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El parlamento alemán aceptó el lunes la invitación del canciller Olaf Scholz de retirarle la confianza a él y a su gobierno, despejando el camino para una elección anticipada el 23 de febrero, necesaria por el colapso de su gobierno.

La coalición tripartita de Scholz se desintegró el mes pasado después de que los Demócratas Libres promercado renunciaran tras una disputa por la deuda, dejando a sus Socialdemócratas (SPD) y a los Verdes sin una mayoría parlamentaria justo cuando Alemania enfrenta una crisis económica cada vez más profunda.

Según las reglas diseñadas para prevenir la inestabilidad que facilitó el ascenso del fascismo en los años 30, el presidente Frank-Walter Steinmeier sólo puede disolver el parlamento y convocar elecciones si el canciller convoca, y pierde, una moción de confianza.

El debate previo a la votación también abrió una seria campaña para las elecciones, con líderes de los partidos intercambiando púas malhumoradas.

El canciller y su rival conservador Friedrich Merz, que según las encuestas es probable que lo reemplace, se acusaron mutuamente de incompetencia y falta de visión.

Scholz, que encabezará un gobierno interino hasta que se pueda formar uno nuevo, defendió su trayectoria como líder de crisis que había lidiado con la emergencia económica y de seguridad desencadenada por la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania en 2022.

Si se le diera un segundo mandato, dijo, invertiría fuertemente en la infraestructura en mal estado de Alemania en lugar de hacer los recortes de gastos que, según él, querían los conservadores.

«La miopía puede ahorrar dinero a corto plazo, pero la hipoteca sobre nuestro futuro es inasequible», dijo Scholz, que sirvió cuatro años como ministro de finanzas bajo una coalición anterior con los conservadores antes de convertirse en canciller en 2021.

Merz le dijo a Scholz que sus planes de gasto serían una carga para las generaciones futuras y lo acusó de no cumplir las promesas de rearme después del inicio de la guerra de Ucrania.

«Asumir deuda a costa de la generación joven, gastar dinero, y no pronunció la palabra «competitividad’ ni una vez»», dijo Merz.

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