OPINIÓN

*Escribe Mariana Gonzalez, especialista en Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA. MBA, ITBA.
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Diella (que significa «sol» en albanés) es un sistema de inteligencia artificial generado para funcionar como ministra virtual. Fue introducida en enero de 2025 como asistente virtual en la plataforma de servicios públicos «e-Albania», en septiembre de 2025, el primer ministro Edi Rama la nombró formalmente como «ministerio virtual» con competencias sobre licitaciones públicas, para supervisarlas y hacerlas «100 % libres de corrupción».
Diella fue desarrollada por la Agencia Nacional de la Sociedad de la Información de Albania en colaboración con empresas de tecnología; parte de su infraestructura incluye características para procesar interacciones ciudadanas, documentación digital, navegación de trámites burocráticos, etc.
Una encuesta del Instituto para la democracia y la mediación (IDM) mostró en 2023 que aproximadamente el 82% de los albaneses cree que la corrupción (tanto pequeña como grande) es «muy extendida» o «extremadamente extendida» y que también hay desconfianza alta hacia instituciones claves (ministerios, fiscalía, parlamento, corte) para manejar casos de corrupción.
Los objetivos declarados en la resolución incluyen que las licitaciones públicas sean totalmente transparentes y libres de corrupción vía la remoción, paulatinamente, de la influencia humana en los procesos de adjudicación de contrataciones públicas para reducir el sesgo, el favoritismo, los sobornos o conflictos de interés.
Asimismo, se busca acelerar los tiempos administrativos y hacer más eficiente el acceso a servicios públicos digitales.
Políticamente, buscan, también, mejorar la credibilidad del Estado, lo cual es importante para las aspiraciones de Albania de unirse a la Unión Europea.
Entre sus aparentes fortalezas, está la reducción del factor humano corruptible, su transparencia y trazabilidad, su eficiencia y consistencia ─no se cansa, trabaja 24 horas al día, supuestamente no admite presiones─ y, principalmente, la innovación simbólica y política ya que manda un mensaje de que el gobierno quiere modernizarse, usar tecnología para el control de la corrupción, lo cual puede atraer apoyo interno y externo (por ejemplo instituciones que ayudan en procesos de integración a la UE).
Pero, son muchos los riesgos y desafíos, su legitimidad legal y constitucional, la responsabilidad y rendición de cuentas ante una decisión errónea, injusta, o corrupta (o manipulada), ¿quién responde ante la ley? ¿Quién corrige errores? ¿Cómo auditar su funcionamiento?, los sesgos y errores de diseño o manipulación, si los datos con que se la alimenta tienen corrupción histórica, favoritismo, sesgos, la IA podría replicarlos o amplificarlos, la resistencia política y burocrática, hasta la sociedad puede dudar o desconfiar si ve que «la tecnología» es usada como pantalla para problemas políticos reales no solucionados.
Aunque se presenta como «neutral», toda IA refleja los datos con los que fue entrenada.
Hubo experiencias reales que aplican IA o tecnologías digitales para la contratación pública y el control de la corrupción, pero no tan extremas: ALICE (Brasil) y BRIAS en Corea usan análisis automatizado para alertar y priorizar casos, y luego auditores humanos investigan. Estas experiencias muestran combinaciones de: contratación electrónica + datos abiertos + detección automática de anomalías + auditoría humana.
En Albania, algunos ciudadanos expresan que la idea de que una IA pueda gestionar adjudicaciones públicas les parece mejor que los políticos tradicionales que «fallan» en repetidas ocasiones. Hay quienes ven en Diella una esperanza de honestidad, objetividad, transparencia, pero, muchos otros, se preguntan quién audita los algoritmos, quién garantiza que la IA no esté manipulada o sesgada por quienes la diseñaron o mantienen.
Dado que la corrupción está muy arraigada culturalmente, muchos dudan de que un cambio tecnológico por sí solo pueda desmantelar prácticas corruptas profundas o redes clientelares. Algunos mensajes recogidos en las redes sociales: «Incluso Diella será corrompida en Albania», «El robo continuará y la culparán a Diella».
En filosofía política, esto se relaciona con el concepto de agencia moral: ¿puede una IA tenerla?
Diella es una idea potente y simbólicamente fuerte. Para que sea más que un acto simbólico necesita anclaje legal, transparencia de datos y modelos, supervisión humana y auditorías independientes y modelos de despliegue gradual con métricas claras.
La creación de Diella plantea preguntas profundas sobre el rol de la inteligencia artificial en la gobernanza. Aunque promete eficiencia y transparencia, su implementación sin un marco legal claro ni supervisión humana robusta podría generar más problemas que soluciones.
No es solo una innovación tecnológica: es un experimento político y ético que nos obliga a repensar qué significa gobernar, decidir y representar en la era de la inteligencia artificial.
*Mariana Gonzalez
Computación Científica, Fac. Ciencias Exactas UBA
MBA ITBA
Empresaria en Argentina y Uruguay en empresas de tecnología.
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