Trump y el cambio climático, por Mariana Gonzalez

OPINIÓN

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Foto: Deep AI, Inc.

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.

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Michael Kratsios, asesor científico del presidente Donald Trump y director de la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP) de la Casa Blanca dijo el pasado 19 de mayo: «La comunidad investigadora estadounidense necesita aprender a prosperar con menos fondos del gobierno federal».

Otra de sus expresiones fue «Las convenciones, los dogmas y las modas intelectuales son enemigos de la buena ciencia», refiriéndose al pensamiento DEI (diversidad, equidad e inclusión), que, según la administración Trump se impone en las universidades y centros de desarrollo. Sin embargo, el accionar de esa administración es, exactamente, la consecuencia de dogmas propios basados en el populismo de derecha, el antiglobalismo, el neonacionalismo, posiciones antiliberales y autoritarias.

Presentó a la ciencia como ineficiente y esclerótica, expresiones indiscriminadas e hipócritas, que no solo van a causar graves daños a la comunidad científica estadounidense sino a todo el mundo ya que esos desarrollos son, generalmente, colaborativos a nivel científico internacional.

Los mejores talentos mundiales buscaron en las últimas décadas, lugares de investigación en Estados Unidos, dada su superioridad tecnológica y científica. Ahora, muchos de ellos están tratando de irse y encontrar un sitio donde desarrollarse sin que les dicten las áreas de investigación a las que pueden dedicarse y aquellas que están vedadas.

El mundo entero va a sufrir las consecuencias, pero, especialmente Estados Unidos, sus laboratorios y su economía.

Los temas que más atacan son la salud pública y el calentamiento global, el movimiento MAGA («Make America Great Again») tiene especial encono contra ellos. Esta política basada en esa ideología va a redundar en una reducción muy importante en la investigación sobre vacunas y cambio climático, entre otras cosas.

Más de cien proyectos de investigación relacionados con el cambio climático, fueron cancelados, cortando las subvenciones de la Fundación Nacional de Ciencias, que incluyen estudios ya aprobados y muchos en ejecución, en temas como energías sustentables, emisiones de metano, aumento del nivel del mar. Cerró laboratorios que durante décadas monitoreaban y analizaban los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Daniel Schrag, codirector del programa de ciencia, tecnología y políticas públicas de la Universidad de Harvard dijo: «No creo que haga falta mucha imaginación para entender adónde nos lleva esto», «Creo que la administración Trump pretende eliminar por completo la financiación de la ciencia climática».

Según The Economist del 21 de mayo pasado «Los recortes presupuestarios de la NSF (Fundación Nacional de Ciencias), por ejemplo, afectarán la investigación sobre el clima y las energías limpias. Y, según documentos filtrados, la rama de investigación de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) probablemente dejaría de existir por completo. Eso casi con certeza significaría desfinanciar el Laboratorio de Dinámica de Fluidos Geofísicos de la Universidad de Princeton, «uno de los mejores laboratorios del mundo para modelar la atmósfera», dice Adam Sobel, profesor del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia. Los satélites de observación de la Tierra de la NASA también se verían afectados, lo que podría dañar la capacidad de la agencia para realizar un seguimiento de los incendios forestales, el aumento del nivel del mar, las tendencias de la temperatura superficial y la salud de los polos de la Tierra. Esos efectos los sentiría la gente común tanto en Estados Unidos como en el extranjero».

Donald Trump ha tenido siempre, una postura bastante escéptica y sarcástica respecto al cambio climático. Durante su anterior mandato y en declaraciones públicas, expresó su descreimiento sobre la gravedad del cambio climático y cuestionó la ciencia que respalda la existencia y el impacto del calentamiento global causado por humanos. También criticó las políticas ambientales que consideraba perjudiciales para la economía, y en varias ocasiones, se mostró reticente a aceptar regulaciones estrictas relacionadas con el medio ambiente. Muestra, abiertamente, su preferencia por promover industrias tradicionales, como la del petróleo y el carbón.

Según MIT Technology Review «La administración publicó una propuesta presupuestaria más detallada de la NSF (Fundación Nacional de Ciencias) el 30 de mayo, que exigía una reducción del 60% en el gasto en investigación y casi eliminó a cero el programa de tecnología de energía limpia. También propuso recortar los fondos en un 97% para el Programa de Investigación del Cambio Global de EE. UU. , que produce evaluaciones regulares de los riesgos climáticos; el 80% para la Iniciativa de Observatorios Oceánicos, una red global de sensores oceánicos que monitorean las condiciones marinas cambiantes; y el 40% para NCAR , el centro de investigación atmosférica».

Como dice The Economist en su artículo «La arremetida MAGA contra la ciencia no sólo tiene que ver con la política DEI y con las universidades. Es, ante todo, un acto de autoagresión».

*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.

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