INTERNACIONAL

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Los gobiernos de India y China acordaron reanudar los vuelos directos de pasajeros entre ambas naciones después de cinco años interrumpidos por el inicio de la pandemia de COVID-19 y un enfriamiento de la relación bilateral tras un choque mortal en la frontera entre sus tropas en junio de 2020, se informó el martes (28.01.2025).
Este acuerdo fue discutido durante la visita del secretario de Exteriores de la India, Vikram Misri, a China, del 26 al 27 de enero, anunció en un comunicado el Ministerio de Exteriores indio.
Durante su viaje al país vecino, Misri se reunió con el canciller chino, Wang Yi, y ambos «acordaron en principio reanudar los servicios aéreos directos entre los dos países», informó el ministerio indio.
«Las autoridades técnicas pertinentes de ambas partes se reunirán y negociarán un marco actualizado para este propósito en una fecha próxima», agregó.
Una disputa histórica
Los vuelos directos de pasajeros entre la India y China fueron suspendidos durante la pandemia, y no se volvieron a reanudar por el aumento de la tensión, tras el choque en junio de 2020 en el valle de Galwan, en el Himalaya occidental, en el que murieron 20 soldados indios y 76 resultaron heridos.
En su lugar, el aeropuerto de la región semiautónoma de Hong Kong es una escala habitual para conectar los dos países por vía aérea.
Además del fin de los vuelos comerciales, el enfrentamiento en la frontera vino acompañado del veto de la India a varias aplicaciones chinas, como TikTok, en su territorio, prohibición que sigue aún vigente.
Nueva Delhi y Pekín experimentan un progresivo deshielo de su relación, especialmente desde la reunión entre el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, celebrada el pasado octubre, a lo que siguió una desescalada militar en la frontera.
Nueva Delhi y Pekín mantienen una histórica disputa por algunas regiones del Himalaya, como el Aksai Chin, administrado por China y que la India reclama; o varios lugares del estado indio de Arunachal Pradesh, en el que la situación es inversa.
Entre las economías de más rápido crecimiento del siglo XXI, están las de los BRICS, acrónimo surgido de las iniciales de aquellos países que formaban originalmente el grupo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Recientemente, el club se ha ampliado para incluir a Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos.
Los BRICS quieren reducir su dependencia del dólar estadounidense, que se utiliza en casi el 80 por ciento del comercio mundial.
La mayoría de los economistas coinciden en que el sistema financiero dominado por el dólar proporciona a Estados Unidos importantes ventajas económicas, como un menor costo de los préstamos, la capacidad de mantener déficits fiscales más elevados y la estabilidad de los tipos de cambio, entre otras.
El dólar es la principal moneda utilizada para fijar el precio de materias primas como el petróleo y el oro. En tiempos de incertidumbre, los inversores acuden en masa al dólar por su estabilidad.
Washington también se beneficia de la enorme influencia geopolítica de la llamada dolarización, que incluye la capacidad de imponer sanciones a otras naciones y restringir su acceso al comercio y al capital.
¿Cómo se ha desarrollado el plan para crear una moneda BRICS?
La creación de una moneda BRICS se planteó por primera vez poco después de la crisis financiera de 2008/2009, cuando el bum inmobiliario estadounidense y la escasa regulación casi provocan el colapso de todo el sistema bancario mundial.
En la cumbre de los BRICS celebrada en 2023 en Sudáfrica, el bloque acordó estudiar la posibilidad de crear una moneda común para minimizar la exposición a los riesgos relacionados con el dólar, aunque los líderes de los BRICS admitieron que, probablemente, tardaría muchos años en hacerse realidad.
Vladímir Putin fue más allá durante la última cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán en octubre de 2024. El presidente ruso propuso un sistema de pagos internacional basado en blockchain, diseñado para eludir las sanciones occidentales.
El plan de Putin suscitó poco entusiasmo, pero los líderes de los BRICS acordaron facilitar más el comercio en monedas locales, reduciendo su dependencia del dólar.
Putin y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, son los más firmes defensores de la nueva moneda. Aunque China no se ha pronunciado explícitamente, ha apoyado las iniciativas para reducir la dependencia del dólar. India, por su parte, se muestra mucho más cauta ante la idea.
¿Es viable una moneda común?
La creación de una nueva moneda común supondría una ingente tarea, plagada de complejidades, debido a los diferentes sistemas políticos y económicos de los nueve miembros actuales. Los países del grupo BRICS se encuentran en distintas fases de desarrollo económico y tienen tasas de crecimiento muy diferentes.
China, por ejemplo, es responsable de cerca del 70 por ciento del producto interno bruto total del bloque, con 17,8 billones de dólares. El gigante asiático registra un superávit comercial y mantiene una gran tenencia de dólares para respaldar su competitividad como gran exportador. India, por su parte, registra déficit comercial, es la mayor democracia del mundo y su economía asciende a 3,7 billones de dólares.
El dominio de China en los BRICS crearía un enorme desequilibrio, que dificultaría a Nueva Delhi acordar un marco para la nueva moneda que no eclipsara sus intereses nacionales.
La opción más probable sería la creación de una moneda conjunta utilizada exclusivamente para el comercio, valorada en función de una cesta de divisas y/o materias primas, como el oro o el petróleo.
La moneda de los BRICS podría funcionar de forma similar a los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional. El DEG es un activo financiero internacional, valorado en función de los tipos de cambio diarios del dólar, el euro, el yuan, el yen y la libra esterlina.
Por otro lado, hay voces que sugieren que la alternativa de los BRICS pueda ser una moneda digital.
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