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El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, dijo este miércoles (05.02.2025) que no asistirá a la reunión del G20 que se celebrará este mes en Sudáfrica, tras acusar al grupo de tener una agenda «antiestadounidense».
«Sudáfrica está haciendo cosas muy malas», escribió en la red social X al aterrizar en República Dominicana como parte de su primera gira por América Latina.
El anuncio de Rubio se produce dos días después de que el presidente Donald Trump arremetió contra Sudáfrica por las reformas agrarias destinadas a corregir las desigualdades durante la era del apartheid.
Al mejor estilo de Trump, Rubio dijo que boicotearía las conversaciones que sostendrán los ministros de Relaciones Exteriores del G20 en Johannesburgo el próximo 20 y 21 de febrero.
«Sudáfrica está haciendo cosas muy malas. Expropiando propiedad privada. Utilizando el G20 para promover «solidaridad, igualdad y sostenibilidad»», reiteró.
«En otras palabras: DEI (diversidad, equidad e inclusión) y cambio climático», continuó. «Mi trabajo es promover los intereses nacionales de Estados Unidos, no malgastar el dinero de los contribuyentes ni mimar el sentimiento antiestadounidense».
La ausencia de Estados Unidos, la economía más grande del mundo, significaría un duro golpe para el G20, que supuestamente representa a las economías con mayor poder del planeta.
El G20 podría haber sido una primera oportunidad para que Rubio se reuniera con su homólogo ruso, el ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov, mientras Trump impulsa la diplomacia en la guerra de Ucrania.
¿Existe todavía un denominador común sobre el que la comunidad mundial pueda ponerse de acuerdo? La buena noticia es que sí. Se trata de la Alianza Mundial para Acabar con el Hambre y la Pobreza, iniciativa recientemente lanzada en la cumbre del G20, celebrada en Río de Janeiro los días 18 y 19 de noviembre de 2024.
La alianza impulsada por Brasil reúne ya a 82 países, la UE y la Unión Africana. Se suman también 24 organizaciones internacionales, entre ellas el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), así como 31 organizaciones no gubernamentales.
De momento, el dinero no va a faltar. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) quiere aportar unos 25.000 millones de dólares para impulsar proyectos de producción alimentaria, programas de compensación social, comedores escolares y microcréditos. El objetivo es sacar de la pobreza a 500 millones de personas de aquí a 2030.
Alemania fue uno de los primeros partidarios de la iniciativa. La ministra alemana de Desarrollo, Svenja Schulze, ha incorporado a la iniciativa contra el hambre la Alianza para la Seguridad Alimentaria Mundial, creada hace dos años en el marco de la presidencia alemana del G7.
Flavia Loss de Araujo, experta brasileña en relaciones internacionales, considera un éxito la presidencia brasileña del G20, que pasará a Sudáfrica el 1 de diciembre. «Brasil recibió apoyo en los temas más importantes que propuso: el hambre y la pobreza, temas que siempre han sido desatendidos por los países ricos», escribe en un artículo para la plataforma online The Conversation, un foro de intercambio entre ciencia y periodismo.
En la declaración final de la cumbre, los países del G20 reconocieron que «el mundo produce alimentos más que suficientes para erradicar el hambre». No hay falta de conocimiento, sino de «voluntad política para crear las condiciones para un mejor acceso a los alimentos».
Claudia Zilla, experta en América Latina del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), advierte que no hay que tener demasiadas esperanzas: «De momento, hay mucho dinero fluyendo de los países industrializados hacia la defensa y la transición energética», dice Zilla a DW.
Aunque la transición energética y la crisis climática también se mencionaron en la declaración final del G20, no dejan de ser declaraciones de intenciones vagas. Los Estados «reafirmaron» su compromiso de «limitar el calentamiento global a 1,5 grados» y anunciaron que «aumentarán la financiación climática de todas las fuentes de miles de millones a billones».
A la vista de los aleccionadores resultados de la última conferencia de la ONU sobre el clima celebrada en Bakú, Brasil tiene mucho trabajo que hacer en este tema, incluso después de que finalice su presidencia del G20. Y es que la próxima conferencia sobre el clima, la COP30, tendrá lugar en Belém, Brasil, en noviembre de 2025. Además, Brasil también asumirá la presidencia de los países BRICS en 2025.
El sucesor de Brasil en el G20, Sudáfrica, probablemente continuará con el tema del cambio climático durante su presidencia, aunque con un énfasis diferente. Según la experta en deuda Magalie Masamba, de la Universidad de Pretoria, la financiación de las medidas de protección del clima podría estar relacionada, por ejemplo, con el creciente sobreendeudamiento de muchos países de la región.
«Muchos países africanos se enfrentan a una grave crisis de deuda que amenaza el crecimiento económico y el desarrollo», escribe Masamba en un artículo para el think tank africano APRI.
La presidencia sudafricana del G20 es una oportunidad única para vincular las iniciativas de alivio de la deuda con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las costosas medidas de adaptación al cambio climático. Esto es posible con instrumentos de financiación innovadores.
De momento, la idea de un impuesto mínimo global para los superricos, que Brasil favoreció durante su presidencia del G20, es probable que sólo aparezca en las declaraciones.
El coordinador del G20 Gustavo Westmann, responsable de relaciones internacionales en la oficina presidencial brasileña, se conforma con pequeños pasos: «Hemos conseguido establecer la fiscalidad de los superricos como un tema», afirma en una entrevista a DW. «Pero no más que eso», concede.
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