Gobiernos de izquierda apoyan a Maduro

INTERNACIONAL

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Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro / Foto: Eneas De Troya

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La Celac sin Fidel Castro y Hugo Chávez es una cáscara vacía. La Comunidad de estados Latinoamericanos y Caribeños han reaccionado a movimientos de barcos y aviones vigías que Washington ha desplegado en aguas cercanas a Venezuela.

El organismo nació por decisión de los mandatarios fallecidos, con el acompañamiento de Néstor Kirchner, para enfrentar en el terreno diplomático y político a Estados Unidos. En la ambición de los tres expresidentes figuraba la posibilidad de crear un banco latinoamericano que nunca llegó a concretarse. Hubiera sido un banco de los pobres que el petróleo venezolano no podría sostener. Quedan hilachas, como se ve actualmente.

El Gobierno de Colombia ─que tiene la presidencia pro témpore de la Celac─, convocó este domingo (31.08.2025) de urgencia para este lunes a una reunión de cancilleres en formato virtual con el fin de analizar la coyuntura regional tras el reciente despliegue de buques de guerra de Estados Unidos en el Caribe, frente a Venezuela.

«El objetivo de este encuentro será intercambiar puntos de vista y reflexiones sobre la coyuntura regional (…) y abordar, de manera abierta y constructiva, las preocupaciones existentes en torno a los recientes movimientos militares en el Caribe y sus posibles implicaciones para la paz, la seguridad y la estabilidad regional», explicó la cancillería colombiana en un comunicado.

La Casa Blanca defendió esta semana la operación militar, que incluye destructores, un crucero lanzamisiles y un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear, como parte de su estrategia antidrogas y aseguró que cuenta con el respaldo de varios países latinoamericanos.

El Ministerio de Relaciones Exteriores agregó que la intención de la canciller colombiana, Rosa Villavicencio, al convocar la reunión «es reforzar los canales de diálogo y cooperación, reconociendo que los desafíos transnacionales requieren respuestas conjuntas y coordinadas».

La Celac, creada en 2010, está integrada por 33 países de América Latina y el Caribe y funciona como un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política. Su objetivo es fortalecer la integración regional y avanzar en consensos comunes sin la participación de Estados Unidos ni Canadá.

Hasta ahora, el organismo internacional, cuya presidencia pro tempore asumió Colombia en abril pasado, no se había pronunciado sobre el despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe, cerca de Venezuela, para «frenar el flujo de drogas», según Washington.

«La presidencia pro tempore subraya que América Latina y el Caribe han sido proclamadas como zona de paz, y que en ese espíritu se convoca a este diálogo ministerial, con la expectativa de contribuir a un mayor entendimiento y a la búsqueda de soluciones concertadas en beneficio de toda la región», agregó el comunicado de la Cancillería.

Críticas de Venezuela a «acciones hostiles»

El despliegue militar estadounidense en el Caribe ha sido rechazado con vehemencia por el Gobierno de Nicolás Maduro, que lo califica de «acciones hostiles» y lo asocia a un intento de «cambio de régimen».

El Gobierno de Estados Unidos, que duplicó recientemente a 50 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura del mandatario venezolano, acusa al líder chavista de «violar las leyes de Estados Unidos sobre narcóticos».

Caracas advirtió en la ONU que la presencia de un crucero lanzamisiles y de un submarino nuclear de ataque rápido cerca de sus costas representa «una grave amenaza a la paz y la seguridad regionales», en violación de tratados internacionales como el de Tlatelolco de 1967, que declaró a América Latina y el Caribe como zonas libres de armas nucleares.

Tanto el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, como la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, han denunciado que la operación de Washington busca «apoderarse del mar Caribe» bajo el pretexto del combate al narcotráfico.

En respuesta al despliegue naval, Venezuela reforzó su presencia militar en zonas fronterizas con Colombia, al tiempo que convocó a jornadas de alistamiento de milicianos dentro del denominado «Plan Nacional de Soberanía y Paz».

Las alianzas se prueban en tiempos de crisis. Los peores momentos someten a las relaciones entre naciones a una tensión que las quiebra o las refuerza. La IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), celebrada el miércoles (9.4.2025) en Tegucigalpa, Honduras, ha demostrado que América Latina sigue careciendo de la madurez diplomática para hacer frente, como un bloque, a los contextos difíciles.

En medio de la guerra de aranceles desatada por Washington, el mecanismo regional ha optado por apelar a la retórica beligerante en lugar de plantear propuestas prácticas.

Falta de estrategia común

La cita regional, que incluye a 33 países, ha dejado en evidencia la carencia de una estrategia común frente a las nuevas presiones económicas y las deportaciones masivas de migrantes. Nada de esto sorprende en una Celac que se ha estructurado más alrededor de intereses políticos y afinidades ideológicas que como un organismo de representación de los millones de habitantes de esta parte del mundo. Puestos a optar entre articular una acción conjunta para aliviar las tarifas comerciales o echar mano de los pronunciamientos vacíos, han elegido esto último.

El grupo firmó la Declaración de Tegucigalpa, que fue adoptada por 30 Estados miembros de la Comunidad, y que será olvidada tan rápido como se deshacen en el cielo las estelas de condensación de los aviones presidenciales que parten. Insulso, el texto ha subrayado su apoyo a «a democracia y el Estado de Derecho, el multilateralismo, la protección y promoción de todos los derechos humanos», aunque entre las filas del organismo se incluyen a tres de las grandes dictaduras del hemisferio: Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Mientras Europa se reúne para acordar cómo actuar ante los nuevos retos comerciales, los mandatarios latinoamericanos han preferido posar de intransigentes y vociferantes para la foto de familia, aunque muchos de ellos ya negocian en voz baja y en solitario con la Casa Blanca. La reunión en Honduras también ha estado carente de un plan regional para mejorar la calidad de vida de esos jóvenes que buscan realizar sus sueños al otro lado del Río Bravo, la mayoría de las veces por la falta de oportunidades en sus países de orígenes.

Este también ha sido un encuentro para la pasarela y el postureo políticos. Por momentos daba la impresión de que cada nuevo presidente que intervenía ante el micrófono quería demostrar mayor verticalidad y belicosidad ante EE. UU. que su predecesor.

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