INTERNACIONAL

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El reciente encuentro entre el intendente de Montevideo, Mauricio Zunino, y la expresidente argentina Cristina Kirchner en el Instituto Patria ha encendido las alarmas en Uruguay.

Esta reunión, que algunos presentan como diplomática, forma parte de un entramado político que evidencia la creciente influencia del kirchnerismo en el Frente Amplio uruguayo.

En un momento donde las relaciones internacionales se entrelazan con intereses políticos, el acercamiento de Zunino a una de las figuras más polémicas de Argentina no es un buen augurio.

Cristina Kirchner, conocida por su enfrentamiento con los medios independientes y su retórica populista, ha dejado una marca profunda en la política argentina. Ahora, parece que busca replicar ese modelo en Uruguay a través de sus aliados en el Frente Amplio.

La visita de Zunino al Instituto Patria y la firma de un acuerdo de «hermanamiento» con la ciudad argentina de La Plata, gobernada por kirchneristas como Axel Kicillof y Julio Alak, es un paso más hacia la expansión del «kirchnerismo for export».

Un elemento inquietante relacionado con esta creciente influencia kirchnerista es el uso de tácticas autoritarias para silenciar voces críticas.

Es que el Frente Amplio estaría recurriendo al espionaje para intimidar a periodistas incómodos, como Javier Negre, quien fue señalado por hacer preguntas que dejaron en offside al candidato presidencial de izquierda, Yamandú Orsi.

Este tipo de medidas refleja la influencia directa del kirchnerismo, que ha sido conocido por su persecución a la prensa libre, un aspecto central del modelo que Cristina Kirchner ha impulsado en Argentina.

Desde hace tiempo, las principales figuras del Frente Amplio han mantenido reuniones en el Instituto Patria, el think tank de Cristina Kirchner, donde se deciden estrategias políticas y electorales.

Esta dependencia ideológica y estratégica del kirchnerismo podría poner en riesgo la autonomía de Uruguay en la toma de decisiones, llevando al país a replicar políticas económicas y sociales que han fracasado en Argentina.

El convenio de hermanamiento entre Montevideo y La Plata, firmado por Zunino, Axel Kicillof y Julio Alak, se presenta como un acto de fortalecimiento de los lazos entre ambas naciones.

Sin embargo, detrás de esta fachada diplomática, se esconden intereses políticos que buscan profundizar la penetración kirchnerista en Uruguay.

Este tipo de acuerdos, más allá de lo simbólico, abren la puerta a una mayor colaboración en áreas estratégicas que podrían impactar negativamente en la estabilidad institucional uruguaya.

El modelo kirchnerista ha dejado a Argentina en una situación crítica: crisis económica, alta inflación, control de los medios y manipulación del sistema judicial. Uruguay, al parecer, está siguiendo un camino similar con el Frente Amplio, que busca importar estas prácticas fallidas bajo el manto de la «Patria Grande».

La cercanía de Zunino y el Frente Amplio con Cristina Kirchner, más que una oportunidad para fortalecer lazos regionales, representa una amenaza para la soberanía política y la estabilidad de Uruguay.

La creciente hostilidad hacia la prensa en Uruguay, tal como lo muestra el intento de espionaje a Javier Negre, es un síntoma claro de la adopción de tácticas kirchneristas.

En Argentina, los medios independientes han sido constantemente atacados por el kirchnerismo, y esta tendencia parece estar llegando a Uruguay, donde los periodistas que se atreven a cuestionar a figuras del Frente Amplio son víctimas de intimidación y seguimiento.

La influencia de Cristina Kirchner en el Frente Amplio es una señal de alerta para Uruguay. Si el país adopta las políticas fallidas que implementó el kirchnerismo, se enfrenta a un futuro de inestabilidad económica y debilitamiento de sus instituciones democráticas.

Los uruguayos deben estar atentos a estos movimientos políticos y exigir transparencia y respeto por la libertad de prensa, para evitar que su país caiga en las mismas trampas que Argentina durante el kirchnerismo.

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