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«No, los plazos (de reanudación del diálogo) aún no han sido fijados», dijo Serguéi Lavrov, citado por la agencia Interfax, durante una conferencia en Moscú.
En cuanto a la nueva sede de la reunión, Lavrov consideró «poco realista» la opción del Vaticano, apoyada por Estados Unidos. «Mucha gente fantasea sobre cuándo y dónde se celebrará (la próxima reunión). No tenemos ninguna idea al respecto ahora», aseguró.
«Resulta un poco elegante que dos países ortodoxos discutan temas relacionados con la eliminación de las causas profundas (de su conflicto) en una plataforma católica», opinó.
«Todavía no hay ninguna decisión o acuerdo sobre el próximo lugar de las negociaciones. Por supuesto, esta decisión no la puede tomar una sola parte. Se requiere el consentimiento de ambas partes», dijo también Dmitri Peskov, portavoz presidencial del Kremlin, durante su rueda de prensa telefónica diaria.
Ofrecimiento del Vaticano, apoyado por EE. UU.
El diario The Wall Street Journal informó que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, adelantó el lunes pasado a los líderes europeos que el Vaticano acogerá a mediados de junio la segunda ronda de negociaciones directas entre Rusia y Ucrania.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, mantuvo previamente una conversación telefónica con el papa León XIV, quien confirmó la disponibilidad del Vaticano para acoger las negociaciones.
León XIV hizo este ofrecimiento en las reuniones que mantuvo con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con quien conversó telefónicamente pocos días después de su elección el pasado 8 de mayo y a quien también recibió tras la misa de inicio de su pontificado.
¿Se convertirá el Vaticano en la sede de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania? ¿Podría implicarse el propio papa León XIV? Al menos hay indicios de ello. El papa León XIV, que fue elegido sucesor del papa Francisco el 8 de mayo de 2025 y ha estado en el cargo desde entonces, había enviado él mismo señales que indicaban la voluntad del Vaticano de mediar. Esta impresión fue reforzada por la jefa del Gobierno italiano, Giorgia Meloni.
A última hora de la noche del martes 20 de mayo, pasadas las 23 horas, Meloni anunció en la red social X que había «hablado por teléfono con el santo padre sobre los próximos pasos que hay que dar para construir una paz justa y duradera en Ucrania».
El presidente estadounidense, Donald Trump, y algunos jefes de Estado y de Gobierno europeos le habían pedido que «verificara la voluntad de la Santa Sede» de organizar esas negociaciones. Y el papa León ha reafirmado su disposición a facilitar las conversaciones entre las partes en conflicto en el Vaticano.
«… Una paz sin armas…»
El propio León XIV hacía tiempo que había puesto en marcha esta perspectiva. Cuando casi nadie lo conocía y salió al balcón de la Basílica de San Pedro como nuevo papa, en la tarde del 8 de mayo, comenzó su discurso con la palabra «paz», haciéndose eco de las primeras palabras de Jesús resucitado mencionadas en la Biblia.
Ningún otro término apareció con más frecuencia en este primer discurso del 267º papa que «paz». El sumo pontífice pintó un cuadro de una «paz desarmada y desarmante». Desde entonces, los periodistas no han dejado de discutir si se refería a una paz espiritual remota, o a una paz política global concreta.
León XIV envió más señales en torno a la misa de su toma de posesión. Su primera audiencia formal fue con Volodímir Zelenski y su esposa. El presidente ucraniano ya había sido uno de los primeros en darle la bienvenida por teléfono la noche después de la elección papal. Tras la toma de posesión, León XIV, el primer papa nacido en Estados Unidos, recibió también al vicepresidente estadounidense, JD. Vance, y al secretario de Estado, Marco Rubio.
El video oficial del Vaticano sobre el encuentro entre León y Vance muestra al político entregando al anfitrión un gran sobre: un saludo de Donald Trump. Esta conversación con los políticos estadounidenses también se centró en la cuestión de Ucrania.
Tras los erráticos y desafortunados intentos de Trump de persuadir a Vladímir Putin para que cediera, los políticos dirigen ahora su atención a Roma. Pero ¿sería esto posible, desde el punto de vista diplomático, logístico y de seguridad?
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