto de 2021, cuando todavía restaba superar los efectos colaterales del stock provocado por la pandemia. Pero aún exceptuando al período de la pandemia, el déficit financiero del Gobierno brasileño ya es equivalente (en relación al PBI) al que había al comienzo de la gestión de Bolsonaro.
A partir del período fiscal 2024 comenzó la entrada en vigor del llamado «calabozo fiscal», una nueva regla que le permite al Gobierno federal confeccionar presupuestos y gastar de manera ilimitada, siempre y cuando logre incrementar la recaudación tributaria de manera más que proporcional.
En este sentido, la reforma impositiva enviada por el socialismo se propone facultar al Gobierno a incrementar las erogaciones tanto como sea posible. A partir de este año comenzó a regir un gravámen especial del 15% sobre las apuestas online, así como también el aumento de la tasa que grava las ganancias de capital a fondos en el exterior hasta el 15%.
La reforma impositiva socialista también contempla la unificación de una serie de impuestos internos sobre las ventas, para consolidar un Impuesto al Valor Agregado (IVA) con una alícuota general del 27,5%, la más alta del mundo. La reforma se aplicaría con carácter gradual durante los próximos años.
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