Comunidades, análisis político Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Foto: Franz26 from pixabay.com

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

No se trata de melancolía ni de pensamientos retrógrados. Aquellos que crean que la organización comunitaria es de antaño es porque mira otro canal. Hoy las comunidades están en su esplendor.

No son las viejas comunidades vecinales, obvio, pero las redes sociales y la cercanía que esas herramientas han permitido entre los individuos tiene un poderío aun mayor que aquellas que hoy adormecidas siguen vigentes.

La pregunta que nos debemos es por qué las viejas comunidades están dormidas en nuestro país, me atrevo a pensar con Uds.

Las dictaduras de distinta manera nos recluyeron, nos encerraron y desalentaron de todas las formas posibles en la organización social.

Los barrios de nuestras ciudades, los caminos rurales de nuestro campo, el progreso en infraestructura de nuestros servicios fueron impulsados por esas organizaciones comunitarias, pero muy de a poco desde 1966 en adelante distintos acontecimientos provocaron su desaparición.

Muchos creímos que el advenimiento de la democracia iba a impulsar su renacimiento junto a la vocación participativa que tuvieron los partidos políticos en aquellos momentos.

Fuimos millones los argentinos que nos afiliamos a los partidos, millones los que voluntariamente participamos de los actos y del acto electoral. Pero no contamos con que al gobierno militar lo sustituyó lenta pero consistentemente un estado burocrático, ineficiente y corrupto.

Hoy por esas cosas que sorprende ese estado, por quiebra, por ideología del que lo conduce, por necesidad o por lo que sea, no importa, se retira de los territorios físicos y lucha en los virtuales.

Por eso hoy es la hora de las comunidades.

A cada necesidad debemos atenderla desde nuestra organización, como cuando nuestros bisabuelos o abuelos crearon las usinas eléctricas ciudadanas, las redes de agua potable, las redes de gas, etc.

Algo de todo eso vimos en la organización vecinal por la seguridad, debemos potenciar esas acciones. De ellas dependerán la reorganización de la política.

No termina en lo vecinal, se extiende a todas las comunidades.

El campo está dando muestras de eso, sin prisa y sin pausa la Fundación Barbechando está ocupando el espacio que el campo se negó a ocupar. Es la actividad más importante de nuestro país, no sólo en lo económico sino también en lo territorial. La actividad agropecuaria, frutihortícola, forestal y las industrias que se crean para apoyar su desarrollo, antes de su implantación como luego de la cosecha, lo indican.

El campo debe ocupar el espacio de poder que tiene y no asumió escondido en reclamos gremiales.

Mientras muchos miran como niños abandonados como el Estado se retira de espacios que no le competen, otros debemos llamar a la reflexión para reconstruir el tejido social destruido primero por los militares y luego por la burocracia corrupta que nos condujo a la mayor destrucción socioeconómica conocida en la era moderna. Una destrucción mayor a la de las guerras.

Solo miremos a Vietnam o a Israel como ejemplos.

Reconstruir la comunidad y la solidaridad social tanto en lo territorial como en los nuevos territorios virtuales es la tarea que aquellos que queremos educación, salud, seguridad y progreso debemos realizar.

Si algunos extrañan al estado presente les pido que reflexionen, que la adicción al estado no los lleve a la desaparición, que confíen en sus fuerzas y en sus deseos de bienestar para todos.

Reivindico a las comunidades virtuales. Ellas han sido herramientas de comunicación libre de contaminación para miles de millones de jóvenes en el mundo.

Esas comunidades deberán ocupar un espacio para recuperar del individualismo a muchos jóvenes desengañados, con razón, de sociedades hipócritas y materialistas.

Las cooperadoras escolares tienen que renacer para ocupar el espacio que ocuparon, fueron ignoradas en el Congreso Pedagógico de 1984, gran error, le dieron un rol a los sindicatos docentes y se lo negaron a los padres. Comienzo de la destrucción de la educación pública.

Los clubes de barrio, que fueron tan importantes deberán retomar y modernizar sus objetivos. En lugar de reclamar subsidios estatales deberán recuperar gravitancia social. Recuperar a los jóvenes con jóvenes.

Las cooperativas que pasaron a burocratizarse en su dependencia del estado deberán recuperar la acción que a partir de la solidaridad les permitió resolver problemas de la sociedad.

Así podríamos seguir enumerando las diferentes organizaciones que murieron primero por la dictadura y luego por la política superestructural, burocrática y corrupta que nos condujo.

El proceso que hoy vivimos es la consecuencia de ese proceso, por eso debemos estar agradecidos que hoy, por la razón que sea, tengamos la oportunidad de recrear nuestro sueño, si no lo hacemos el individualismo y el sálvese quien pueda dominará nuestra cultura tan preciada por su bondad.

No es momento de quejas, no es momento de luchas estériles, es momento de construcción del tejido social que reconstruya un país posible y que funde una nación soberana.

Manos a la obra.

Argentinos a las cosas.

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