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El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, realizará a partir del jueves una visita a Francia, a invitación de su par Emmanuel Macron, donde la COP30 y las guerras en Ucrania y Gaza estarán en la agenda. El presidente francés le recalcará que París mantiene su oposición al actual acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, alcanzado a finales del año pasado, y que nada cambia la guerra comercial lanzada por la Administración de Donald Trump.
«En el contexto actual» de aranceles de Donald Trump y «de la guerra que libra Rusia contra Ucrania», «es muy importante poder encontrar convergencias con Brasil, un gran Estado emergente», indicó este martes (03.06.2025) la presidencia francesa. Sin embargo, fuentes del Elíseo recalcaron que «no es aceptable (el pacto) tal y como está ahora (…) Sabemos que la parte brasileña quiere hablar, pero nuestra posición no ha cambiado».
Una posición que Macron ha dejado clara desde el principio. Aunque alguno de sus ministros haya dado a entender que esa guerra comercial podría propiciar un acercamiento, como esperan en el gobierno brasileño, Macron, presionado por el influyente sector de la agricultura y por una Asamblea Nacional contraria al pacto, insiste en que el acuerdo de libre comercio no cumple con los estándares medioambientales y de producción.
Primera visita de Estado desde 2012
La primera visita de Estado de un presidente brasileño desde la de Dilma Rousseff en 2012 llega días antes del inicio de la cumbre de la ONU sobre los océanos en Niza, en la que participará Lula. Brasil ejerce además actualmente la presidencia pro témpore del grupo de países emergentes BRICS y Francia espera que el gigante latinoamericano movilice su fuerza diplomática en los casos de Ucrania y Gaza.
«Un país como Brasil y, en particular un líder como Lula, tiene una voz de peso en América Latina y en el resto del mundo», aseguró a la prensa un consejero de la Presidencia francesa, que pidió el anonimato. Francia cuenta con la movilización de Brasil para influir en el resultado de la conferencia que organiza junto a Arabia Saudita en la ONU a mediados de junio y que busca impulsar una solución política al conflicto israelo-palestino.
Desde Los Inválidos hasta la sede de Interpol
La visita comenzará el jueves con una recepción militar en Los Inválidos de París, a la que seguirá un almuerzo de trabajo en el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia, y una cena de Estado en el mismo espacio. El viernes, ambos mandatarios visitarán la exposición del artista brasileño Ernesto Neto que abrirá sus puertas ese día en el parisino Grand Palais, en el marco del año cultural Francia-Brasil.
Lula viajará, según la cancillería brasileña, luego a Mónaco y a Niza, en el sureste de Francia, donde la comunidad internacional abordará a partir del lunes el futuro de los océanos, meses antes de la próxima cumbre de la ONU sobre el clima prevista en Brasil, según la cancillería brasileña. La presidencia francesa indicó que Macron «está especialmente comprometido» en que la COP30 «sea un éxito» y en los compromisos de los distintos Estados para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. La visita de Lula terminará el lunes en la sede de Interpol en Lyon, cuyo secretario general es desde fin del año pasado el brasileño Valdecy Urquiza.
Cuando el presidente Luiz Inácio Lula da Silva asumió el cargo a principios de 2023, los ambientalistas dieron un suspiro de alivio. Tras cuatro años de destrucción ambiental bajo el Gobierno de su predecesor, Jair Bolsonaro, Lula volvió al poder con la promesa de proteger el clima.
Dos años después, ese alivio se ha convertido en decepción. Apenas unos meses antes de que Brasil sea el anfitrión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), Lula está impulsando la exploración petrolera en la desembocadura del río Amazonas y su Gobierno aprobó unirse a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+).
«El mundo le ha dado a Brasil el mandato de liderar el debate sobre el clima en 2025», dice a DW Claudio Angelo, coordinador de comunicaciones de la organización brasileña sin fines de lucro Observatorio do Clima. «Redoblar la apuesta por la expansión petrolera es una traición a ese mandato».
¿Redobla Brasil esfuerzos en su industria petrolera?
Brasil posee vastas reservas de petróleo y se ubica como el octavo mayor exportador mundial, detrás de países como Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, el Gobierno busca aumentar su participación petrolera y ascender al cuarto lugar.
«No deberíamos avergonzarnos de ser productores de petróleo», declaró el ministro de Energía de Brasil, Alexandre Silveira, al anunciar los planes del país de unirse a la OPEP+. «Brasil necesita crecer, desarrollarse y generar ingresos y empleos».
La OPEP reúne a los principales países productores de petróleo, como Irán, Irak, Nigeria y Arabia Saudita, para coordinar la producción de petróleo y mantener un mercado estable. Otros productores importantes, el mayor de los cuales es Rusia, no son miembros de pleno derecho, pero acuerdan cooperar con las naciones como parte de la OPEP+.
André Correa do Lago, presidente designado de la próxima COP30, sostuvo recientemente ante la prensa que unirse a la OPEP+ le da a Brasil la oportunidad de participar en las conversaciones sobre la transición hacia una economía más sostenible. Pero los ambientalistas critican la medida (aunque Brasil no será miembro de pleno derecho de la OPEP), porque consolida las ambiciones petroleras del país para el futuro.
Lula argumenta que los ingresos petroleros son necesarios para ayudar a financiar una transición energética limpia. Y Correa do Lago reiteró esta postura. Según él, es más fácil y económico pedir dinero prestado para invertir en proyectos petroleros que en otros más sostenibles. Y el dinero «que se obtiene de la exploración petrolera puede utilizarse internamente para proyectos que favorezcan la transición» a la energía limpia, argumentó.
¿Adopta Brasil las energías renovables?
Ilan Zugman, director para Latinoamérica de la organización ambientalista 350.org, rechaza el argumento del Gobierno. Afirma que actualmente no existe una política nacional para una mayor transición hacia las energías renovables y que, incluso si la hubiera, sus fondos podrían provenir de otras fuentes.
«Brasil destina cada año miles de millones de dólares a subsidiar la industria de los combustibles fósiles… Nos gustaría ver que Brasil transfiere algunos de estos subsidios de los combustibles fósiles a las energías renovables», dice Zugman a DW.
Según un informe de la institución científica y tecnológica INESC P&D Brasil, los subsidios federales para la producción y el consumo de petróleo, gas y carbón alcanzaron alrededor de 14.560 millones de dólares en 2022. Esto es cinco veces más de lo que se invierte en renovables.
«El dinero existe; simplemente no se está destinando a los fines adecuados», sostiene Zugman.
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