Violencia étnica en Pakistán

INTERNACIONAL

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Foto: getarchive.net*

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Un grupo de hombres armados secuestró y asesinó a nueve pasajeros de un autobús en la convulsa provincia de Baluchistán, en el suroeste de Pakistán, tras identificarlos como originarios de la vecina región de Punjab, en un ataque de corte étnico que fue reivindicado por un grupo separatista.

El ataque ocurrió en la noche del jueves, cuando los asaltantes detuvieron dos autobuses en el distrito de Zhob. «Comprobaron los documentos de identidad de los pasajeros y se llevaron a nueve personas de Punjab», confirmó este viernes a EFE el portavoz del gobierno de Baluchistán, Shahid Rind.

«Estos hombres fueron llevados a cierta distancia de la carretera principal y asesinados a tiros», añadió.

El prohibido Frente de Liberación de Baluchistán (BLF) reivindicó la autoría de la matanza, que fue condenada de inmediato por el primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, quien culpó del suceso a «militantes respaldados por la India».

La acusación de Sharif, aunque sin presentar pruebas, sigue la línea habitual de Islamabad, que sostiene que la India, a través de sus agencias de inteligencia, apoya a los grupos separatistas baluches para desestabilizar el país.

Nueva Delhi, por su parte, ha negado sistemáticamente estas afirmaciones, calificándolas de un intento de desviar la atención de la presunta responsabilidad de Pakistán en el apoyo a grupos terroristas que actúan en la Cachemira india.

Hasta hace poco, el Ejército de Pakistán enfrentaba críticas por su presunto papel en la política desde todos los sectores de la sociedad. Muchos en Pakistán acusaron a los militares de manipular las elecciones generales del año pasado para mantener al ex primer ministro Imran Khan fuera del poder. Culparon especialmente al jefe del Ejército, el general Asim Munir, por su papel en el encarcelamiento de Khan, una acusación que los militares niegan.

«Estamos afrontando muchos problemas por culpa del Ejército», dijo a DW un taxista de Karachi hace un mes. «Mantienen a Khan tras las rejas porque ha desafiado el dominio militar». Pero todo cambió después del mortal ataque contra turistas hindúes en la ciudad de Pahalgam, en la Cachemira administrada por la India, el 22 de abril, en el que murieron 26 personas, en su mayoría hombres hindúes.

Ese ataque fue reivindicado por un grupo autodenominado Resistencia de Cachemira, conocido en la India también como Frente de Resistencia, vinculado a Lashkar-e-Toiba (LeT), una organización calificada por las Naciones Unidas como terrorista.

Nueva Delhi culpó a Islamabad de respaldar el ataque, una acusación que Pakistán rechaza. La crisis pronto derivó en un importante conflicto militar entre los dos archirrivales poseedores de armas nucleares.

El 7 de mayo, la Fuerza Aérea india lanzó ataques con misiles contra lo que Nueva Delhi dijo que eran campamentos terroristas en Pakistán y en la Cachemira administrada por Pakistán. Decenas de personas murieron en estos ataques, y el número de muertos aumentó cuando Pakistán tomó represalias con sus propios ataques dos días después.

«Los regímenes impopulares se ven beneficiados por este tipo de conflictos militares. Luego del ataque de la India, incluso los críticos del Ejército pakistaní, generalmente liberales y seculares, demandaron que Islamabad debería darle una lección a Nueva Delhi», dijo a DW Naazir Mahmood, analista político con base en Islamabad.

Tanto India como Pakistán reclamaron para sí la victoria en el reciente conflicto de Cachemira, y los ciudadanos se unieron apoyando a sus Gobiernos. En las redes sociales, los usuarios elogiaron a las fuerzas armadas con fervor nacionalista, y muchos salieron a «celebrar el éxito» del Ejército de Pakistán en las calles.

El analista Mahmood opina que el Ejército recuperó su prestigio en el ámbito doméstico. «Aunque los militares ya controlan todas las esferas de Gobierno, ahora su control sobre la política será más estricto», dijo.

El periodista y analista Farook Sulehria, que trabaja en Lahore, dijo que no hay método científico para medir el aumento de la popularidad de los militares en la población tras los últimos combates, pero que las publicaciones en las redes sociales y los comentarios en los principales medios de comunicación definitivamente muestran una tendencia al alza.

«Lo que debemos entender es que el apoyo a los militares surge de un sentimiento antiindio. Los militares presentarán esta breve guerra como un éxito propio. La utilizarán para construir su imagen», explicó Sulehria a DW.

Los «defensores de la narrativa hinduista»

También los nacionalistas en la India describen el episodio como un «triunfo» del primer ministro Narendra Modi y su partido nacionalista hindú, el Bharatiya Janata Party (BJP). El ataque en Pahalgam ejerció una intensa presión sobre el Gobierno de Modi para que contraatacara y castigara a los perpetradores y a quienes los apoyaban.

«Para la India y el primer ministro Modi, el ataque del 22 de abril debía ser respondido, sobre todo después de que la oposición y los usuarios de redes sociales reprodujeran videos de Modi reprendiendo al ex primer ministro Manmohan Singh tras el ataque terrorista del 26/11 en Bombay en 2008 [por la falta de respuesta]», declaró Uday Bhaskar, oficial naval indio retirado, a DW.

*Imagen ilustrativa.

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