Guerra de Putin con OTAN

INTERNACIONAL

50375802637_b4cf4e7eac_c
Presidente ruso, Vladímir Putin / Foto: President of the Russian Federation

Lectura: 6 minutos

El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó este jueves (02.10.2025) que Moscú observa atentamente «la militarización creciente de Europa» y prometió una «respuesta a las amenazas», después que los países europeos incrementaran su gasto en defensa a raíz de la ofensiva de Moscú en Ucrania.

«La respuesta a las amenazas será, como mínimo, muy convincente. Y sí, digo la respuesta. Nosotros nunca hemos iniciado una confrontación militar», declaró Putin durante un foro en Sochi, en el suroeste de Rusia.

El dirigente ruso acusó además a Europa de impedir una solución a la guerra en Ucrania y de llevar a cabo «una escalada permanente» del conflicto. Putin también volvió sobre los orígenes del conflicto, acusando a «quienes se consideraron vencedores» al final de la Guerra Fría de haber querido imponer «a todos concepciones unilaterales y subjetivas de la seguridad».

«Eso se convirtió en la verdadera causa originaria no solo del conflicto ucraniano, sino también de muchos otros conflictos graves» del inicio del siglo XXI, sostuvo, defendiendo un «mundo multipolar» frente a Occidente.

Lucha contra la OTAN

En lo referente a Estados Unidos y Donald Trump, el presidente ruso, Vladímir Putin, señaló que Rusia no es un «tigre de papel», ya que avanza en toda la línea del frente pese a la ayuda de países de la OTAN a Ucrania.

«Todos estos años Rusia combate no con las Fuerzas Armadas de Ucrania, sino prácticamente con todos los países de la OTAN», dijo el jefe del Kremlin al intervenir en el Club de Debate Valdái que tiene lugar en el balneario de Sochi (mar Negro).

El jefe del Kremlin aseguró que las tropas rusas avanzan con seguridad a lo largo de toda la línea del frente. «Si combatimos con todo el bloque (de la OTAN), ¿acaso somos un tigre de papel? ¿Y qué es entonces la OTAN?», preguntó.

Estas palabras se dan luego unas declaraciones hechas la semana pasada por Donald Trump, quien señaló que Rusia es un «tigre de papel» y dijo que lleva tres años y medio luchando sin rumbo en una guerra que una auténtica potencia militar debería haber ganado en menos de una semana.

Al asumir el cargo de la alianza transatlántica, el 1º de octubre de 2024, tras la década de Jens Stoltenberg al frente de la OTAN, el ex primer ministro neerlandés Mark Rutte sabía que no habría un aterrizaje suave en su nuevo puesto. Rutte había sido el candidato obvio para el liderazgo porque los aliados europeos creían que, si Donald Trump resultaba reelegido como presidente de Estados Unidos poco más de un mes después, él era el mejor preparado para manejar lo que pronto sería una relación extremadamente frágil entre la OTAN y Estados Unidos.

Durante la campaña, Trump había ofrecido abiertamente al presidente ruso Vladímir Putin, hacer «lo que se te dé la maldita gana» con los países que no hubieran cumplido su promesa de 2014 de gastar al menos el 2 % de su producto interno bruto (PIB) en defensa. En su primer mandato, incluso había reflexionado sobre retirar a Estados Unidos de la alianza.

La OTAN tenía tres metas, acuñadas por su primer secretario general, Lord Ismay: las más importantes de ellas eran «mantener a los estadounidenses dentro» y «a los rusos fuera». La tercera, «mantener a los alemanes abajo», acabaría revirtiéndose cuando Berlín fue presionada para aumentar su presupuesto de defensa y su preparación militar.

«Hacer un trato»

Una vez que Trump fue efectivamente reelegido, Rutte asumió con entusiasmo ─aunque no necesariamente con total transparencia─ la tarea de renovar el compromiso estadounidense con la OTAN. Antes incluso de la investidura de Trump, viajó a Mar-a-Lago, en Florida, EE. UU., para reunirse con el presidente electo, en un viaje que intentó, sin éxito, mantener en secreto.

En una reunión posterior, en marzo, ya con Trump en funciones, Rutte fue criticado por permanecer casi en silencio mientras el presidente prometía adquirir Groenlandia, la isla más grande del mundo, y una provincia semiautónoma de Dinamarca, miembro de la OTAN.

Jim Townsend, exsubsecretario adjunto de Defensa de EE. UU. para política europea y de la OTAN, dijo que el espectro de Trump junto al vicepresidente estadounidense, JD Vance, reprendiendo públicamente al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski , en la Casa Blanca, pudo haber disuadido a Rutte de discutir en ese momento sobre Groenlandia. «Uno no hace eso a menos que haya vidas en juego», sugirió. «Creo que, en realidad, si Rutte hubiera intervenido en ese momento e intentado decir algo sobre eso, no habría salido bien, y habría empeorado la situación», indicó a DW.

Townsend, ahora investigador principal del Center for a New American Security, dijo que Rutte pudo haberse excedido «con los halagos» hacia Trump. «Ciertamente no es bueno complacer tanto a un solo aliado», señaló. «No se puede tener favoritos. Pero en este caso, siendo Estados Unidos un aliado poderoso, es importante que Rutte haga lo que sea necesario para mantener a Trump al lado, y no le lance piedras desde afuera».

El camino a La Haya: pavimentado con buenas intenciones

Después, funcionarios estadounidenses advirtieron que Trump quizás ni siquiera asistiría a la cumbre de la OTAN en junio en La Haya, ciudad natal de Rutte, si la alianza no elevaba la meta de gasto en defensa del 2 % al 5 % del PIB. Rutte presionó a los miembros, jugó con fórmulas creativas y logró que los números cerraran: finalmente, el Air Force One aterrizó en Europa.

Otro artículo de interés: Polonia moviliza tropas por temor a Rusia

Deja un comentario