INTERNACIONAL

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El Parlamento finlandés aprobó este viernes con gran mayoría una ley que restringe el ingreso al país a migrantes y peticionarios de asilo a través de la frontera rusa y permite a las autoridades devolverlos en caliente.
Sin embargo, las solicitudes de asilo deben aceptarse si según la evaluación de la guardia de fronteras es necesario proteger los derechos de una persona en una posición vulnerable.
La solicitud también se aceptaría si, de acuerdo al mismo organismo, es evidente que la persona corre un peligro real de ser sometida a la pena de muerte, tortura u otros tratos que violen la dignidad humana, principalmente en el país de donde proviene.
El gobierno finlandés acusa a Rusia de estimular a migrantes procedentes de países como Siria y Somalia a entrar a Finlandia y considera que se trata de una represalia contra el ingreso del país a la OTAN.
«El Estado de derecho tiene el derecho y el deber de defenderse a sí mismo y a su seguridad», dijo el primer ministro finlandés Petteri Orpo después de la votación.
Orpo prometió que el gobierno hará todo lo posible para encontrar soluciones europeas para responder a la instrumentalización de la inmigración.
Las autoridades finlandesas ya habían cerrado siete de los ocho pasos fronterizos entre Finlandia y Rusia , el último, el 28 de noviembre. El país justificó esta decisión por el aumento de los migrantes ilegales. El octavo y más septentrional, el de Raja-Jooseppi en Irania, Laponia ─a más de 1.000 kilómetros de Helsinki y a 250 kilómetros de Murmansk, en Rusia─ fue cerrado el 30 de noviembre.
El cierre de la frontera es un duro golpe para los residentes de habla rusa en Finlandia, casi 100.000 en un país de cinco millones y medio de habitantes. Muchos solían cruzar la frontera hasta Víborg o San Petersburgo.
A finales de noviembre, Viktoria Ilyina y Yevgueni Koshevnikov querían viajar en coche desde Lappeenranta, sur de Finlandia, hasta San Petersburgo, donde iban a operar a su hijo Serafim, de cinco años, porque «allí tenemos médicos en quienes confiamos y que hablan ruso», explica Ilyina a DW. La operación tuvo que posponerse debido al cierre de fronteras.
La visita prevista al padre de Koshevnikov, que recientemente sufrió un ictus y padece cáncer, tampoco podrá realizarse. «Me preocupa mucho que la salud de mi padre siga deteriorándose y no pueda estar con él», lamenta.
Hay muchas historias de este tipo en Lappeenranta. La ciudad está a 25 kilómetros de la frontera rusa, y alrededor del cinco por ciento de la población habla ruso. Tras el cierre de tres puestos de control del sur, los residentes de habla rusa de Lappeenranta se manifestaron frente al ayuntamiento de la ciudad el 19 de noviembre.
Uno de los organizadores fue Ivan Deviatkin. El joven vive desde hace 12 años en Finlandia, donde completó sus estudios universitarios. Habla finlandés con fluidez, y tiene un hijo. Ivan dejó de trabajar y, desde entonces, intenta dialogar con las autoridades finlandesas.
«Fue como un cuchillo en la espalda, una traición por parte del gobierno finlandés, que no nos tuvieran en cuenta, como si nosotros, la minoría de habla rusa en Finlandia, no tuviéramos intereses propios», lamenta Deviatkin. Su familia planeaba celebrar el Año Nuevo juntos en Rusia.
Deviatkin realizó una vigilia de 30 horas solo en una tienda de campaña para llamar la atención sobre el tema. En su cartel, escrito en sueco, el segundo idioma oficial de Finlandia, se leía: «Amo a Finlandia. Pero ¿Finlandia me ama a mí?».
La afluencia de inmigrantes de terceros países, a través del territorio ruso, aumentó desde agosto de este año. Según la Guardia Fronteriza finlandesa, casi 1.000 solicitantes de asilo entraron al país a través de la Federación Rusa durante este tiempo. En años anteriores, llegaron sólo unos pocos.
En Helsinki está convencidos de que las autoridades rusas están dejando entrar a inmigrantes sin visa a la Unión Europea. El primer ministro finlandés, Petteri Orpo, compara las acciones de Rusia con una guerra híbrida, una venganza por la adhesión de Finlandia a la OTAN.
La ministra finlandesa del Interior, Mari Rantanen, del partido populista de derecha conocido como «Verdaderos Finlandeses», dijo a DW que fue una «decisión difícil» y expresó su esperanza de que la parte rusa se dé cuenta de que «una frontera pacífica es de nuestro interés común».
El cierre de la frontera provocó críticas tanto en Finlandia como en el extranjero. La Defensora del Pueblo finlandesa para la antidiscriminación, Kristina Stenman, teme que se ponga en peligro el acceso al procedimiento de asilo, ahora sólo posible en el aeropuerto de Helsinki y en los puertos del país.
La ministra del Interior, Mari Rantanen, aseguró a DW que el Gobierno es consciente de que su decisión «tiene consecuencias para las personas que cruzan la frontera legalmente». «Estamos muy preocupados por esto, lo lamentamos y esperamos que la situación se normalice lo más rápido posible y podamos reabrir la frontera, pero eso dependerá de las acciones de Rusia», afirmó la ministra.
La emisora finlandesa Yle informó que Finlandia podría reabrir los pasos fronterizos a partir del 14 de diciembre.
*Imagen ilustrativa.
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