Se derrumba popularidad de Macron

INTERNACIONAL

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Presidente de Francia, Emmanuel Macron / Foto: Senado República de Chile

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, registra el nivel de popularidad más bajo desde accedió al poder en 2017, con solo un 17 % de los encuestados favorables a la figura del jefe de Estado, según el sondeo de Ipsos publicado este domingo (14.09.2025) en «La Tribune de Dimanche». «La popularidad de Emmanuel Macron cae fuertemente (-7 puntos en comparación con julio de 2025) y se sitúa en un 17 % de opiniones favorables, lo que representa el nivel más bajo jamás registrado desde que llegó al poder en 2017», señalaron los encuestadores, que realizaron el sondeo entre el 11 y 12 septiembre. El semanario francés destaca que es incluso dentro de la propia base electoral de Macron donde ha sufrido el mayor desplome, con 18 puntos de caída.

Sébastien Lecornu… poco conocido para valorarlo

El estudio también evalúa la popularidad de Sébastien Lecornu, el nuevo primer ministro nombrado hace cinco días por el propio Macron, en medio de una nueva crisis política por la caída en la Asamblea Nacional del Gobierno de François Bayrou y del malestar social, reflejado en al menos dos paros nacionales este mes.

El trabajo de Ipsos indica que, por un lado, Lecornu se trata de una figura política desconocida para muchos encuestados y, por otro, suma ya una alta tasa de desaprobación. Un 44 % de ellos dice que no conoce lo suficiente al antiguo ministro de Defensa (2022-2025) y un 40 % tiene una mala opinión del nuevo jefe de Gobierno. Solo un 16 % lo aprueba.

La encuesta vuelve a constatar que los políticos más populares para sustituir a Macron en la presidencia francesa en 2027 son los líderes del ultraderechista Agrupación Nacional (RN): Jordan Bardella, con un 35 % de opiniones favorables, y Marine Le Pen, con un 32 %. La participación de esta última, después de haber sido inhabilitada, dependerá de la decisión de los jueces sobre su apelación.

Tras la destitución del primer ministro François Bayrou, el rumbo político de Francia sigue siendo incierto. La ultraderecha de Reagrupamiento Nacional insiste en elecciones anticipadas, mientras que el presidente Emmanuel Macron evalúa la posibilidad de instalar un nuevo gobierno en minoría. Esa es hoy la dimensión política de una crisis que combina parálisis institucional con un fuerte trasfondo económico.

La dimensión económica es aún más cruda: se trata de dinero y del gigantesco endeudamiento del país. Ningún Estado de la Unión Europea debe tanto en términos absolutos como Francia. La deuda pública ya supera los 3,35 billones de euros, lo que equivale a alrededor del 114 por ciento del PIB. Y la tendencia es ascendente: cálculos de expertos proyectan que hacia 2030 podría trepar hasta el 125 por ciento.

Deuda récord

Francia solo es superada en nivel de endeudamiento por Grecia e Italia. Con un déficit presupuestario de entre 5,4 por ciento y el 5,8 por ciento del PIB, París lidera además ese ranking entre los países de la UE.

Para ajustarse al límite europeo del 3 por ciento harían falta recortes drásticos que resultan políticamente imposibles. Los mercados ya castigan: la brecha entre los bonos franceses y los alemanes, considerados los más seguros, alcanzó niveles no vistos en 16 años. Mientras Alemania paga 2,7 por ciento de interés por su deuda a diez años, Francia debe ofrecer alrededor de 3,5 por ciento.

¿Debemos preocuparnos por el euro si las finanzas de la segunda economía de la UE se descontrolan? «Sí, hay que preocuparse. La eurozona no es estable en este punto», advierte a DW el economista Friedrich Heinemann, del centro ZEW de Mannheim. Aunque descarta una crisis de deuda inmediata, alerta que un país del tamaño de Francia, con años de endeudamiento creciente y ahora un escenario de inestabilidad política, podría arrastrar serias consecuencias.

Tensiones en los mercados y en las calles

El problema no es solo francés: Alemania, Japón y Estados Unidos también emitirán miles de millones en deuda este otoño, lo que presiona aún más a los mercados. Según Heinemann, la calma relativa se debe a la expectativa de que el Banco Central Europeo intervenga comprando bonos franceses. «Pero esa esperanza puede ser engañosa. El BCE corre el riesgo de perder credibilidad», advierte.

En paralelo, la calle se prepara para otro capítulo de protesta social. Los sindicatos ya convocaron a una huelga general el 10 de septiembre, dos días después de la votación parlamentaria. El recuerdo de los «chalecos amarillos» que paralizaron al país en 2018 vuelve a la memoria.

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