INTERNACIONAL

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Un Tupolev Tu-142 y un Sukhoi Su-30 de escolta fueron interceptados sobre el mar Báltico este viernes (13.09.2024) por una patrulla de Eurofighters de la Fuerza Aérea de Alemania desplegada en Letonia, que reportó el incidente en la red social X.
De acuerdo con la fuente, los aviones de combate no llevaban «plan de vuelo ni transpondedor», el dispositivo electrónico que sirve para facilitar la identificación de las aeronaves en el tráfico aéreo.
La Fuerza Aérea alemana indicó que se recibió una alerta en las bases aéreas de Laage, Alemania, y Lielvarde, en Letonia.
La OTAN realiza este tipo de operaciones de interceptación y escolta casi a diario. Según datos de la alianza militar recogidos por el diario alemán Bild, 300 misiones de esta naturaleza se llevaron a cabo el año pasado.
Hasta el próximo lunes, Rusia desarrolla las maniobras militares navales Okean-2024 sobre regiones del océano Ártico, el mar Báltico, el mar Caspio y el mar Mediterráneo.
Los aviones no tripulados y misiles rusos siguen atacando Ucrania y violando el espacio aéreo de la OTAN, poniendo a los habitantes de los países de Europa del Este en peligro. Expertos proponen posibles soluciones.
A primera hora del domingo 8 de septiembre, dos F-16 rumanos despegaron de una base aérea en Borcea, cerca de la frontera con Ucrania. Se trató de una respuesta de emergencia luego de que el sistema de vigilancia detectara un dron ruso ingresando en el espacio aéreo rumano.
Según los reportes, el dron permaneció sobre territorio rumano una media hora y luego se dirigió a Ucrania. No fue el primer incidente de este tipo en Rumania ni tampoco en países miembros de la OTAN. Apenas un día antes, un dron ruso había caído cerca de la ciudad letona de Rezekne.
Este tipo de incidentes han aumentado en las últimas cuatro semanas, y Rusia parece dispuesta a asumir más riesgos. «Esto es cada vez peor, y la OTAN ahora tiene que encontrar una respuesta», dice a DW Jamie Shea, ex subsecretario general adjunto para asuntos emergentes de seguridad en la OTAN.
La OTAN ha condenado las recientes violaciones del espacio aéreo por parte de Rusia, calificándolas de «irresponsables y potencialmente peligrosas». Sin embargo, en una publicación en X (Twitter), el secretario general adjunto saliente de la OTAN, Mircea Geoana, señaló que la alianza no tiene información «que indique un ataque intencional por parte de Rusia contra los aliados».
Expertos como Jan Kallberg, miembro del Centro de Análisis de Políticas Europeas con sede en Washington DC, sospechan que Rusia podría estar poniendo a prueba la reacción de la OTAN y buscando encontrar discrepancias «entre lo que decimos y lo que hacemos».
El tema estuvo entre los asuntos discutidos durante una reunión a puertas cerradas del Consejo del Atlántico Norte en Bruselas esta semana. La presión crece para que la OTAN vaya más allá de las medidas ya implementadas, y aumente los patrullajes aéreos y despliegue más sistemas de defensa aérea.
En una reciente entrevista con el Financial Times, el ministro de Exteriores polaco, Radek Sikorski, dijo que su país, así como otros estados fronterizos con Ucrania, tienen el «deber» de derribar los drones antes de que entren en su espacio aéreo.
Como nación soberana, Polonia ciertamente podría hacer lo que considere necesario para su defensa, pero es poco probable que el gobierno polaco actúe sin esperar una decisión colectiva de la alianza. Hasta ahora, la OTAN ha rechazado esta propuesta, afirmando que corre el riesgo de convertirse en parte del conflicto.
«La mentalidad de escalada» está limitando la capacidad de los países de la OTAN para ayudarse a sí mismos y ayudar a Ucrania, dice a DW Kristine Berzina, experta en políticas de seguridad del German Marshall Fund, un centro de pensamiento político estadounidense. La experta recuerda que, a pesar de que Rusia advierte de «líneas rojas a cada rato», ni el apoyo occidental a Ucrania ni la reciente incursión ucraniana en territorio ruso en la región de Kursk ha provocado «reacciones catastróficas de ningún tipo».
La ampliación de las defensas aéreas de Polonia o Rumania ayudaría no solo a proteger a sus propios ciudadanos, sino también a ciudades ucranianas como Leópolis, dice Berzina. Esto podría ser un efecto secundario importante para Ucrania a medida que se acerca el invierno, una temporada conocida por un rápido incremento de los ataques rusos contra la infraestructura energética ucraniana.
Shea también espera que el riesgo de un aumento de incidentes en el espacio aéreo de la OTAN crezca a medida que Rusia ataque más objetivos en el occidente de Ucrania. Al mismo tiempo, sostiene que un eventual uso de los sistemas de defensa aérea de la OTAN sobre la frontera con Ucrania debería ser dentro de un área reducida, para no dar la impresión de que «esto es una intromisión de Occidente en la guerra».
Al final, ciertamente se trata de una decisión política. Expertos consultados por DW coinciden en que si la OTAN quiere una «zona colchón» en la frontera con Ucrania, tendrá los recursos para hacerla. Pero, ¿cuán probable es que algo así suceda?
Con las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos y la difícil situación interna en Francia y Alemania, los gobiernos de esos países parecen tener pocos incentivos para tomar decisiones que puedan ser criticadas por llevar a sus países al borde de una guerra con Rusia.
«Mientras los rusos no nos ataquen deliberadamente, haremos la vista gorda», dice Shea. Pero si llegase a haber un incidente serio donde un dron ruso cae en un supermercado dentro de un país de la OTAN, agrega, ahí la historia tomará un curso muy distinto.
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