INTERNACIONAL

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Estados Unidos movió barcos de guerra y aviones de combate hacia la zona del Caribe, donde dos presidentes ─uno falso─ mantienen una política agresiva de hostilidad permanente hacia Washington.
Tanto el colombiano Petro como el venezolano Maduro miran para otro lado cuando de narcotráfico y puente de estupefacientes se trata. Los últimos movimientos de narcos que utilizan puertos menores de Venezuela, pusieron en alerta a las autoridades de Estados Unidos. Por ahora, todo se reduce a enfrentamientos de baja intensidad pero nadie se atreve a diagnosticar una ampliación del escenario.
El régimen de Nicolás Maduro aseguró este sábado (13.09.2025) que un destructor estadounidense supuestamente mantuvo retenido un barco pesquero que navegaba en aguas venezolanas.
Estados Unidos desplegó recientemente ocho buques en el Caribe sur para llevar a cabo operaciones contra el narcotráfico internacional, una acción que provocó nuevas tensiones con Caracas.
El viernes, «el buque venezolano Carmen Rosa, tripulado por nueve humildes pescadores atuneros (…) fue asaltado de manera ilegal y hostil por un destructor de la Armada de Estados Unidos, el USS Jason Dunham», afirmó el Ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado.
La embarcación navegaba «a 48 millas náuticas al noreste de la isla La Blanquilla», en aguas que corresponden la Zona Económica Exclusiva venezolana, agregó.
«El navío de guerra desplegó dieciocho efectivos con armas largas que abordaron y ocuparon la pequeña e inofensiva embarcación durante ocho horas», detalló la nota, que consideró que el episodio «constituye una provocación directa a través del uso ilegal de exagerados medios militares».
Las tensiones con Estados Unidos escalaron después que el presidente Donald Trump anunciara que su fuerza naval había atacado una lancha con 11 «narcoterroristas» que habrían partido de Venezuela.
Washington, que no reconoce a Maduro como presidente de Venezuela, lo acusa de encabezar el grupo criminal narcotraficante cartel de los Soles y ofrece 50 millones de dólares por información que conduzca a su captura.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, calificó la operación de la «mayor amenaza que se haya visto en América en los últimos 100 años».
No obstante, numerosos analistas consideran que el objetivo último de dicha operación, más que combatir el narcotráfico como alega Estados Unidos, sería forzar negociaciones que aporten ventajas económicas a ese país. Mientras, Maduro asegura disponer de 4.500.000 efectivos dispuestos a combatir a las tropas estadounidenses.
Y los países de la región ya se posicionan como partidarios o detractores de la operación lanzada por Donald Trump. ¿Estamos en la antesala de un conflicto regional a gran escala? Lo vemos en esta entrega de DW Analiza.
Estados Unidos derribará cualquier avión militar venezolano que represente una amenaza para sus fuerzas desplegadas en el Caribe, declaró el presidente Donald Trump este viernes (05.09.2025).
Aviones F-16 venezolanos sobrevolaron brevemente un buque estadounidense que efectúa vigilancia antidrogas en el Caribe, lo que provocó una advertencia del Pentágono, que horas después envió 10 cazas F-35 a Puerto Rico.
«Si nos ponen en una situación peligrosa, serán derribados», advirtió el líder de la Casa Blanca poco después de rebautizar el Departamento de Defensa como Departamento de Guerra mediante un decreto.
«Si vuelan en una posición peligrosa, pueden tomar las decisiones que crean adecuadas», agregó Trump dirigiéndose a su secretario de Guerra, Pete Hegseth.
El martes 2 de septiembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la destrucción de una lancha rápida que supuestamente transportaba droga hacia territorio estadounidense. A bordo habrían ido 11 miembros del Tren de Aragua.
«Literalmente destruimos un barco, un barco que transportaba drogas, mucha droga. Tenemos una gran cantidad de drogas que llegan a nuestro país desde hace mucho tiempo, y estas provienen de Venezuela», dijo el mandatario.
La acción, realizada con un misil disparado desde un avión no tripulado o un helicóptero, supone un paso más en la nueva estrategia de Washington para combatir el narcotráfico, en la que Caracas juega un rol central como enemigo a confrontar.
«Este ataque es un paso a la acción, en el sentido de que establece un precedente en el uso de fuerza letal contra actores criminales y muestra hasta dónde llega la injerencia de Estados Unidos en el marco de la designación de organizaciones criminales como grupos terroristas extranjeros», dice a DW Sandra Pellegrini, analista senior para América Latina de Armed Conflict Location and Event Data (ACLED).
«Al mismo tiempo, es una escalada controlada: no es un ataque directo contra fuerzas venezolanas, y es muy posible que se quede como un episodio de demostración de fuerza. De hecho, la reacción del Gobierno venezolano, que ha buscado restarle importancia, puede interpretarse como un intento de evitar mayor fricción», agrega.
De similar modo piensa Phil Gunson, analista de International Crisis Group. Para él, el incidente es una escalada reducida. «El Gobierno de Maduro ha optado por una respuesta prudente, interpretando el video como un producto de la IA y no un ataque verdadero, con lo cual podemos inferir que prefieren evitar un conflicto», sostiene el experto.
¿Regreso a viejos tiempos?
Desde que Estados Unidos desplegó fuerzas navales en el Caribe, pocas voces se han alzado contra un movimiento que apunta directamente contra el Gobierno de Venezuela, a cuya cúpula Washington acusa de estar al frente del Cartel de los Soles, un supuesto grupo narcotraficante. Incluso países de la región, como Trinidad y Tobago y Guyana, han visto con buenos ojos la presencia militar estadounidense.
«No resulta muy sorprendente que haya cierto apoyo regional. En el Caribe, varios Gobiernos que enfrentan el impacto del crimen transnacional sobre su propia seguridad nacional probablemente interpreten la presencia de Estados Unidos como un factor de disuasión frente a los flujos ilícitos. En Trinidad y Tobago, la primera ministra, Kamla Persad-Bissessar, apoyó abiertamente el ataque», menciona Pellegrini.
«Hay Gobiernos, principalmente de derecha, que priorizan sus relaciones con Trump y simplemente hacen eco de lo que dice Washington sobre los carteles. Algunos ─como Daniel Noboa en Ecuador─ parecen entusiasmados con la idea de que los militares norteamericanos les ayuden a combatir el narcotráfico. Para otros ─como Gustavo Petro, Lula da Silva y Claudia Sheinbaum─ la gran preocupación es un posible regreso a la época cuando Estados Unidos intervenía alegremente en territorio de sus vecinos sin pedir permiso», dice Gunson.
«Aunque el despliegue no constituye todavía una amenaza directa a toda la región, sí abre la puerta a cierta injerencia y normalización del uso de prácticas militares contra el crimen organizado, con implicaciones mucho más amplias y de alcance incierto», abunda Pellegrini.
Estrategia de presión regional
Por todo lo anterior, dice la experta de ACLED, no debería sorprender a nadie que haya pronto muestras de rechazo a estas acciones. «Es el caso de Colombia, que advierte que este tipo de operaciones pueden convertirse en una pendiente resbaladiza hacia intervenciones más amplias. Es una posición que, con distintos matices, seguramente también aparecerá en otros países que podrían verse como potenciales blancos de operaciones similares, como México», añade.
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