Bacterias espaciales, escribe Mariana Gonzalez

OPINIÓN

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Foto: craiyon.com

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.

Lectura: 3 minutos

China está en un plan decididamente orientado a la invención, producción y exportación de nuevos productos pero, ya se está pasando. Ahora creó una nueva bacteria y la está llevando al espacio.

Bromas aparte, Niallia tiangongensis, una nueva especie bacteriana fue descubierta en mayo de 2023 a bordo de la estación espacial china Tiangong, durante la misión Shenzhou-15.

El hallazgo fue publicado en la revista International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology. El estudio fue financiado por «China Space Station engineering aerospace technology test field project» (Proyecto de campo de pruebas de tecnología aeroespacial de ingeniería de la Estación Espacial de China).

Este año, la especie se describió formalmente tras análisis genómicos y fenotípicos, es una bacteria Gram-positiva, aeróbica, formadora de esporas y con forma de bacilo. Fue aislada de superficies del equipamiento de la estación espacial.

Una de las características más notables de N. tiangongensis es su capacidad para sobrevivir en las condiciones extremas del espacio, como la microgravedad, la radiación cósmica y la escasez de nutrientes, la falta de agua, las temperaturas extremas. Puede formar esporas resistentes y biofilms protectores, lo que le permite resistir en ambientes hostiles. Además, tiene la capacidad de hidrolizar gelatina, lo que sugiere que puede utilizarla como fuente de carbono y nitrógeno en entornos con recursos limitados.

Se está evaluando si N. tiangongensis evolucionó en el espacio o si fue introducida desde la Tierra. Su pariente más cercano, N. circulans, es conocida por encontrarse en la tierra y provocar infecciones en heridas, lo que plantea preocupaciones sobre los posibles riesgos para la salud de los astronautas. Aunque no se ha determinado su peligrosidad, su presencia destaca la importancia de monitorear y controlar la microbiota en entornos espaciales cerrados.

Las consecuencias de esta bacteria en el espacio pueden ser:

Riesgo para la salud de los astronautas, aunque aún no se ha demostrado que sea patógena, pero se sospecha por ser pariente cercano de una patógena, dado que los astronautas experimentan inmunosupresión leve durante las misiones largas, esta bacteria podría representar un riesgo de infección, especialmente si prolifera sin control.

La bacteria muestra una alta capacidad para formar biofilms, lo que puede dañar o bloquear sistemas de ventilación y agua, corroer superficies y materiales delicados, afectando la integridad estructural de naves y estaciones, hacer más difícil la limpieza y desinfección rutinaria en entornos espaciales cerrados.

Contaminación cruzada en misiones futuras, podría ser transportada involuntariamente a otros entornos, como la Luna o Marte, si se utiliza equipamiento no esterilizado, sondas o hábitats extraterrestres, comprometiendo experimentos de detección de vida extraterrestre.

Las consecuencias en la Tierra pueden llegar a un impacto potencial en salud pública, aunque no hay evidencia directa de que sea peligrosa en la Tierra, su cercanía genética con bacterias patógenas implica que debe ser monitoreada rigurosamente. Su introducción accidental al ecosistema terrestre podría generar riesgos impredecibles.

Puede producir avances en biotecnología, nos muestra las adaptaciones que le permiten resistir a radiación, microgravedad y estrés oxidativo con lo que puede inspirar nuevas terapias médicas, como tratamientos basados en enzimas resistentes, ser utilizadas en la ingeniería de microorganismos para la degradación de materiales en ambientes extremos, mejorar la producción de biofilms útiles para biotecnología industrial o biomateriales.

Desde el punto de vista ético, Niallia tiangongensis representa un caso que exige prudencia, responsabilidad científica y precaución biológica ante la posible creación, modificación o liberación de nuevas formas de vida en entornos controlados o naturales. Su estudio plantea la necesidad de equilibrar el progreso científico con la protección de la vida humana, la salud ambiental y la preservación de ecosistemas terrestres y extraterrestres.

*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.

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