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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, expresó este sábado (07.12.2024) en su plataforma Truth Social que su país no debe inmiscuirse en la situación en Siria, donde grupos rebeldes comenzaron a rodear la capital Damasco.
«Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y Estados Unidos no debería tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que (la situación) se desarrolle. No se involucren», escribió antes de reunirse con su homólogo francés Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, en París.
En su primer mandato, Trump siempre afirmó que pondría fin a las guerras en las que su país participa. En este sentido, firmó un acuerdo con los talibanes para la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán.
Además, durante la campaña presidencial de este año también prometió que pondría fin a la guerra en Ucrania y el conflicto en la Franja de Gaza «rápidamente».
Este sábado, el magnate republicano fustigó el papel de Barack Obama en la situación en Siria. «El presidente Obama se negó a cumplir su promesa de proteger la línea roja y se desató el infierno, y Rusia tomó el control», dijo.
En 2013, el conflicto entre el régimen de Bashar al Asad y los grupos rebeldes alcanzó un importante punto de inflexión cuando un ataque químico atribuido al gobierno mató a más de 1.400 personas en zonas rebeldes cercanas a Damasco, según Estados Unidos.
Obama, que había hecho de esto una línea roja, abandonó los ataques punitivos en el último minuto, y selló un acuerdo con Rusia para desmantelar el arsenal químico sirio.
«Rusia, porque está tan enredada en Ucrania, (…) parece incapaz de detener esta marcha literal a través de Siria, un país que ha protegido por años», destacó Trump este sábado.
«Pero ahora (los rusos), como tal vez el propio Asad, están siendo forzados a irse y eso puede ser en realidad lo mejor que les puede pasar», agregó. «Nunca hubo mucho beneficio para Rusia en Siria, salvo hacer que Obama quedara en ridículo».
Durante mucho tiempo, Alepo fue considerada un símbolo del poder de Rusia. Con ayuda del Ejército ruso, el gobernante sirio Bashar al Asad tomó el control de la ciudad a finales de 2016, tras cuatro años de combates contra rebeldes. Ahora, Alepo ha caído en manos de los rebeldes en menos de cuatro días, un duro golpe para el Kremlin.
«Rusia ya no tiene la capacidad de apoyar al régimen de Asad como hace diez años», afirma Ruslan Suleimanov, orientalista ruso de la Universidad ADA de Bakú, en Azerbaiyán.
En la actualidad, los ataques aéreos rusos no logran detener a los rebeldes, dice el experto a DW. Desde febrero de 2022, Rusia está concentrada sobre todo en su guerra de invasión contra Ucrania. Desde entonces, la presencia rusa en Siria ha disminuido, explica Suleimanov.
El contingente de tropas rusas en Siria siempre ha sido relativamente pequeño. Cuando Vladímir Putin decidió reforzar militarmente a Bashar al Asad en la guerra civil en 2015, desplegó principalmente su fuerza aérea.
Según estimaciones, solo fueron estacionados adicionalmente entre 2.000 y 4.000 soldados. Es probable que esta cifra se haya mantenido más o menos igual; nunca se han facilitado datos oficiales. No obstante, en aquella época, también había allí casi el mismo número de mercenarios, como los del Grupo Wagner. Hoy, luchan en Ucrania.
«La estrategia del Kremlin consistía en dejar que las milicias sirias, iraníes y chiíes lucharan, mientras que las fuerzas rusas las apoyaban. No al revés», escribieron los analistas estadounidenses Michael Kofman y Matthew Rojansky sobre la intervención rusa.
Ahora, sin embargo, Irán y sus milicias aliadas, como Hezbolá, han sido debilitadas en el conflicto con Israel. Los rebeldes islamistas del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) aprovecharon la oportunidad para avanzar.
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