Iniciativa, análisis de Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Foto: TU Lankide

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 6 minutos

Desarrollar la iniciativa es el acto de libertad más productivo. En todos los órdenes de la vida y en la sociedad la base del progreso es la iniciativa. En todas las actividades individuales y también en la colectivas.

En el deporte, en el comercio o industria en los servicios, ni hablar de la industria del conocimiento o el desarrollo de la ciencia, pero también en la política.

La gran virtud de un dirigente es, sin duda, la capacidad de incentivar, impulsar y organizar la iniciativa individual dentro del espacio que dirige. Ese espacio se potencia con la iniciativa de cada integrante cuando ese acto de libertad individual se convierte en la fuerza colectiva del conjunto.

Argentina adormeció la iniciativa, se salvaron los espacios a los cuales la dirigencia política no pudo acceder, algunos deportes, o los emprendimientos individuales.

Los empresarios en general perdieron esa capacidad ya sea por estafas a sus esfuerzos, confiscación de sus éxitos, corrupción en los actos institucionales y desmanejo de las variables esenciales para explotar las capacidades individuales.

Los trabajadores porque fueron pocos a los que les dieron sentido de pertenencia en las empresas donde trabajaban y los sindicalistas mediaron la relación entre los trabajadores y los empresarios para sus propios beneficios.

Los empleados estatales porque vieron destruir sus carreras basadas en el mérito reemplazado por la antigüedad y el acomodo. Sin ningún incentivo ni material ni moral. Fueron carne del desprestigio expresado por los cómicos en sus libretos y por ser los «errores» de los gobiernos.

Los docentes porque un sindicato les privó de la única fuerza que les permitía compartir el conocimiento con sus alumnos, la vocación, reemplazada por un estatuto laboral.

Los jóvenes por que veían caer la voluntad de progreso de sus mayores canjeadas por agachadas, vivezas, especulaciones e informalidades.

Hoy el retiro del estado no da una nueva oportunidad. Si alguien trabaja para que retorne el estado opresor, dadivoso y corrupto es un, por lo menos un equivocado.

Si alguien quiere aun teniendo buenas intenciones realizar emprendimientos públicos sin la participación de la comunidad a través de su iniciativa es un retrógrado.

Reconstruir la política como el arte de organizar la cosa pública debe comenzar por reconstruir el tejido social. Sin la participación de la comunidad cualquier emprendimiento político es un nuevo salto al vacío.

El curso de la construcción del poder marca el designio del futuro en el gobierno.

Los que creen que cambiando normas se garantiza instituciones sanas se olvidan de que esas organizaciones se componen de gente y no es la norma la que garantiza la virtud si no la voluntad colectiva de los que componen el emprendimiento.

Construir esa voluntad es el primer paso para que los emprendimientos colectivos tengan éxito, desde un equipo de futbol hasta el pueblo de una nación. Esa es la diferencia entre los países exitosos y los fracasados, la voluntad colectiva que determina que a pesar de las diferencias esa voluntad es la que prima.

Hoy recuperamos la libertad y la capacidad de desarrollar iniciativas, dentro de un marco general muy complejo y con dificultades enormes, desarrollarlas y compartirlas con el otro es lo que podrá llevarnos a la reconstrucción.

La iniciativa es un acto privado por esencia, puede luego ser desarrollado por cualquier tipo de organización, pero nace de alguien o de un grupo de personas que lo crean y lo corporizan.

Hoy para combatir el individualismo, que no es un buen compañero para ningún emprendimiento, la iniciativa de cada persona es la base de su posible éxito. Creo en la libertad individual como motor de la comunidad.

A la política, que hoy se encuentra en el fondo de la consideración pública, debemos rescatarla como una actividad honorable y constructiva. Largo camino luego de tanto desvarío, corrupción y delincuencia.

No es el estado, no es el individuo, no es el mercado, son las comunidades.

Serán los jóvenes los que deberían comenzar el camino revalorando la construcción de emprendimientos colectivos que reúna la voluntad de un grupo en pos de un objetivo común.

Alentemos ese rumbo.

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