Cámara de eco, escribe Mariana Gonzalez

OPINIÓN

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Foto: pxhere.com

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.

Lectura: 4 minutos

El ecosistema mediático enfrenta una serie de desafíos interconectados que afectan tanto la calidad de la información como su impacto social. Entre ellos está la llamada cámara de eco.

Una cámara de eco es un fenómeno social y comunicativo en el que las personas se ven expuestas casi exclusivamente a ideas, creencias o informaciones que refuerzan sus propias opiniones, mientras se filtran o excluyen puntos de vista contrarios. Es una metáfora poderosa usada para describir un entorno ─especialmente digital o mediático─ en el que las ideas, creencias o puntos de vista de una persona se amplifican y refuerzan constantemente sin exposición significativa a perspectivas contrarias.

Plataformas como YouTube, Instagram, Facebook, TikTok o X (antes Twitter) usan algoritmos que muestran contenidos basados en las interacciones pasadas de los usuarios. Esto crea un sesgo de confirmación (tendencia cognitiva donde se busca y acepta solo la información que valida lo que ya se cree) algorítmico, alimentando sus creencias con contenido similar al que ya consumen. Los usuarios mismos descartan o silencian activamente información que desafía su visión del mundo, lo que refuerza el efecto de cámara de eco. Esto puede llevar a una polarización ideológica, ya que, así, solo ven lo que confirma sus creencias.

Puede dificultar el pensamiento crítico y la apertura al diálogo, lo diferente ya no se considera válido ni debatible, sino amenazante. En contextos políticos o científicos, puede fomentar extremismos. Produce polarización afectiva: no solo se piensa diferente, sino que se rechaza emocionalmente al otro grupo.

El término «cámara de eco» proviene del mundo acústico: en una cámara cerrada, cualquier sonido que se emite rebota en las paredes y regresa al emisor, amplificado.

El diseño de las plataformas digitales favorece la creación de cámaras de eco porque su objetivo es maximizar la atención del usuario, no ofrecerle una visión equilibrada del mundo.

Está íntimamente ligado al concepto de «filter bubble» o «burbuja de filtros» que se refiere a un estado de aislamiento intelectual que se produce cuando los algoritmos de personalización en Internet ─especialmente en redes sociales, motores de búsqueda y plataformas de contenido─ filtran la información que vemos basándose en nuestros gustos, intereses, historial, ubicación geográfica, tiempos de permanencia, conexiones sociales y comportamientos previos. El resultado es que cada usuario queda atrapado en una «burbuja» informativa individualizada, en la que sólo ve una versión limitada y parcial del mundo y donde se oculta automáticamente contenido que el algoritmo supone que no nos interesa o con el que probablemente no estemos de acuerdo, incluso si es relevante o importante. En este concepto incluimos a los buscadores, Google, Bing, Yahoo o a los grandes minoristas en línea como Amazon o eBay.

La burbuja de filtros crea un aislamiento pasivo, solo se ve una parte del contenido mientras que la cámara de eco produce una repetición activa, rodea de voces que refuerzan un pensamiento.

El sesgo de confirmación alimenta y se ve alimentado por cámaras de eco y burbujas de filtros.

Para salir de las cámara de eco y de las burbujas de filtro hay que diversificar las fuentes de información y asegurarnos de su confiabilidad, practicar el pensamiento crítico y autocrítico, participar en debates reales con personas de opiniones diferentes, desactivar personalizaciones algorítmicas cuando sea posible, educar emocionalmente para tolerar la disonancia cognitiva, usar navegadores y motores de búsqueda en modo incógnito o sin historial, no quedar atrapado en los resúmenes que los buscadores nos presentan cuando hacemos alguna búsqueda.

La cámara de eco y las burbujas de filtro no son solo un problema tecnológico, sino una vulnerabilidad humana amplificada por la tecnología. Está en el cruce entre psicología, comunicación, política y ética. Para enfrentarlas, necesitamos un enfoque integral: tecnológico, educativo, cultural y regulatorio.

*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.

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