Comisión Europea reactiva Mercosur

INTERNACIONAL

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Foto: NOAA’s National Ocean Service

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La novela del Mercosur. No cabría un título mejor. Años negociando para nada, con generosos presupuestos de los dos lados para burócratas y expertos, consumieron un tiempo valioso para llegar a un puerto que todavía no existe. Desde el comienzo mismo se sabía que la tarea sería imposible, aunque los políticos siguen apoyando la propuesta, los políticos de ambas orillas del Atlántico.

En términos comerciales y económicos, Europa es un territorio cerrado, tanto o más que los países que integran el Mercosur. Francia es la expresión máxima, pero Brasil no se queda atrás. Ahora los líderes europeos vuelven a retomar el tema, con escasas perspectivas de éxito, cuando también Polonia se suma a las decisiones que se adoptan en París.

La Comisión Europea pone en marcha este miércoles (3.09.2025) el proceso de ratificación del acuerdo comercial con los países del Mercosur, que enfrenta la reticencia de Francia y tendrá que ser aprobado por los 27 países del bloque y el Parlamento Europeo.

La validación, ya hecha por parte de los comisarios europeos hoy, es el primer paso antes de someter este tratado de libre comercio a los Estados miembros y a los eurodiputados en los próximos meses.

El proceso de ratificación coincide con la tormenta política en Francia, donde el gobierno podría caer el próximo lunes si el primer ministro, François Bayrou, no supera una moción de confianza.

Según una fuente europea, Bruselas quiere actuar con rapidez y espera alcanzar un acuerdo con los Veintisiete antes de que termine 2025, mientras el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ocupe la presidencia rotatoria del Mercosur.

Este acuerdo debe permitir entre otros que la Unión Europea exporte más automóviles, maquinaria y bebidas alcohólicas a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

A cambio, facilitaría la entrada de carne, azúcar, arroz, miel o soja latinoamericanos, con el riesgo de debilitar algunos sectores agrícolas europeos.

Para la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, «se trata de un acuerdo beneficioso para todas las partes, con ventajas significativas para los consumidores y las empresas» de ambos continentes.

Sin embargo, desde que concluyeron las negociaciones el pasado mes de diciembre, los sindicatos de agricultores europeos se han mostrado muy críticos.

«La lucha continúa», advirtió el lunes (1.09.2025) el principal sindicato agrícola francés (FNSEA), en un llamamiento al presidente Emmanuel Macron.

El vicepresidente del Gobierno polaco, Władysław Kosiniak-Kamysz, aseguró este miércoles que su país está «luchando por formar una minoría de bloqueo» que impida ratificar el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el bloque sudamericano Mercosur, cuyo texto está previsto que apruebe hoy la Comisión Europea (CE).

Kosiniak-Kamysz declaró que «cada conversación que el Gobierno polaco mantiene con sus aliados sobre seguridad también se refiere a la seguridad alimentaria», y expresó la esperanza de que se concrete una minoría de bloqueo suficiente gracias al apoyo de Italia, país que podría proporcionar un «fuerte apoyo» para bloquear la ratificación y entrada en vigor del acuerdo.

Polonia y Francia se pronunciarán en contra del acuerdo, por lo que la decisión de Italia de unirse o no a este grupo es importante de cara al resultado final, aunque aún sería insuficiente, pues se requiere el voto contrario de al menos cuatro Estados miembros para paralizar el proceso de ratificación.

«Polonia se opone (al acuerdo) y no apoyará sus medidas», reiteró hoy Kosiniak-Kamysz.

La oposición de Polonia se debe principalmente a las preocupaciones por el impacto en su sector agrario.

Tanto Varsovia como París, su principal aliada en este tema, temen la apertura del mercado europeo a productos alimentarios de países sudamericanos, donde los estándares de producción son «mucho más bajos» que los que deben cumplir los agricultores de la UE, según denunció el Gobierno polaco.

El primer ministro, Donald Tusk, ya ha declarado en reiteradas ocasiones que Polonia «no aceptará el acuerdo en su forma actual», mientras que su ministro de Agricultura ha señalado que las reducciones arancelarias y las cuotas previstas son «demasiado altas», lo que en su opinión «expulsaría productos polacos del mercado de la UE».

El residente polaco, Karol Nawrocki, también ha instado al Gobierno a aglutinar una minoría de bloqueo y advirtió que el pacto sería «el fin» del mercado avícola y vacuno polaco, así como «una amenaza» para su agricultura.

El acuerdo comercial UE-Mercosur, que es el resultado de un largo proceso de revisión legal y negociaciones, regulará la apertura del mercado de la UE a productos agrícolas de varios países sudamericanos, aunque con limitaciones para algunos productos como la carne de res, el etanol, carne de cerdo, la miel, el azúcar y las aves de corral.

Para evitar un bloqueo prolongado, se decidió que la ratificación requiera solo una mayoría cualificada entre los países miembros (al menos 15, y que representen el 65% de la población de la UE) y la aprobación del Parlamento Europeo, en lugar de la unanimidad de los parlamentos nacionales.

«En el acuerdo entre la Unión Europea y los países del Mercosur, después de 25 años, hemos llegado a un tiempo de convergencia», decía Hélmer Sousa Silva, presidente de la Delegación para las Relaciones con Brasil de la Eurocámara. «En este momento, obramos operativamente o perdemos el convoy», arengaba el eurodiputado por Portugal en una semana de múltiples reuniones entre diputados europeos y representantes del Parlamento del Mercosur (Parlasur).

Todo apunta a que en los próximos días el texto del acuerdo de asociación entre los dos grandes bloques saldría de la Comisión Europea a las manos de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 para su firma. Después de una acelarada peregrinación por la Eurocámara, que empezaría en septiembre, su parte comercial podría entrar en vigor a comienzos del 2026.

Geopolítica, el fiel de la balanza

¿Qué ha dado este empuje fenomenal a un acuerdo que se había enredado casi un cuarto de siglo? Haya sido por los agricultores franceses y polacos, por los ganaderos irlandeses y austríacos, por los ecologistas alemanes, por los anticolonialistas sureños o por los proteccionistas de ambos lados del mar, siempre hubo trabas.

«El mundo ha cambiado, estamos en un momento muy frágil», explica a DW el eurodiputado Sousa Silva, en la misma semana en la cual la Comisión Europea anuncia su estrategia para su propia industria armamentística.

A comienzos del mandato (2024-2029), la competitividad, la seguridad, la defensa, la ampliación y los acuerdos con socios fiables se marcaron como prioridad en Bruselas. Los cambios geopolíticos y las guerras han hecho que se acelere su necesidad de defenderse.

«Uno de los objetivos de la UE es ser autosuficiente en términos de defensa, dejar de comprar a Estados Unidos, a Corea y al mismo Israel», sigue Sousa Silva. «Pero Europa no tiene en su territorio materias primas suficientes en calidad y cantidad para abastecerse a sí misma. El acuerdo con Mercosur abre nuevas oportunidades», añade.

Convencer a los reacios al Mercosur

¿Sería la geopolítica lo que lograría el punto de inflexión, por ejemplo, en la posición francesa? «La alteración política internacional reciente sí nos parece un argumento más para sensibilizar a Francia, para que adopte una posición de neutralidad», subraya Sousa Silva.

Por otro lado, «sobre el presidente francés, por motivos geopolíticos, se ejerce ahora muchísima presión para que firme. Hay una gran discusión», cuenta a DW Anna Cavazzini, presidenta de la comisión de Mercado Interior y Protección al Consumidor en el Parlamento Europeo.

Con todo, «hay que separar: el acuerdo es geopolíticamente muy importante, sí. Pero su contenido sigue siendo problemático. Que se comprometan ambos con el Acuerdo de París es bueno, pero las garantías no son suficientes», subraya Cavazzini. La eurodiputada alemana y vicepresidenta de la delegación para las relaciones con Brasil lleva años liderando la introducción de reglamentos europeos contra la deforestación importada, el trabajo esclavo, la violación de estándares ambientales y sociales.

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