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El Ejército de Liberación Baluchistán (BLA) se ha atribuido la responsabilidad del secuestro de un tren que transportaba cientos de pasajeros en Baluchistán. De momento, mantiene capturadas a más de 180 personas y hay aproximadamente una decena de muertos.
De este forma, escala la campaña de las fuerzas insurgentes contra el Gobierno paquistaní. El ataque pone de relieve el papel del BLA como el grupo separatista más destacado y activo en esta provincia rica en recursos de Pakistán. El BLA es un grupo que impulsa la insurgencia baluchi y desafía directamente tanto a la autoridad estatal paquistaní como a los intereses económicos chinos.
Personal militar, policial y de inteligencia
El portavoz del grupo, Jeeyand Baloch, publicó un comunicado en el que detalla la operación. Según esta fuente, el BLA, «tras apoderarse del Jaffar Express, han tomado 182 rehenes. Hasta el momento, once militares paquistaníes han muerto y un avión no tripulado también ha sido derribado». «Los combatientes del BLA siguen teniendo el control total del Jaffar Express», agregó.
El convoy transportaba a unos 400 pasajeros. «Durante esta operación, los combatientes del BLA han liberado a mujeres, niños y pasajeros baluchis, asegurándose de que todos los rehenes restantes son personal en servicio de las fuerzas de ocupación», enfatiza el comunicado.
El BLA afirma que todos los rehenes restantes son personal en servicio de las agencias militares, policiales y de inteligencia de Pakistán, específicamente el Servicio de Inteligencia Interservicios (ISI) y la Fuerza Antiterrorista (ATF), que viajaban de permiso. El comunicado contiene una advertencia: el grupo amenaza con ejecutar a todos los rehenes restantes si el ejército paquistaní lanza una contraofensiva.
La semana pasada hubo un ataque en Bannu .El ataque tuvo lugar este martes 4 de marzo de 2025, alrededor de las 18:30 hora local (14:30 GMT), en el acantonamiento del Ejército en el distrito de Bannu, ubicado en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en la frontera de Pakistán con Afganistán.
Durante el asalto, los insurgentes hicieron estallar dos vehículos cargados de explosivos para derribar el muro exterior de la base, tras lo que se desató un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, informó este miércoles en un comunicado la oficina de medios del Ejército.
Como resultado de la explosión y del posterior enfrentamiento, murieron dieciséis insurgentes, además de cinco soldados paquistaníes, añadió la nota.
Según el Ejército, las explosiones causaron el derrumbe parcial del muro exterior del acantonamiento, que causó daños a viviendas y mezquitas de las inmediaciones, y provocó la muerte de trece civiles y dejó heridas a 32 personas.
Reinvindicado por grupo afiliado a talibanes
El ataque fue reivindicado por el grupo Jaish Al-Fursan, afiliado a los talibanes paquistaníes, según un comunicado en el que aseguraron haber matado a doce efectivos de las fuerzas de seguridad.
El Ministerio del Interior de Pakistán expresó anoche en X sus condolencias a la familias de los fallecidos. Además, confirmó la muerte de seis terroristas en el ataque.
El acantonamiento de Bannu alberga oficinas y viviendas de las fuerzas de seguridad, y fue testigo el pasado julio de otro intento de ataque similar en el que murieron ocho soldados paquistaníes y diez insurgentes, que el Ejército atribuyó a otro grupo afiliado a los talibanes paquistaníes.
Khyber Pakhtunkhwa, que comparte frontera con Afganistán, es junto a la provincia de Baluchistán, también lindante con Afganistán, una de las zonas más conflictivas de Pakistán, y experimenta un repunte de la violencia insurgente en los últimos años, especialmente desde la llegada al poder de los talibanes en el país vecino.
Islamabad acusa a los talibanes afganos que tomaron el control en Kabul en agosto de 2021 de dar cobijo a grupos insurgentes, lo que es rechazado por los fundamentalistas afganos.
Según el último informe anual del Centro de Investigaciones y Estudios de Seguridad de Pakistán, en 2024 murieron al menos 685 miembros de las fuerzas de seguridad en 444 ataques terroristas, convirtiéndolo en el año más mortífero para las fuerzas de seguridad paquistaníes en una década.
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