La sombra del mal, por Mariana Gonzalez

OPINIÓN

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Foto: koujioshiro from deviantart.com

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.

Lectura: 5 minutos

El Vaticano, con la firma del papa Franciscus, emitió en audiencia del 14 de enero de 2025, un documento titulado «Antiqua et Nova: Nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana». Una frase descollante de ese texto nos previene «Como en todos los ámbitos donde los seres humanos están llamados a tomar decisiones, aquí también se cierne la sombra del mal».

No es fácil la situación de la Iglesia frente al desarrollo de la IA. En su primer párrafo ya nos recuerda que el don de la inteligencia es un aspecto esencial del ser humano y que estos han sido creados «a imagen de Dios» (Gn 1,27), menudo lío se le presenta.

Dedica muchos párrafos a definir inteligencia humana: «abarca todo el espectro del propio ser: espiritual, cognitivo, corporal y relacional», «tiene la capacidad de acceder a la totalidad del ser, contemplando la existencia en su plenitud, que va más allá de lo mesurable», incluye un «impulso innato hacia la búsqueda de la verdad», incluye todas las capacidades «relacionadas con conocer y entender, así como las de querer, amar, elegir y desear», «no puede reducirse a la mera adquisición de hechos o a la capacidad de realizar tareas específicas».

Con mucho razonamiento trata de demostrar la total diferencia entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial y sentencia: «los enfoques que se basan únicamente en esta tecnología o la tratan como el medio principal para interpretar el mundo pueden llevar a “una pérdida de apreciación por el todo, por las relaciones entre las cosas y por el horizonte más amplio”». El Papa Francisco observa que «el uso mismo de la palabra «inteligencia»» en relación con la IA «puede resultar engañoso». Según el Vaticano, la IA no debe verse como una forma artificial de la inteligencia humana, sino como un producto de ella. Que es un producto de la inteligencia humana es innegable.

Aborda todos los riesgos potenciales de esa tecnología, enfatizando que debe ser una herramienta complementaria de la inteligencia humana pero que se debe garantizar que la IA siempre apoye y promueva el valor supremo de la dignidad de cada ser humano y que eso sirva como criterio de discernimiento para los desarrolladores, propietarios, operadores y reguladores de la IA, así como para sus usuarios.

Presenta, también, su gran preocupación sobre la IA y la guerra, reconociendo las posibles capacidades de la IA para ayudar a la paz pero, alerta, sobre usarla como arma. El Papa Francisco observó: «la capacidad de llevar a cabo operaciones militares a través de sistemas de control remoto ha llevado a una menor percepción de la devastación causada por esos sistemas de armas y de la carga de la responsabilidad por su uso, lo que resulta en un enfoque aún más frío y distante de la inmensa tragedia de la guerra».

Considera que la facilidad de uso de las armas autónomas (manejadas por IA) está en contra del principio de la guerra como último recurso en legítima defensa, (nota de quien escribe: principio olvidado por muchos decisores que ostentan y ostentaron gran poder, independientemente de la IA), ​​aumentando potencialmente los instrumentos de guerra mucho más allá del alcance de la supervisión humana y precipitando una carrera armamentista desestabilizadora, con consecuencias catastróficas, «En particular, los sistemas de armas autónomas letales, capaces de identificar y atacar objetivos sin intervención humana directa, son motivo de grave preocupación ética porque carecen de la capacidad humana única para el juicio moral y la toma de decisiones éticas».

El papa Francisco ha pedido urgentemente que se reconsidere el desarrollo de estas armas y se prohíba su uso, comenzando con «un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y adecuado. Ninguna máquina debería elegir quitarle la vida a un ser humano».

El Vaticano advierte especialmente, sobre las máquinas capaces de una destrucción a gran escala, viendo un riesgo existencial al tener el potencial de actuar de maneras que podrían amenazar la supervivencia de regiones enteras o incluso toda la humanidad.

Las atrocidades cometidas a lo largo de la historia son suficientes para suscitar profundas preocupaciones sobre los posibles abusos de la IA.

Finalizamos con una cita del autor católico francés Georges Bernanos «el peligro no está en la multiplicación de máquinas, sino en el número cada vez mayor de hombres acostumbrados desde la infancia a desear sólo lo que las máquinas pueden dar».

*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.

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