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*Escrito por Dr. Vasif Huseynov.
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La región azerbaiyana de Karabaj ─alguna vez vibrante zona de relevancia cultural y económica─, aún muestra las cicatrices de casi tres décadas de ocupación armenia. A principios de los noventa, las fuerzas armadas de Armenia ocuparon aproximadamente el 20 % del territorio internacionalmente reconocido de Azerbaiyán, incluyendo la región de Karabaj y siete distritos adyacentes. La región, liberada en 2020, enfrenta múltiples desafíos de reconstrucción.
Karabaj continuó bajo control armenio hasta su completa liberación por Azerbaiyán en 2020 y 2023, lograda a través de operaciones militares que pusieron fin a la ocupación ilegal. Aunque ya liberada, la región sigue siendo en gran medida inhabitable.
Karabaj sigue siendo en gran medida inhabitable
La ocupación dejó como resultado una destrucción generalizada, desplazó a cientos de miles de azerbaiyanos y convirtió la zona en una de las regiones más minadas del mundo. Hoy, Azerbaiyán se enfrenta a la monumental tarea de reconstruir estos territorios al tiempo que afronta los profundos desafíos humanitarios y financieros que dejó tras de sí la ocupación.
Devastación y crisis de minas terrestres
La ocupación armenia infligió una destrucción generalizada en Karabaj y las regiones circundantes. «Todo está devastado, la infraestructura está destruida, edificios residenciales y administrativos demolidos», declaró el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, en su discurso a la nación tras la liberación de la región de la ocupación armenia en 2020.
En algunos asentamientos, como Fuzuli y Agdam, Armenia incluso taló todos los árboles, dejando un paraje desolado, como si nunca hubiera existido vida allí. Aparte de la destrucción de zonas residenciales y otras infraestructuras, durante la ocupación no se salvaron ni siquiera los monumentos históricos religiosos y culturales.
Según el Ministerio de Cultura de Azerbaiyán, más de 400 monumentos culturales o religiosos fueron completamente destruidos en este territorio durante los años de ocupación. El presidente Ilham Aliyev ha señalado que 65 de las 67 mezquitas de las regiones de Karabaj y Zangezur del Este fueron destruidas, y las dos restantes readaptadas como galpón para animales, un profundo insulto al patrimonio cultural de Azerbaiyán.
Profundo insulto al patrimonio cultural de Azerbaiyán
La Oficina de Libertad Culto en el Mundo de Estados Unidos, en su Informe 2021 sobre Libertad Religiosa Internacional, confirmó que mientras los territorios estuvieron bajo control armenio, cientos de lugares pertenecientes a comunidades étnicas azerbaiyanas -incluida la mayoría de mezquitas, santuarios y cementerios- fueron objeto de saqueos, vandalismo, profanación y destrucción.
A esta destrucción se debe agregar la abrumadora crisis del minado terrestre. Se estima que las fuerzas armenias colocaron 1,5 millones de minas terrestres en los territorios ocupados, lo que convierte a Azerbaiyán en uno de los países más contaminados por minas del mundo. Estos «asesinos silenciosos» se colocaron estratégicamente para impedir la reconstrucción y poner en peligro la vida de los civiles.
Desde el fin de la segunda guerra del Karabaj, en noviembre de 2020, hasta 400 azerbaiyanos, entre civiles y personal de desminado, han muerto o resultado gravemente heridos por explosiones de minas. Las minas terrestres representan graves riesgos humanitarios, impiden que las familias desplazadas regresen a sus hogares y dejan inutilizables las tierras cultivables y las infraestructuras.
«Asesinos silenciosos»
La carga financiera del desminado es colosal. Los expertos internacionales estiman que la remoción de minas podría llevar hasta treinta años y costar a Azerbaiyán unos 25 mil millones de dólares. La negativa de Armenia de proveer mapas precisos de los campos de minados complica aún más estos esfuerzos, agravando la catástrofe humanitaria.
La escala de destrucción, junto a la amenaza de las minas terrestres, genera un desafío sin precedentes para Azerbaiyán. Se necesitan amplios recursos para restablecer la seguridad y reconstruir las comunidades.
Esfuerzos de reconstrucción en Azerbaiyán
Tras el alto el fuego de 2020, Azerbaiyán puso en marcha un ambicioso programa de reconstrucción para reavivar los territorios liberados. El gobierno destinó más de 10 mil millones de dólares para revitalizar la región entre 2020 y 2024, centrándose en infraestructura, vivienda y reintegración económica.
Los proyectos relevantes incluyen la construcción de cientos de kilómetros de autopistas, ferrocarriles, más de 60 kilómetros de túneles, tres aeropuertos internacionales en Fuzuli, Zangilán y Lachín, y muchos complejos residenciales.
Con este fin, el gobierno de Azerbaiyán tiene previsto destinar 20 mil millones de manats (unos 11,8 mil millones de dólares) en los próximos cinco años, lo que representa alrededor del 30% de los gastos de capital del Estado durante este período. Estas iniciativas tienen como objetivo facilitar el retorno de los azerbaiyanos desplazados y estimular el crecimiento económico.
Programa de reconstrucción para territorios liberados
Azerbaiyán también ha dado prioridad a «ciudades inteligentes», a la planificación urbana sustentable y la aplicación de técnicas de energía verde en los nuevos asentamientos. Ciudades como Agdam y Zangilán están siendo reconstruidas con infraestructuras modernas, incluidas escuelas, hospitales y complejos residenciales.
Estos esfuerzos han permitido el reasentamiento gradual de los azerbaiyanos desplazados, con 10.000 antiguos desplazados internos que ya han regresado a las zonas reconstruidas a partir del 31 de diciembre de 2024. El gobierno pretende reasentar en los próximos años a cientos de miles de desplazados internos, cuya cifra asciende a 700.000 desde la primera guerra.
A pesar de estos logros, la magnitud de la tarea sigue siendo abrumadora. Las regiones destruidas requieren una reconstrucción integral, desde servicios públicos hasta los lugares de interés cultural, mientras que la amenaza continua de las minas terrestres hace más lento los avances. Es evidente el compromiso de Azerbaiyán por restaurar sus territorios, pero las exigencias financieras y logísticas superan con creces los recursos actuales.
Ayuda internacional limitada
Mientras Azerbaiyán carga sobre sus hombros la mayor parte del costo de la reconstrucción, la ayuda internacional ha sido mínima en relación con las inmensas necesidades. Sólo un puñado de Estados, Kazajstán, Uzbekistán y Kirguistán, han apoyado el proceso de reconstrucción.
Uzbekistán ha construido una escuela secundaria, Kazajstán ha construido un Centro de Creatividad Infantil en Fuzuli, y Kirguizistán está creando una escuela de enseñanza secundaria en Agdam. Sin embargo, ninguna organización internacional ha prestado ayuda a los esfuerzos de reconstrucción.
El proceso de desminado ha atraído más atención. Varios países y organizaciones han proporcionado apoyo financiero y logístico a Azerbaiyán para la lucha contra las minas, entre ellos Alemania (500.000 euros), Bélgica (250.000 euros), China (500.000 yenes), Italia (1,5 millones de euros) y los EAU (5 millones de dólares).
Ayuda internacional ha sido mínima
Croacia y el Marshall Legacy Institute, con sede en Estados Unidos, han donado perros detectores de minas. A mediados de abril, la Unión Europea anunció su plan de asignación de 10 millones de euros al Centro Internacional de Excelencia y Formación para la Acción contra las Minas para 2024-2025, y el correspondiente anuncio de que con esto, el apoyo total de la UE a las operaciones de desminado en Azerbaiyán ascendería a unos 23 millones de euros.
Si bien esta ayuda es muy apreciada en Azerbaiyán, la magnitud del proceso de reconstrucción y sus dimensiones humanitarias asociadas exigen un mayor apoyo internacional. De manera bastante perniciosa a los esfuerzos de paz y reconciliación posconflicto, Armenia rechaza cualquier responsabilidad por la destrucción y el terror de las minas terrestres, que según el derecho internacional humanitario se califican de crímenes de guerra.
Pese a que la directa responsabilidad de Armenia en la ocupación y destrucción de los antiguos territorios ocupados es un hecho bien documentado y reconocido internacionalmente, el país aún no ha dado las disculpas por estas acciones. Y mucho menos ofrecer una compensación, según Gevork Kostanyan, ex fiscal general de Armenia y antiguo representante de Armenia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Armenia rechaza cualquier responsabilidad
Las compensación que Armenia tiene que pagar por esta destrucción podría ascender a 50 mil millones de dólares. Según estimaciones del gobierno azerbaiyano, la ocupación armenia ha costado más de 100 mil millones de manats azerbaiyanos (58.820 millones de dólares).
El camino hacia la recuperación de la región del Karabaj es largo y arduo, marcado por la doble carga de la destrucción física masiva y el profundo sufrimiento humanitario. Azerbaiyán ha logrado considerables progresos en la movilización de recursos y en la puesta en marcha de esfuerzos de reconstrucción y reasentamiento a gran escala, pero la enormidad del desafío exige un compromiso internacional más amplio.
Un proceso de recuperación posconflicto justo y duradero requiere asistencia técnica y financiera y la rendición de cuentas moral por parte de los responsables de esta devastación. Para que la paz y la estabilidad arraiguen en el Cáucaso meridional, la comunidad internacional debe apoyar los esfuerzos de reconstrucción de Azerbaiyán y defender los principios de justicia, integridad territorial y responsabilidad posconflicto.
*Dr. Vasif Huseynov estudió Relaciones Internacionales, Economía Política y Ciencias Políticas en Bakú, Kassel y Göttingen. Su investigación ha sido apoyada por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Desde 2018, ha sido investigador en el Centro de Estudios Estratégicos y profesor de Política en la Universidad Khazar de Bakú. Es investigador senior del AIR Center, especializado en seguridad internacional en el sur del Cáucaso y profesor adjunto en la universidad Khazar en Bakú, Azerbaiyán.
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