Geopolítica, presente y futuro, escribe Hugo Flombaum

OPINIÓN

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Foto: stockcake.com

Por Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.

Lectura: 7 minutos

Comenzó un año muy trascendente para el mundo y para nuestro país.

Hacer un análisis de la actualidad y del futuro inmediato sin tener en cuenta la situación mundial es iniciar por el final y te lleva a conclusiones falsas e inútiles.

El mundo ha consolidado un escenario muy claro y compartido por la mayoría de los analistas internacionales, estamos transitando un mundo bipolar como lo fue el de la posguerra de mediados del siglo pasado. Con una gran diferencia, uno de los polos no es el mismo.

China, la contraparte de los EE. UU., nada tiene que ver con lo que fue la URSS. No se plantean luchas ideológicas, ni siquiera se plantea un posible conflicto bélico. Siempre para que haya una guerra se necesitan dos que la deseen, no es el caso China, no de ahora, en su larga historia solo participó de conflictos armados para defender su territorio, o lo que considera como tal.

Planteó en las últimas décadas dos claros enfrentamientos, el comercial y el tecnológico. En ambos ha logrado un desarrollo impresionante.

Dejó que las grandes empresas globales se instalaran en su territorio y envió a estudiar a miles de jóvenes a las mejores universidades del mundo.

Para lo primero, convenció a los empresarios globales dando beneficios, al comienzo por mano de obra barata y bajos impuestos, su pueblo acompañó el esfuerzo.

En el caso de la educación formó sus profesores y hoy tiene universidades de alto nivel lo que le permite generar su propia tecnología.

Incorporó, se dice, a 600 millones de chinos a la clase media, en términos de ingreso por año en dólares.

Compite en el desarrollo tecnológico palmo a palmo con occidente, algunos hasta se animan a evaluar mayores avances en alguno de los más importantes como la física cuántica y sus derivados como la computación cuántica.

Esto supone que ha ganado la carrera, no para nada, esto supone que de alguna manera el hecho de que compitan los dos colosos por la preminencia supone un beneficio para la comunidad en su conjunto, sus directos beneficiarios.

Los pocos conflictos bélicos que aún se libran tienen que ver con razones locales, Ucrania desea desde el nacimiento del pueblo ucraniano constituirse como una nación independiente, pero nada nuevo sucede, no se lo permiten. Su llanura y situación geográfica hizo de su territorio su calvario.

Por otro lado, en medio oriente, si se debaten temas entrelazados y de muy difícil resolución, convergen razones religiosas, ideológicas, económicas y territoriales para que el conflicto que ya tiene cien años este presente con enormes pérdidas de vidas. Todos los tratados de paz serán débiles sin el reconocimiento mutuo de parte de los contendientes como naciones. Fundamentalmente del viejo imperio persa, hoy Irán.

China y los EE. UU., los dos polos en conflicto, entre ellos tienen una profunda e importante relación. El intercambio comercial entre ellos es el más importante del mundo, China es el gran tenedor de la deuda externa de los EE. UU. y a su vez el país americano tiene instalado en China a las más grandes compañías industriales y las factorías de las tecnológicas. Esto y no otra cosa es lo que diferencia al actual «enfrentamiento» con aquel de la segunda mitad del siglo pasado.

En la URSS no se podía ni abrir un McDonald’s. Hoy las fronteras entre China y los Estados Unidos están abiertas. Gran diferencia.

Occidente está transitando, por otra parte, una crisis institucional enorme. Sus estados se han convertido en verdaderos salvavidas de plomo. Su cultura carece de la fortaleza que le permitió invadir con usos y costumbres a gran parte del mundo.

La democracia representativa no es transparente ni garantiza representatividad. Los estados se convirtieron en gran parte del mundo occidental en estructuras cortesanas que se aprovechan del dinero de los contribuyentes para beneficio de ellos.

En la lucha por la primacía en el comercio internacional se requiere, como siempre, calidad y precio. Si las instituciones son caras y agregan costo a la producción se pierde competitividad.

Ese debate se está resolviendo con un avance generalizado de los pensamientos más individualistas, en respuesta al fastidio de la presencia de los cortesanos.

Esa puede ser la resolución, claramente no lo creo, la producción por esencia es una acción colectiva. La libertad individual es la base de nuestra cultura, pero solo se potencia si es capaz de desarrollar acciones colectivas.

Latinoamérica tuvo una ilusión de ser un sujeto en la lucha por el poder en el mundo, EE. UU., hábilmente, le capturó a uno de sus actores principales, México, lo encerró en un acuerdo que veremos cuanto de beneficioso tuvo para el país latino.

Fue entonces cuando comenzamos a mirar a Sudamérica como región, también tuvo muchas oportunidades, hubo múltiples factores que terminaron en fracaso.

La primera EE. UU. nunca dejó de intervenir con cantos de sirena, ALCA, o con acciones directas sobre países, acuerdos de libre comercio con Chile o Colombia.

La segunda Brasil nunca asumió el liderazgo, solo jugó su partido y lo pagamos sus vecinos. Quizás se copió del departamento de estado de los EE. UU.

Argentina se compró el verso de Aldo Ferrer, vivir con lo propio. Un espanto.

Esas y otras múltiples razones hicieron imposible el sueño de la «patria grande». Hoy la situación de interdependencia global, los capitales sin fronteras, las corrientes de inversiones sin banderas han derrumbado desde mi punto de vista los regionalismos, la misma UE está temblando por esos motivos.

Argentina solo le queda para lograr su desarrollo sus extraordinarios recursos, su amplia geografía y lo que le queda de recursos humanos, muchos los perdió por migraciones y la mayoría por haber destruido su educación.

Hoy si logramos, primero, recuperar la educación, segundo expulsar la corrupción de la administración de lo público y, luego, atraer inversiones de los propios argentinos que custodiamos nuestros ahorros en el exterior tendremos una oportunidad.

Para su logro deberemos lograr que una administración y un plan de desarrollo sean parte de un mismo objetivo.

El mundo aún no ha posado su mirada sobre nosotros. Pronto lo hará, si en ese momento no logramos poner en paralelo las voluntades de una mayoría se hará verdad lo que un visionario dijo, el año 2000 nos encontrará unidos o dominados.

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Un comentario en “Geopolítica, presente y futuro, escribe Hugo Flombaum

  1. La polarización del poder en el mundo no obedece a la expansión de territorio, tampoco a la penetracion ideológica, ni siquiera productivo y comercial, sino al dominio del campo tecnológico. Porque se entiende que, quien más avanza en ese sentido, asegura cierta supremacía sobre el resto de la humanidad.

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