Tiembla cumbre de Bakú

INTERNACIONAL

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Foto: Ministry of Environment – Rwanda

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Las conversaciones sobre el clima que tienen lugar en Bakú, capital de Azerbaiyán, amenazaron este sábado (23.11.2024) con colapsar luego de que negociadores de países insulares y de estados menos desarrollados abandonaran las conversaciones, mientras uno de los representantes gritaba fuerte y claro que el acuerdo propuesto iba a ser rechazado.

«Estamos acá para negociar, pero hemos dejado la sala porque tenemos la sensación de que no estamos siendo escuchados», dijo la ministra de Medio Ambiente de Colombia, Susana Muhamad. Fuentes de la delegación de la Unión Europea dijeron que entendían que las conversaciones, que debían haber terminado el viernes, continuarán.

Varias propuestas de texto circulan entre los equipos negociadores, pero muchos países exigen compromisos más ambiciosos por parte de los países más desarrollados para ayudar a combatir el cambio climático y permitir a las ciudades adaptarse a los nuevos desafíos meteorológicos que supone el calentamiento global, especialmente en los países de menos recursos.

Algunos estados de Latinoamérica y el Caribe, que intentan tender puentes, manifestaron su negativa a admitir que esta cumbre de Bakú se cierre sin acuerdo. «No podemos salir de Bakú como de Copenhague», dijo el enviado especial del clima de Panamá, Juan Carlos Monterrey, en referencia a la cumbre del clima celebrada en la capital danesa en 2009, un encuentro que la comunidad climática internacional consideró un fracaso, al no lograr ningún acuerdo.

«La gran lucha es la cifra», aseveró Monterrey, pues los países desarrollados apoyan que el objetivo sea de 300.000 millones de dólares anuales para 2035, y las economías en desarrollo y emergentes piden 500.000 millones de dólares anuales y para 2030. La propuesta de la presidencia de la COP29 es incluso más baja, pues sugiere que los países pudientes paguen 250.000 millones de dólares anuales para 2035 a los estados del Sur Global.

La COP29, que tiene lugar en Azerbaiyán, entra ya en su fase final. A los países les queda poco tiempo para acordar una declaración final y, por el momento, todas o casi todas las esperanzas están puestas en China, que podría aprovechar la oportunidad y cerrar la brecha en política climática que está surgiendo con la reelección de Donald Trump en Estados Unidos, quien ya expresó su intención de retirar a su país del Acuerdo de París si retornaba a la Casa Blanca.

Como segunda economía del planeta y mayor emisor de gases invernadero, China puede enviar una señal positiva, dicen los negociadores.

Pekín debería ofrecer planes más ambiciosos para la reducción de las emisiones y asumir la responsabilidad del financiamiento climático internacional.

La principal meta de la COP29 de este año es establecer un nuevo objetivo de financiamiento, cuyos fondos serán destinados a ayudar a los países en desarrollo a hacer frente al cambio climático. Destacados economistas estiman que los países más pobres necesitan al menos un billón de dólares para ello.

Los países industrializados son responsables de la mayoría de las emisiones históricas que están calentando la Tierra y, por lo tanto, es razonable que aporten al fondo. Sin embargo, los delegados de Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países en desarrollo exigen que los países emergentes ricos, como China o algunos Estados del Golfo Pérsico, también hagan una contribución.

Desde la perspectiva del ministro de Medio Ambiente de Bangladés, Saber Hossain Chowdhury, los países en vías de desarrollo que emiten muchos gases y son financieramente capaces de contribuir al fondo, deberían hacerlo. «China puede contribuir, otros pueden contribuir, India puede contribuir en cierto modo», estima Chowdhury.

Los representantes de China en la COP29 dejaron muy en claro que participarán en el financiamiento climático siempre que sea de forma voluntaria. Mientras los países industrializados pagan anualmente, en conjunto, 100 mil millones de dólares para el financiamiento climático, China ha aportado, según sus propias cifras, cerca de 24.500 millones de dólares desde 2016.

Pero también es cierto que Pekín ha invertido fuertemente en energía solar y eólica, así como en movilidad eléctrica. Adonia Ayebare, presidenta del grupo de países en desarrollo G77+China, dice a DW que el gigante asiático «ya hace una contribución, es parte del G77. También tienen los mayores paneles solares del mundo. Los producen y nosotros los compramos».

La propuesta de la presidencia de la COP29 es incluso más baja, pues sugiere que los países pudientes paguen 250.000 millones de dólares anuales para 2035 a los estados del Sur Global.

El objetivo de estos fondos es ayudar a los países menos pudientes a costear la acción contra el cambio climático, fenómeno al que apenas contribuyen pero del que son las principales víctimas.

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